Capítulo 13: "Todo por una carta"

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Colin salía todos los días en la búsqueda de su hermano menor, pero cada vez se sentía más triste. La gente de Searriver empezó a creer que el príncipe había perdido la cordura, pues no les parecía normal que un chico saliera todas las mañanas y noches a gritar sin rumbo fijo, y buscando a alguien que ni él mismo sabía si lograría encontrar.

Un día Alan decidió acompañarle por la noche. Pero como pasaba todos los días, no lograban dar con el paradero de su hermano menor. Colin no podía evitar preocuparse por él, pensando que quizás estaba solo, triste y llorando, o incluso en los calabozos de Mazeriver, donde la comida era sumamente asquerosa.

-Deberíamos volver... -musitó Colin, bajando la mirada rendido.

-¿Por qué? Acabamos de empezar -replicó Alan, tomando la muñeca de su hermano-. Vamos a revisar a la entrada del pueblo. Quizás Arthur nos vea ahí, o puede que él...

Alan iba a seguir dando ideas de donde buscar al menor de los nueve príncipes, pero se vio interrumpido por Colin, que se lanzó de rodillas al suelo, incitando que su hermano le soltara.

-Alan, si seguimos a este ritmo, nunca vamos a encontrarle -balbuceó Colin-. El pobre Arthur debe estar solo, muerto de hambre... Y todo es culpa mía.

-¿Qué estás diciendo?

-Si hubiera cuidado mejor mi anillo y creído en todas mis pesadillas de niño, esto nunca hubiera ocurrido -se lamentó el rubio más bajo, provocando que el de largo cabello hiciera un pequeño puchero-. ¡Yo pude predecir esto, estoy seguro!

-Colin... No es culpa tuya -respondió Alan-. Todos debimos fijarnos bien en lo que iba a suceder. No debes cargar con la culpa.

-Pero...

-Usar mucho tu anillo siempre te hizo daño, y el hecho de haberlo pasado por alto es culpa de todos nosotros -le interrumpió Alan.

Colin se mordió un poco el labio inferior, intentando contener las lágrimas. Era de las pocas veces que Alan le hablaba con esa seriedad.

-No te deprimas -le animó Alan, haciendo aparecer un clon a las espaldas de Colin, el cual no tardó en levantarle del suelo por la espalda-. Las cosas mejorarán... Ya lo verás.

-No tienes como saber eso, Alan... -murmuró Colin-, y yo tampoco.

-Claro que tengo como saberlo -respondió el extrovertido muchacho, haciendo desaparecer al clon-. ¿Sabes que me lo dice?

Al preguntar aquello, Alan colocó la punta de su dedo índice contra el pecho de Colin.

-¿Tu corazón? -adivinó el menor.

-Sí, nunca falla... En Derfin siempre deseaba con todo mi corazón que volvieramos a ver a los demás, para que fueramos una familia feliz -empezó diciendo Alan-. Y ahora mira. Ya volvimos a ver a algunos. Quizás no de la forma que esperábamos, pero lo logramos.

Colin vaciló unos segundos, y juntó ambas manos, mientras miraba al cielo.

-Solo espero que Arthur esté bien -dijo Colin.

-Lo estará, ya lo verás -sonrió el rubio-. Lo encontraremos, solo hay que seguir buscando, ¿Bueno?

-Sí -asintió Colin, un poco más decidido. Al mismo tiempo que ambos hermanos escucharon un grito desde muy cerca. Por lo que corrieron hacia el hostal, encontrándose con una situación realmente extraña...

[...]

Karine bajó por las escaleras del palacio de Tunderriver en la búsqueda de Magnus. Le preocupaba que hubiera desaparecido sin decir nada, pero su preocupación se esfumó casi por completo al mirar hacia los últimos peldaños.

Los nueve descendientes IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora