Han transcurrido un par de semanas desde que los príncipes invadieron Mazeriver. Y en ese tiempo, Karine esperaba a su amado prometido. El tema de su inocencia por la muerte de sus padres seguía en juego, y ella sentía que el regreso de Tristán sería su único alivio en ese momento.
Todo el pueblo estaba enterado sobre la muerte de los reyes de Tunderriver, pero pocos estaban de acuerdo en que Karine tomara el puesto como la nueva reina. La mayoría pensaba que ella era una asesina que los llevaría por el mal camino. Esto frustraba a la princesa, pues no tenía cómo defenderse de los argumentos del resto, ¿Cómo le explicaría a la nobleza acerca de ese "hombre de armadura oscura"? Nadie le creería, y es probable que cuestionen su cordura si le menciona otra vez.
Karine creía que quizás Tristán confiaría en ella, pero por otro lado, el temor de que fuera lo contrario le atormentaba. Ya no hallaba qué medidas tomar. No veía alguna solución a tal complejo problema, y lo único que le quedaba por hacer era esperar a que se decidiera si ella era apta para gobernar Tunderriver.
-¡Necesito ver a Karine, déjenme pasar! -sintió de pronto la voz de Tristán, el cual ingresó corriendo al comedor, seguido de un par de guardias. La princesa quitó su vista de la taza de té que tenía en frente y observó a los soldados, que intentaban detener el avance del príncipe de Glazerunner.
-Tristán... ¡Santo cielo! -exclamó Karine, incorporándose muy asombrada-. No puedo creerlo... Necesitaba verte. Han pasado tantas cosas, y yo... te esperaba con tantas ganas.
Apenas la princesa mencionó esas palabras, se acercó a Tristán para abrazarle. Realmente le extrañaba, y temía no volver a verle con vida. Pero el príncipe, al ver que la princesa iba a darle un abrazo, colocó sus brazos en frente, evitando que ella se le acercara.
-¿Tristán? -le nombró Karine, algo confundida de su reacción-. No me digas que...
-Me enteré de camino a verte... ¿Es verdad lo que dicen, Karine? -preguntó él, provocando que la princesa alzara levemente ambas cejas, comprendiendo de inmediato a que se refería.
-No, Tristán -se negó ella-. Es mentira, ese rumor no es cierto. Te lo juro.
Tristán le miró algo incrédulo, para luego cruzarse de brazos. Y la princesa se percató de que su prometido no estaba confiando en sus palabras...
-No pienso casarme con una mentirosa, Karine, y menos con una asesina -confesó él-. ¿De verdad estás siendo honesta? Porque varias personas te han visto. Sabes que te estimo mucho, pero entiende que me cuesta creer lo que se dice de ti.
-¿No confías en mí? -preguntó Karine-. ¿Confías solo en lo que te dicen los demás, y no en lo que te cuenta la persona que quieres?
-¿Cómo esperas que te crea? Dame alguna razón que justifique el hecho de que estabas con un cuchillo en tus manos en frente de tus padres muertos -le pidió Tristán algo serio. Y Karine se mordió los labios. Ella realmente estaba asustada, no conocía tan bien a Tristán, pero tenía esperanzas de que él lograra creer en ella, aunque esa fe era cada vez más baja.
-Fue el hombre de armadura oscura -musitó Karine, tiritando de rabia-. Tenía cabello blanco... Él es el culpable. Yo lo vi, Tristán.
Al oír sus palabras, el príncipe suspiró preocupado. Y Karine se quedó en silencio, observando la reacción de su prometido.
-Estoy harto -aclaró-. Primero debo correr el riesgo en ir al reino más grande de todo el continente. Tuve que arriesgar mi vida, al igual que tus primos. Hice de todo para que me aceptaras y ahora... ¿Me pagas con esto? Yo no pienso poner en peligro mi reputación, Karine, por más que te quiera.
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Los nueve descendientes II
FantasySegundo libro de "Los nueve descendientes" Tras aquel inesperado encuentro, Arthur deberá buscar las respuestas a todas sus preguntas, aunque para lograrlo, deberá correr ciertos riesgos que podrían o no, arriesgar la vida de las personas que ama. ...