La cena está sobre la mesa, acabo de servírmela y sin embargo no he probado todavía bocado. Apoyo mi cabeza sobre ambas manos mirando hacia ningún lado, no sé cómo debo sentirme ahora mismo y eso me desconcierta.
— Eh, empanada — Diana llama mi atención, los escuchaba hablar a ella y a Fabio en la lejanía — ¿Qué te parece el final de plan? Yo creo que está bastante bien.
— ¿Cómo? — Miro a ambos confusa, sí, creo haber escuchado el plan de Fabio, y sí, no está nada mal — Está bien, haremos eso entonces.
— Tienes que dejar de pensar en lo de Mario — Fabio termina su cena y apila los platos dejándolo todo impoluto — No merece la pena estar así por una persona como él.
Le doy las gracias con una media sonrisa. Se despide de nosotras y se va, imagino que a su habitación... él es así, un lobo solitario. Comienzo a comer en la compañía de Diana, Mario está con sus amigos y me alegra que esta noche no nos acompañe.
— Te conozco bien — Diana me mira torciendo los labios, pensativa — No estás dándole vueltas al tema de Mario, ¿tengo razón?
— Sabes que siempre la tienes — Río, tirándole una miga de pan — Sé que no está bien, pero no paro de pensar en Elías. Creía que todo el tema con él había pasado tras estas semanas de cambios pero... — Suspiro sin saber terminar la frase.
— Te gusta mucho — No pregunta, solo afirma algo de lo que ya me he dado cuenta — Pero se te olvida lo de que es tu profesor y... oh, claro... — Se hace la pensativa — Lo de su novia.
— ¡Claro que no se me olvida! — Protesto, enfurruñada por que sea tan clara en todo lo que dice — Pero no puedo evitar sentir cosas por él, y además, lo de su novia no es que vaya demasiado bien.
Abre la boca para preguntarme, seguramente que cómo sé yo algo como eso de Elías y de sus relaciones personales. Pero sin embargo su expresión cambia cuando Mario se levanta de la mesa donde estaba con sus amigos para acercarse a la nuestra. A mí tampoco me agrada en absoluto, cada vez aguanto menos a su lado... pero me digo que tan solo quedan unos días.
— ¿Os apuntáis luego a una partida de cartas? — Nos pregunta, ambas nos lanzamos una mirada de complicidad.
— Tenemos que estudiar, los exámenes están a la vuelta de la esquina — Se disculpa Diana inventándose una excusa, y menos mal, a mí no se me ocurría nada para escaquearnos.
Se deja caer a mi lado e inmediatamente todo mi cuerpo se tensa. He pasado de que me gustaran sus gestos de afecto a odiarlos, pasa su brazo por detrás de mis hombros y Diana quita la mirada, seguramente pensando lo mismo que yo.
— Oye... en estos últimos días pasamos muy poco tiempo juntos — Susurra, rozando con su nariz el lóbulo de mi oreja. — Apúntate esta noche, venga.
— Ya veremos... — Le digo obligándome a mostrarle una sonrisa, como si me hubiera convencido aunque no tengo ninguna intención de ir.
Parece que lo consigo porque, dándome un pequeño beso en la mejilla, se despide y vuelve a su grupo, descubro a Diana metiéndose los dedos en la boca y simulando dar arcadas y tengo que ahogar una carcajada.
— Por cierto, tenemos que hablar con Edgar — Miro a ambos lados comprobando que nadie puede escucharnos — Creo que él también forma parte de la apuesta.
— ¿Crees que él sabía todo esto? — Pregunta confusa, después abre la boca de golpe — ¡No! Irene está haciendo con él lo mismo que Mario contigo.
Muevo la cabeza de arriba abajo con un movimiento seco, sí, eso es lo que quiero creer antes de pensar que el que era mi mejor amigo ha dejado que hicieran esto sin al menos avisarme primero, no puede ser por muy colado que esté por Irene, él no es así, quiero convencerme de que no lo es.
— No nos va a creer, Juli — Arruga la nariz — Está ciego con Irene.
— Bueno, al menos tenemos que intentarlo. Si no quiere hacernos caso y luego descubre que es verdad... sabrá que sus verdaderas amigas somos nosotras y que solo nos preocupábamos por él.
— Hay demasiadas cosas que tienen que salir bien en muy poco tiempo... — Suspira, y no puede tener más razón en lo que acaba de decir.
***
Tenemos que esperar hasta el siguiente día por la mañana para pillar a Edgar a solas, Irene se marcha con una amiga donde sea que vayan y Diana y yo le increpamos a la salida del comedor.
— Tenemos que contarte algo — Dice mí amiga atropelladamente — Y dado que tu novia te tiene vigilado las veinticuatro horas de día, no creo que tengamos mucho tiempo.
— ¿Qué pasa? — Pregunta él con impaciencia, supongo que por el motivo que acaba de nombrar mi amiga.
— Verás Edgar — Ahora hablo yo — Creemos que Irene te está utilizando, no sabemos el motivo exacto pero...
— ¿En serio? — Da un paso atrás, molesto — ¿Otra vez con lo mismo? Irene y yo llevamos juntos bastante tiempo para que sigáis con eso. ¿No podéis alegraros por mí sabiendo que estoy bien?
— Vas a hacer que de verdad pensemos que eres un completo estúpido — Diana explota, y ha tardado mucho en hacerlo con el carácter que tiene. — Nosotras ya te hemos avisado, allá tú.
Me coge del codo para arrastrarme y sacarme de ahí, miro por encima del hombro a Edgar, que se ha quedado cruzado de brazos y con el ceño fruncido, ¿habrá servido esto para algo? Solo queda esperar para saberlo.
Camino del ensayo pienso en que solo quedan tres más, contando el de hoy, antes de la actuación para la que llevamos meses preparándonos. Será el momento definitivo, donde tenemos que demostrar lo que cada uno es capaz de hacer y lo mucho que Elías nos ha enseñado.
Cuando le veo sentado en el escenario y con las piernas colgando, tengo que morderme el labio inferior con nerviosismo cuando el estómago me da un vuelco idéntico a los del principio, me dirijo a él enseguida para saludarle, después de la caricia de ánimo de ayer, solo puedo pensar en una cosa, pero... tiene que ser una estupidez e intento quitármela de la cabeza.
— Buenas tardes, Julieta — Saluda, torciendo la cabeza con una bonita sonrisa en la cara — ¿Estás mejor?
— Mucho mejor — Asiento, sintiendo mi corazón martillear alocado dentro de mi pecho por su cercanía — ¿Y tú?
— Hablar contigo me ayudó más de lo que imaginas — Susurra pensativo — A pesar de que te quede mucho por aprender, eres una chica lista y tenías razón, la etapa por la que pasaba con mi pareja tenía que terminar, nos estaba destrozando.
— ¿Eso quiere decir que...? — Tengo que disimular mi entusiasmo y mantengo la boca cerrada, ¿ha terminado con su novia?
— Quiere decir que la situación por la que pasábamos tenía que cambiar, de una manera o de otra — Me explica, y empiezo a tener dudas — Y... llevamos mucho tiempo juntos como para rendirnos a las primeras de cambio — Un golpe seco en el estómago hace que quiera apoyarme en algún sitio, opto por el escenario donde está sentado, no quiero seguir escuchando pero no me queda más remedio, yo sola me he metido en esto — Así que, gracias a ti, Julieta, voy a dar el paso... voy a pedirle que se case conmigo.
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¡¡Hoooli!!
Bueno bueno, ¿qué os parece la idea de Elías? ¿Qué hará?
¡¡Espero que os esté gustando la historia, os leo!!
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El sueño de Julieta.
RomanceJulieta es una adolescente que toda su vida ha vivido en orfanatos, pero es la chica más feliz del mundo haciendo lo que más le gusta: cantar. Cada noche sueña con ello, con cantar junto a una persona que aparece cada noche en su mente, aunque todav...