Capítulo 43.

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NARRA ELÍAS

Esta es una de esas veces que tienes que controlar con todas tus fuerzas hacer algo, eso que te mueres de ganas. Menos mal que, en cierto modo, he mantenido la cabeza fría ante Julieta.

Me sorprende que una chica de diecisiete años tenga la entereza de soltarme cada cosa que le sale sin más, de abrirse a mí de la manera que lo ha hecho. Hace apenas unas semanas me di cuenta de que se estaba enamorando de mí, al igual que yo, sin ser consciente, lo hacía de ella.

No quise admitir que entre todos mis alumnos, entre toda la gente que podía haber sobre el escenario e incluso entre todo el público, parecía que solo existía ella. Yo miro a Julieta y es como si no viera nada más, y no porque no haya nadie, ni mucho menos porque esté todo a oscuras, si no porque siento que todo cuanto ilumina el lugar es ella.

Es una completa locura que sienta de esta manera, pero todavía sería peor si me involucrara con ella, si hiciera que ella formara parte de mi vida sabiendo que tiene un futuro por delante.

No la he besado por varios motivos, pero el principal es porque sé que no debo interponerme entre ella y lo que le depare la música en el futuro. Porque, después de lo que hizo ayer en el campeonato y tantos ojos puestos en cada nota que cantaba, vi cómo la gente se acercaba a Lola para preguntarle quién era esa chica que brillaba de tal forma.

Esta noche prácticamente he tenido que obligarla a que se fuera a descansar. No paraba de bostezar y los ojos se le cerraban cada vez con más frecuencia, aun así ahí estaba, sacando esa preciosa sonrisa y escuchándome, o hablándome de sus cosas. Ojalá todo fuera distinto, a veces pienso que ojalá no fuéramos quienes somos.

En cambio yo estoy completamente desvelado y cuando lo estoy solo se me ocurre pensar en canciones para los chicos, para la primera ronda del campeonato regional. Paso horas y horas revisando partituras, descartando unas y eligiendo otras, pero esta vez la que más complicada me resulta es la de Julieta, ¿qué canción puede cantar para dejar al público sin palabras? Sé que lo haría con cualquiera, pero quiero que destaque, que todo el mundo perciba al menos un poco de lo que yo veo cada día.

— Buenos días, Elías — Lola me recibe esa mañana con la cara resplandeciente, seguro que ella ha descansado lo que debería — Tengo que darte la enhorabuena por el trabajo que estás haciendo con los chicos, este año el coro es mejor que nunca.

— Todo el mérito es de ellos — Contesto con una sonrisa, esperando que no vea que no he dormido nada en toda la noche — Tienen talento en cada cosa que hacen, ya sea tocar la guitarra, o la batería, y por supuesto cantando.

— A propósito de eso... — Baja la cabeza, pensando en algo, aunque me temo que sé lo que viene ahora — Julieta va a disponer de varias becas el año que viene, tenemos que hablar con ella, ayudarla a tomar la mejor decisión.

Tengo que aparentar normalidad al escuchar su nombre acompañado de algo así, de un futuro para el que cada vez queda menos, Julieta en apenas un año va a acabar sus estudios, solo le queda un curso y poco menos de otro, después volará lejos y aunque me cueste, debo hacerle caso a Lola, tenemos que estar con ella y aconsejarla de la mejor manera.

— No te preocupes — Asiento, guardando las partituras en mi carpeta y dejando para un poco más tarde la elección de la canción de Julieta, no puedo tomármelo a la ligera — Aunque es joven, tiene los pies en la tierra y sabrá qué es lo mejor para ella.

Juntos vamos hacia el comedor, es la hora del desayuno y me pregunto dónde está mi sueño y porqué hoy no aparece. Menos mal que es domingo y podré descansar, o al menos intentarlo.

— Y cambiando de tema, ¿tú cómo estás? — Me pregunta ahora, cuando nos servimos el café y nos sentamos a solas en una de las mesas. Varias arrugas se forman alrededor de sus ojos cuando me mira como una madre, preocupada — Siempre es duro terminar con una relación.

— Si, pero todo esto del campeonato me ha ayudado como no te imaginas — Bebo un trago antes de continuar — No tengo tiempo ni de pensar en eso.

Ambos reímos, pero es cierto. Apenas he recordado a Sonia y el incidente en todo el día de ayer, quizá sea el campeonato, sí, pero también Julieta tiene mucho que ver en eso. Ocupa mucho espacio en mi cabeza.

Hoy los chicos tienen el día de descanso, después de ayer no merecen menos que eso, un día para disfrutar, para despejarse y también asumir todo lo que viene ahora, ya que van a ser uno de los mejores coros del país.

Cuando he desayunado, me dirijo a mi habitación. Por uno de los pasillos veo a Julieta, acompañada de Diana, la lleva cogida del pijama mientras la otra se deja arrastrar, imagino que se acaba de despertar y me hace gracia contemplar la escena. Ella no me ve, por lo que no llamo su atención.

Paso un tiempo indefinido imaginando qué canción puede ir mejor a unos y a otros, hasta que tengo una idea, creo que bastante buena, y es que ellos mismos propongan una canción cada uno para el campeonato. No hay nadie que te conozca mejor que tú mismo, así que mañana en clase se lo diré a los chicos, y, mientras tanto y sin darme cuenta, noto como mis párpados pesar cada vez más, hasta que todo se vuelve oscuro.

Soy consciente de que, aunque parezca irreal, estoy soñando y soy consciente de ello. Estoy tras el telón de terciopelo negro, a punto de salir al escenario. A través de dicho telón, escucho la perfecta, dulce y preciosa voz de Julieta, no sé qué canta exactamente pero como siempre, lo hace bien. No sé porqué pero yo estoy ahí a punto de cantar junto a ella, dentro de poco es mi turno y unos segundos antes todo es silencio y espera. Aparezco en escena sin ver nada más que a ella, con sus ojos negros brillando más que nunca, emocionados y mientras suenan las suaves notas de la canción me sonríe, paciente a que comience.

Despierto de golpe, sobresaltado. Incluso me incorporo en la cama con una mano en mi pecho, sintiendo lo fuerte que late mi corazón, notando cómo algunos de los mechones de mi pelo se pegan a mi frente por el sudor, ¿qué demonios ha sido eso?

Imagino que todo ha sido por lo que compartió conmigo Julieta anoche, su sueño. Pero lo que me tiene completamente desconcertado es que yo lo haya tenido ahora, justo ahora, y que, según me dijo ella, haya sucedido lo mismo que en el suyo, no sé qué canción era, lo que sí es que Julieta era la protagonista, y yo también.

¿Se lo cuento? No, no quiero hacerle ilusiones. Quizá así a ella se le vaya de la cabeza, eso es lo mejor, ¿verdad? Sí, sé que es lo mejor, que ella olvide toda esta locura al igual que quiero hacerlo yo.

Con todo el revuelo de sentimientos y emociones, decido darme una ducha y bajar a la sala de ensayo, trabajar y quitarme todo pensamiento. Solo centrarme en el campeonato para el que quedan dos semanas. 

El sueño de Julieta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora