NARRA ELÍAS.
Me estoy volviendo loco y, lo peor, vuelvo loca a Julieta. Ella abre su corazón, me confiesa todo, y yo no hago nada en absoluto, simplemente la mantengo confusa, que es lo que menos pretendo.
Ojalá pudiera ser claro con ella, decirle lo que siento y ya está, que pase lo que tenga que pasar. Pero es imposible siendo quienes somos. Tengo que zanjar este asunto de una manera o de otra, y tengo que hacerlo ya.
Llevo días pensando en eso, pensando cada noche en decirle que olvidemos esto, que soy su profesor, pero luego la veo cantando, tocando el piano, y me quedo sin palabras, solo quiero decirle lo buena que es, lo mucho que siento por ella.
Así, con esa incertidumbre, han pasado nada más y nada menos que dos semanas. Estamos a unos minutos de la competición y no es el mejor momento para decirle nada, aunque viendo lo visto, nunca es el momento apropiado.
Tengo a Julieta en mi habitación, qué locura, ¿no? Pues eso no es lo peor, si no que acabo de decirle que no puedo controlar lo que siento, de hecho, en este instante ni siquiera lo haría. Aunque la realidad vuelve a nosotros, de repente volvemos al mundo en el que estamos cuando alguien llama a la puerta.
Julieta me mira y puedo comprobar que está asustada, aunque no menos que yo. Sé que solo puede ser Lola, así que me muerdo el labio inferior pensando, podría abrirle y decirle que Julieta solo ha venido porque necesitaba tranquilizarse, es la verdad.
— ¿Me escondo en el baño? — Pregunta en susurros, más nerviosa que nunca, no espera a que le responda — Sí, me escondo en el baño.
Veo cómo se mete y cierra la puerta. Ahora es mi turno e intento tranquilizarme, respirando hondo y yendo a abrir. Lola me sonríe desde el umbral.
— Es la hora, ¿bajamos? — Hace un gesto con la cabeza y yo miro por encima de mi hombro hacia el baño.
— Si claro, vamos — Asiento, asegurándome de que no sospeche nada, y siguiéndola por el pasillo. Ha estado cerca y por estas cosas no quiero involucrarme con Julieta, porque todo se estropearía si Lola llega a verla, aunque no estuviéramos haciendo nada.
Tenemos que esperar unos diez minutos en recepción hasta que llegan todos los alumnos, Julieta y Diana son las últimas, imagino que habrá esperado que estuviéramos bastante lejos para salir. Lo mejor de todo es que la veo contenta y risueña con su amiga, como si no fuera a actuar dentro de unos minutos.
Según el orden, actuamos de los últimos, así que tenemos que ver antes a casi todos los coros. Nos sentamos en la fila que nos asignan, yo al lado de Lola y comprobando que Julieta adelanta a unos cuantos compañeros, cogiendo la mano de Diana y arrastrándola, para ponerse a mi otro lado. Incluso tengo que aguantar la sonrisa cuando su amiga la mira de mala gana y ella se encoge de hombros, es muy obvia pero me encanta que lo sea, al fin y al cabo es joven, impulsiva como la que más.
Con cierto alivio vamos viendo un coro tras otro actuar, y en los cinco primeros puedo ver que no llegan a nuestro nivel, aunque quizá solo sea mi punto de vista.
— Hasta ahora sois los mejores — Susurra Lola a mi lado cuando acaba el séptimo grupo, tranquilizándome así. Asiento sonriéndole.
Miro de reojo a Julieta, que no se pierde detalle del comienzo del siguiente coro, observo su perfil absorto, está más guapa que nunca. Su pelo oscuro cae por su espalda y sus ojos brillan, tiene la boca entreabierta...
— ¿A ti que te parecen? — Escucho de nuevo la voz de Lola, ¿me estaba hablando y no me estaba dando cuenta?
— ¿Eh? — La miro, contrariado antes de saber qué contestar — Sí, estoy de acuerdo contigo. Creo que hay pocos grupos que sean tan buenos como el nuestro.
En silencio vamos viendo uno tras otro, hasta llegar a los diez primeros donde se hace un descanso de media hora, supongo que para estirar las piernas entre otras cosas. Ahora los diez grupos que ya han actuado ocuparan el sitio donde estábamos y nosotros, junto a los otros nueve, esperaremos nuestro turno detrás del escenario.
Creo que ahora mismo estoy más nervioso que ellos. Recuerdo esto hace años, mi penúltimo año donde nos quedamos justo aquí, a donde han conseguido llegar ellos. El grupo que formamos ese año era muy bueno y nos quedamos a las puertas, no quiero que suceda de nuevo.
En mitad de la actuación de uno de los coros, cuando todos están en otras cosas, Julieta se acerca al sofá donde estoy sentado, enredado una mano con la otra.
— Parece que ahora toca que alguien te calme a ti, ¿no? — Me mira a los ojos con una bonita sonrisa, ¿cómo puede estar ella tan tranquila? — Recuerda lo que has dicho antes, Elías, que estabas orgulloso y confiabas en nosotros. — Observa a su espalda, nadie parece estar pendiente de nosotros — Lo haremos tal y como nos has enseñado — Su mano roza mi brazo, quedándose unos segundos en mi muñeca y apretándola.
Asiento, y una sonrisa me sale ahora a mí, involuntaria porque ahí está ella animándome cuando debería ser al contrario, Es increíble que pueda admirar a una chica de diecisiete años tal y como lo hago, pero cuando saca esa fortaleza, esa valentía, es irremediable.
Se queda a mi lado mientras actúa el último grupo antes de que nos toque. Llamo a todos para hacer el mítico círculo y que todos contagien su ánimo a los demás. Con un aplauso despiden al grupo que estaba sobre el escenario y dicho aplauso cesa cuando mis alumnos salen a cantar y comienza la primera canción, la grupal.
Observo desde donde estoy, comprobando que de momento todo va como debería, cada uno canta su parte, mejor o peor, aun así lo sacan con creces.
Después vienen las canciones individuales de Edgar que, como siempre, lo hace muy bien con la canción de La llamada, y Mario, que desde el principio intentó llamar la atención de Julieta escogiendo No hay nadie más. La observo a ella mientras canta Mario, y tengo que reconocer que me alivia haberla visto más ilusionada con Edgar que con él.
Todos se felicitan en cuanto acaban, hay compañerismo entre todos y es lo que más me gusta. Pero ahora es cuando viene nuestro punto fuerte, es el turno de Julieta, primero con ambos duetos y como canción final, su solo.
Me mira, con el micrófono en mano antes de salir, yo le sonrío, con ambos pulgares hacia arriba. Sé que no decepcionará, nunca lo hace. Edgar coge su mano para llevarla con él y aunque es su mejor amigo siento una punzada molesta que decido ignorar.
La preciosa melodía de Something Stupid comienza a sonar y es bien acogida por el público. Veo las caras de la gente de las primeras filas, a los que parece gustar, más cuando Julieta comienza a cantar. No soy solo yo el que ve todo lo que tiene, por supuesto que no. Entre un dueto y otro, cuando Mario y Julieta se preparan, observo cómo varia gente se acerca a Lola y sonríen mientras charlan, solo tengo que atar un par de cabos para saber el motivo.
Soy consciente de que a Julieta le queda todo un año para irse del orfanato, pero también de que el siguiente año puede ser en el que se vaya, en el que le apetezca cambiar de aires y terminar sus estudios en cualquier otro lado, de que quizá vuele de mi lado antes de lo imaginado. Sé que voy a perderla tarde o temprano, pero lo peor de todo es que nunca voy a tenerla.
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El sueño de Julieta.
RomantikJulieta es una adolescente que toda su vida ha vivido en orfanatos, pero es la chica más feliz del mundo haciendo lo que más le gusta: cantar. Cada noche sueña con ello, con cantar junto a una persona que aparece cada noche en su mente, aunque todav...