NARRA ELÍAS
No he descansado nada, ni siquiera me quité la ropa cuando anoche decidí salir de la sala de ensayo cuando ya eran las cuatro de la madrugada, cuando habían pasado al menos dos horas desde que Julieta se había ido.
Esa mañana me dirijo arrastrando los pies hacia el cuarto de baño que hay en mi habitación, ahora sí me desprendo de la ropa de ayer y me pongo limpia, mirando la maleta sin deshacer con todas mis demás cosas, todas las que recogí de mi casa... de mi antigua casa.
He intentado dormir, pero cada vez que cierro los ojos veo a Sonia con la camisa de ese hombre y los abro de nuevo, cuando me ha sucedido unas cuantas veces he desistido sin más, ha sido imposible poder conciliar el sueño así. Y eso no es todo, también está Julieta y lo que estuve a punto de hacer anoche, quise besarla.
Hay mil motivos por lo que no lo hice. El más importante es que no quiero hacerlo mientras siento que solo es por Sonia, por olvidar lo que sucedió. Julieta es mucho más que un parche y se merece a alguien que esté por y para ella, y siento que no puedo darle eso en nuestra situación. Sin embargo, es increíble lo que me hace sentir cada vez que la veo.
Necesito tiempo para aclararme las ideas, para convencerme de que me estoy enamorando de ella aunque no debo, quizá también para alejarme en ese aspecto y ser su profesor, su amigo, su confidente, pero no quien la bese y le haga unas ilusiones que no sabe si va a poder cumplir después.
No se lo dije, pero ayer escuché cómo hablaba con Mario cuando llegué al orfanato. Quise entrar a la sala de ensayo cuando vi que estaba con él, que le confesaba abiertamente lo que sentía y parecía sincero. Ella decidida lo rechazó, incluso habló de estar enamorada... y eso hizo que me sintiera culpable por quizá arrebatarle su historia de amor de la adolescencia.
Son las diez cuando bajo al comedor, donde ya hay bastante gente, apenas salimos en un par de horas hacia la ciudad donde se celebra la final del provincial... decido concentrarme en eso hoy, lo demás podré ir resolviéndolo día a día.
— ¡Elías! — Lola es la primera en notar mi presencia en la mesa, sonriendo y haciendo que varias arrugas se formen alrededor de los ojos, está solo acompañada de su marido — Parece que se te han pegado las sábanas hoy. — Me observa con los ojos entrecerrados — No has descansado bien, ¿verdad?
— No demasiado — Ocupo un sitio junto a ellos, mirando fugazmente hacia la mesa donde está Julieta con sus amigos, parece no haberse percatado de mi presencia — Ayer terminé con Sonia.
— Vaya... no tenía ni idea de que tuvierais problemas, Elías, lo siento mucho. —Susurra preocupada — ¿Puedo hacer algo para ayudarte? Si quieres puedes quedarte aquí, Gustavo y yo acompañaremos a los chicos a la competición.
—Oh, no Lola... ir con ellos es lo mejor que puedo hacer hoy — Saco una sonrisa con esfuerzo — Estoy bien, es algo que tenía que ocurrir tarde o temprano.
Decide dejar el tema y empezar a planear el viaje. Me cuenta cómo ha organizado cada cosa, la hora a la que deben cantar los chicos, dónde nos hospedaremos... pero ya no estoy ahí desde hace rato, si no que vuelvo a mirar hacia la mesa de Julieta que ahora sí, me sonríe sacándome la lengua a modo de saludo, cosa que hace que la mañana sea un poco más amena. Es una locura más de las que últimamente se me ocurren respecto a ella, pero la cogería de la mano ahora mismo para que nos perdiéramos durante un par de días donde fuera.
— ¿Tienes todo claro? — Lola me devuelve al mundo real, al orfanato, donde la vida sigue, donde Sonia me ha engañado y donde me estoy enamorando de una alumna. Era mejor mi idea que esto.
— Todo claro — Asiento, convencido.
***
El viaje se me pasa volando, supongo que porque nada más apoyar la cabeza contra el respaldo acolchado del asiento del autobús me he quedado dormido, con la imagen de Julieta sonriéndome desde la parte de atrás y sin rastro de Sonia y su última jugaba. Por fin empieza a desaparecer todo lo que quiero olvidar.
Lola y yo somos los primeros en bajar, asegurándonos que todos los chicos y chicas nos sigan hacia la recepción, donde nos mandan a la misma sala de concentración donde estuvimos la última vez. Los otros dos grupos con los que competirán ya están ahí. Nosotros ocupamos uno de los rincones, con un par de sofás y varias botellas de agua que algunos nos servimos.
— Vaya... — Julieta coge una de ellas, imagino que más para acercarse a hablar conmigo que porque tenga sed — Parece mentira que hayamos llegado hasta aquí, ¿no crees?
— No, Julieta — Muevo la cabeza a ambos lados con una sonrisa — Esto es solo un pequeño escalón de lo alto que vamos a conseguir llegar. No me preguntes porqué, pero sé que hoy ganaremos.
— Ojalá y te escuche el jurado — Bromea.
— Para nada, solo tienen que escucharte a ti — Le guiño un ojo y, como tantas otras veces, baja la cabeza para que no vea que se ha ruborizado.
Me quedo unos segundos mirándola, dándome cuenta de que me encanta hacerlo, de lo cerca que la he tenido en tantas ocasiones y lo adorable que me va pareciendo cada día que pasa, que incluso lo de Sonia parece nada si pienso en Julieta.
Aun así, sé que está mal pensar en ella de esa manera aunque cada vez sea más difícil. Me concentro en la actuación, tras el sorteo nos ha tocado cantar en última posición y el primer grupo ya ha salido al escenario. Miro hacia donde están todos mis alumnos, a cual más nervioso, unos intentan tranquilizar a otros, entre ellos Mario, que me fijo en lo pendiente que está de Julieta.
Ella estruja una botella entre sus manos, justo como la última vez, él tiene ambas manos en sus codos y le habla en susurros mientras le sonríe. Está loco por ella y puedo entenderlo, quizá sus intenciones sean buenas ahora, al menos eso parece por cómo actúa... sin embargo yo tengo que quitar los ojos de ellos, me revuelve el estómago ver sus constantes intentos de conquistarla de nuevo, pero supongo que no puedo hacer otra cosa que ver lo que sucede desde otro plano.
El segundo grupo ya está sobre el escenario y me levanto para llamar la atención de mis alumnos... y ya de paso separar un poco a Mario de Julieta. Todos se reúnen en torno a mí.
— Es nuestro día, chicos — Animo, algo nervioso también yo — Si hemos llegado hasta aquí no es para quedarnos en el camino, si no para llegar lo más lejos posible, ¿estáis preparados?
Un sí enorme resuena por todos lados, tras varias palabras más de aliento y justo cuando termina el otro grupo, se acercan al escenario para empezar, en el último momento retengo a Julieta de la muñeca.
— Eh, suerte ahí arriba — Le digo, señalando con la barbilla el sitio, al mismo tiempo acaricio su brazo y noto cómo tiembla bajo mis dedos — No estés nerviosa.
— Gracias Elías — Susurra, buscando mis ojos mientras traga y saliva. Me muestra una bonita y traviesa sonrisa — Y créeme, cantar ahora no me pone tan nerviosa como esto — Se pasa la lengua por los labios mientras mira nuestro contacto.
La suelto despacio mientras intento sin conseguirlo no sonreír contagiado por ella.
— Hasta ahora — Dice, antes de salir corriendo hacia el escenario, donde todos están preparados.
Me despido con la cabeza, poniendo ambos pulgares hacia arriba y acercándome yo también al escenario, donde un foco ya se posa sobre Julieta, haciendo que brille más que nunca, justo como yo la veo cada día.
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El sueño de Julieta.
RomanceJulieta es una adolescente que toda su vida ha vivido en orfanatos, pero es la chica más feliz del mundo haciendo lo que más le gusta: cantar. Cada noche sueña con ello, con cantar junto a una persona que aparece cada noche en su mente, aunque todav...