Capítulo 59.

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NARRA ELÍAS.

Cuando llegamos al hotel y dejo a Julieta en su habitación, en vez de dirigirme a la mía, voy con las ideas fijas en la cabeza. Después de esta noche estoy seguro de dos cosas: la primera es que Julieta es la chica a la que llevo buscando toda mi vida y la segunda es que lo que voy a hacer será lo mejor para ambos. Lástima que ambas no sean compatibles.

Ella, a pesar de su madurez, es todavía muy joven, muy inocente. Le queda mucho por aprender del mundo, de las personas. Y sí, quizá pueda hacerlo a mi lado, pero, ¿en cuántas cosas la condicionaría? Si ya lo hago sin querer, no me imagino cómo será en un fututo. No, no puedo hacerlo.

Voy a la habitación de Edgar, él en cierto modo es mi confidente, el que sabe cómo son las cosas y el que en algunos aspectos, está de acuerdo conmigo, sobre todo en uno, y es que Julieta debe ser feliz.

— Tenemos que hablar — Digo directamente en cuanto abre la puerta. Mira por encima del hombro. Fabio, su compañero de habitación, está sobre la cama leyendo algo. Asiente y sale al pasillo, cerrando.

— ¿Qué ocurre? — Pregunta, cruzándose de brazos y parece que encerrado en sí mismo — Yo lo siento, pero no voy a ser vuestro intermediario, Elías. Esto no está bien. No está bien que cantes con ella, que luego te quedes a solas en medio de la playa...

— Edgar, déjame explicarte — Me pongo serio, por lo que se suaviza — Te dije ayer que podrías estar tranquilo por Julieta y vengo para eso, así que escúchame.

— Lo siento, me he dejado llevar — Baja la cabeza.

— Acabas de decir que no quieres ser nuestro intermediario, y lo serás una sola vez más y solo si quieres — Hago una pausa, tragando saliva — Mañana, cuando lleguemos al orfanato, solo tienes que entregarle una caja a Julieta que te daré, es para ella, solo para ella. Después no tendrás de qué preocuparte.

— ¿Solo eso? — Se le nota extrañado, aunque seguramente pronto entienda todo.

— Nada más. Prométeme que harás lo que te pido — Quiero irme de aquí, se me acumula cada cosa que ha sucedido esta noche — ¿Sí?

— De acuerdo — Asiente lentamente — ¿Irá todo bien?

Con un seco movimiento de cabeza le hago saber que sí, después me alejo con las manos metidas en los bolsillos, sin ganas de encerrarme en mi habitación porque lo único que haré será pensar en ella. Aunque me temo que a partir de mañana, no haré otra cosa.

NARRA JULIETA.

Al día siguiente salimos temprano camino al orfanato, todos nos levantamos agotados, apenas hemos dormido unas horas, así que todo el viaje de vuelta es silencioso, por el cansancio y también por el resultado, una mezcla de todo.

Algunos compañeros que no son del coro, como Fabio, nos acompañaron, otros en cambio se quedaron aquí por decisión propia. Muy pasada la hora de comer, a eso de las siete de la tarde, por fin llegamos al orfanato. Nos reciben como si hubiéramos sido los ganadores y claro, lo agradecemos, aunque por dentro tengamos la espinita clavada de quedar segundos.

Lola organiza lo que ella llama cena especial esa noche, no quiere vernos con las cabezas agachadas porque según dice, debemos estar orgullosos de lo conseguido.

Diana y yo nos quitamos el uniforme del orfanato de mala gana en nuestra habitación, creo que nadie quiere ir a esa dichosa cena.

— Lo hiciste bien, Juli — Dice sin venir a cuento — Sé que no paras de darle vueltas pero hazme caso, estuvo genial. Nos hiciste llorar a todos, y el público...

El sueño de Julieta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora