Capítulo 30.

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Diana intenta hacerme entrar en razón esa noche antes de dormir, pero me considero bastante cabezona además de, por supuesto, haber estado ahí en primera persona escuchando lo que Elías ha dicho.

— Verás, Juli — Se queda sentada en la cama mirándome con el ceño fruncido — Yo entiendo todo lo que puedas sentir por él, pero soy tu amiga y no quiero que vuelvas a pasarlo mal.

— Pero es que... todo es distinto ahora, te lo prometo — Al igual que ella, yo también intento convencerla, esto es un tira y afloja. — Eso de querer estar a solas conmigo, lo que me dice, Diana, lo que me trasmite, ¿es que me vas a decir que todo eso es parte de mi imaginación?

— Lo único que quiero hacerte entender es que él quiere casarse con su novia, tenga dudas o no, ahora mismo así son las cosas, ¿o eso ha cambiado en algo? — A mi pesar, tengo que negar con la cabeza, en eso tiene razón.

— Desde luego, eres experta en quitar la esperanzas a la gente — Le digo, medio en reproche medio en broma, tapándome con las mantas y dándome la vuelta — Hasta mañana, Diana.

— Buenas noches, Juli — Escucho su voz adormecida, antes de cerrar los ojos yo también.

No tardo en dormirme, no suelo hacerlo. Paso tantas horas despierta que cuando pasan las doce de la noche mi cuerpo me pide al menos un poco de descanso antes de empezar un nuevo día. Siento a los pocos minutos la imagen acudir de nuevo a mí, estoy de nuevo en un escenario, pero ese no se parece al de nuestro orfanato, ni al de la competición donde fuimos, es distinto, es gigante y espectacular, digno de una gran actuación o un gran concierto. Y yo estoy ahí, en medio de él, con varios focos apuntándome directamente y una masa de gente esperando a que cante.

De nuevo, no puedo reconocer la canción, nunca lo hago, pero igualmente en mi sueño comienzo a cantar y todo es silencio, hasta que aparece él, ahora sé que es él y no ella porque una silueta de hombre emerge tras el telón trasero, acercándose a mí, ¿por qué no puedo saber quién es si está tan cerca? No lo sé, en los sueños pasan cosas surrealistas como esta, y él comienza a cantar y el público, como cada noche, estalla. Después llega esa caricia que recorre mi brazo y eriza cada bello de mi nuca, hasta compruebo que me hace sonreír al mismo tiempo que, sin dejar de cantar, me emociono y alguna que otra lágrima recorre mis mejillas.

Ahora es una luz muy fina, pero sin embargo más intensa que la de los focos, la que me pega directamente en la cara, incluso me molesta e intento quitármela de encima, pero no puedo... así que abro los ojos, despierto para comprobar que ya es de día, que de nuevo el madrugador rayo de sol es el que me hace despertar.

***

He dado por sentado que durante estos quince días que nos pertenecen de vacaciones, no debo despertar a Diana hasta la hora de comer pase lo que pase. Es su tiempo y quiere aprovecharlo de esa manera, pasándose el día durmiendo.

Yo sin embargo ya llevo vagando por el orfanato gran parte de la mañana, de un lado a otro y sin saber muy bien qué hacer. Hay unos cuantos alumnos, casi contados con los dedos de la mano, que parecen tan perdidos y aburridos como yo.

Cuando veo a Edgar en el comedor me alegro mucho, por fin una cara conocida con quien poder charlar.

— ¡Hola! — Saludo, sentándome a su lado mientras desayuna — ¿Te acabas de levantar?

— Hace apenas media hora — Dice, y por su voz parece que incluso ha sido hace como cinco minutos — Creo que tú llevas más de media hora y más de dos horas, ¿me equivoco?

— No — Sonrío, quitándole uno de sus famosos rizos que parecían molestarle — Si me paso la mañana durmiendo, siento que desaprovecho un tiempo precioso para hacer otras cosas.

Me mira encogiéndose de hombros, creo que no me da la razón y que le gustaría seguir en su cama, pero ahora lo tengo conmigo y no voy a dejarlo escapar.

— Oye Juli, gracias por hacer como si nada de todo esto hubiera pasado y tratarme como uno más, no sabes cuánto lo siento — Murmura.

— Eso es agua pasada, Edgar. Te enamoraste y ya está, puedo entenderlo — Le quito una de sus galletas para hacer algo con las manos.

— Entonces... ¿te llegaste a enamorar de Mario? — Pregunta ahora con cautela.

— Lo cierto es que no, y menos mal — Sonrío y él lo hace conmigo — Pero igualmente creo que llegará alguien indicado, si ellos no han sido, otros serán.

Charlamos durante el desayuno y una vez acabado también. Creo que ambos teníamos ganas de una conversación como las de antes, de esas que duran horas y en los que no se acaban nunca los temas, Edgar es uno de esos mejores amigos que no se pueden reemplazar una vez que se han ido, solo echarles de menos y esperar el día que vuelvan, como ha pasado con él.

Esa tarde en la sala de ensayo, Elías se dedica a analizar la actuación del sábado, a felicitarnos por hacerlo bien y a corregir algún error pasable para que la próxima vez salga mejor todavía. Después nos anuncia que tiene nuevas canciones, repartiéndonos a su vez un nuevo cuaderno, idéntico al marrón anterior.

— Ahora no hay elecciones para saber quién interpreta los solos o los duetos, porque como habréis comprobado tenemos nueva pareja — Nos señala a Edgar y a mí y los demás aplauden, seguramente más a que ya no esté Irene que a nosotros mismos. — Ya sabéis que como la otra vez hay más canciones de las que cantaréis, pero la elección final la iremos haciendo durante estas dos semanas antes de la siguiente actuación.

Tras eso, abre el cuaderno y todos los demás lo imitamos para ver en qué canciones ha pensado esta vez. Lo primero que puedo ver es la elección de las grupales, de la primera y última que cantaremos, esta vez son: Another day of sun y Say a little prayer for you.

— Oye Elías, no es por nada — Diana levanta una mano para llamar su atención — Pero, ¿nos tomas por músicos profesionales? Esta vez solo tenemos dos semanas y no dos meses para aprendernos todo esto, es imposible.

— Exactamente eso es lo que sois, Diana. No músicos profesionales, pero unos artistas más que increíbles — Le lanza una de esas sonrisas que derriten hasta al iceberg del titanic, aunque claro, mi amiga es muy distinta y solo lo mira cruzada de brazos y con cara de pocos amigos.

Decidimos empezar con esas dos canciones, pero el primer trabajo es para los que tocan instrumentos, así que Edgar, yo y los del coro nos dedicamos a revisar las demás canciones mientras Elías trabaja con los otros.

Yo voy directamente a los duetos, comprobando con agrado que Todo es posible es la primera de la lista, tengo muchísimas ganas de cantar esa canción con Edgar, estoy segura de que con él podré hacerlo. También está Olvidé respirar. Aunque, a no ser que pase algún incidente, me temo que la primera será la elegida.

Como solos solo hay dos canciones, una para mí, Undo, que ni me suena ahora mismo... y para Edgar All of me, que sí la conozco y sé que lo hará de maravilla.

— Se nota que Elías tiene confianza en ti — Edgar se me acerca leyendo la lista al igual que yo — Por lo que sé, esta canción no tiene nada de sencilla.

— ¿Qué dices, la conoces? — Le pregunto confusa, ¿y por qué yo no la conozco?

— Tú también — Suelta una carcajada — Me obligaste a ver como cada año ese festival de Eurovisión y esa canción te encantó. Fue el primer año que pasamos aquí y pensé que eras una obsesa. Bueno, yo y todos.

— ¡Qué gracioso! — Le saco la lengua intentando hacer memoria, hace tres años de eso entonces, seguramente me gustaran varias canciones pero ahora no recuerdo Undo, aun así me alegro conocerla. No será tan difícil.

Antes de terminar la clase, arranco un trocito de la última hoja del cuaderno, que está en blanco, y busco un bolígrafo sin llamar la atención, me apoyo sobre la tapa para escribir rápidamente.

¿Me darías un poco de tu tiempo esta noche? Te espero donde siempre.

—J.

______________

¡¡Hooola!!

Aquí un nuevo capítulo, ¡espero que os guste!

¡Os leo!

El sueño de Julieta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora