Capítulo 35.

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Es miércoles, pero desde que estamos de vacaciones todos los días parecen ser domingo. No hay jaleo en el orfanato, la gente cuando aparece solo se divierte, y lo único rutinario que hacemos es ensayar, cosa que me encanta y me alegro de que no se descanse, al contrario que las clases.

Por fin puedo empezar con mi canción, y debo decir que por fin he recordado Undo, ¿cómo pude olvidarme de ella si la estuve cantando durante las siguientes dos semanas de escucharla sin ni siquiera saberme la letra? Incluso Diana me decía que debería cambiar de canción, le cansaba todo el día escuchar la misma.

Parece que Elías conoce mis gustos igual o más que yo. Diría que es cosa del destino que, aunque tarde, ha hecho que conozca mejor a una persona como él, ¿quién iba a decir que tras tres años juntos íbamos a compaginar tanto?

— Intenta que el estribillo te salga desde más abajo, ¿lo entiendes? — Mientras los demás ensayan sus partes o sus canciones, Elías se me acerca.

— Si lo suelto desde más abajo, después me costará más subir — Digo, arrugando la nariz. Es más complicado de lo que pensaba.

— ¿Y crees que no vas a poder hacerlo? — Su cálida sonrisa me desarma, eso es jugar sucio porque me siento indefensa cada vez que sus ojos verdes se cruzan con los míos.

— Lo intentaré — Me rindo, como siempre. Él asiente y guiñándome un ojo, va hacia otro alumno, a corregirle lo que sea que tenga que hacer.

Sigo, aplicándome el consejo de Elías y cogiendo aire en el estómago soltándolo junto a la primera estrofa. Miro hacia la hoja donde está apuntada la letra cuando lo veo, una pequeña nota, ¿cuándo la ha dejado si ni siquiera me he dado cuenta?

Mirando a ambos lados, la cojo entre mis manos para desdoblarla:

¿Nos vemos después de clase?
Creo que tenemos que ensayar... entre otras cosas. Te espero.

—E.


Un escalofrío me recorre toda la espina dorsal, entre otras cosas... esa frase me pone nerviosa a la vez que me inquieta. Tengo intriga por saber lo que pasó anoche, dónde estuvo Elías aunque tenga mis sospechas y en qué acabó lo que hiciera. Resolveré mis dudas dentro de menos de una hora.

El tiempo restante trascurre deprisa, como siempre que estamos aquí el tiempo pasa volando, Diana me pregunta si voy con ellos a jugar a algo, pero le digo que nos reuniremos algo más tarde, me observa con los ojos entornados, pensando a saber qué, aunque me temo que nada nuevo, pero al final se convence y acompañada de Edgar, son los últimos en salir. Elías tiene razón en eso de que vernos aquí no levanta sospecha, aunque eso no incluye a Diana, claro.

— Imagino que te preguntarás sin pasar en qué pasó anoche — Una vez a solas, se acerca a mí con su peculiar sonrisa en la boca.

— Bueno... tampoco es para tanto — Bromeo, haciéndole soltar una carcajada.

— Entonces no te importará que no hablemos del tema — Alza ambas cejas — Podemos ensayar tu canción y ya está.

— Me parece que no — Frunzo el ceño, sabiendo que se está divirtiendo a mi costa.

— Ya sabía yo — Me ofrece su mano, es un gesto extraño todavía, aunque ya los haya habido antes, como su caricia... — Sentémonos.

Lo sigo, o más bien me dejo arrastrar hasta la parte de atrás del escenario, donde se sienta y se acomoda, yo hago lo mismo y espero hasta que se decida a hablar, que parece que no será nunca.

El sueño de Julieta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora