Capítulo 41.

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La primera canción la sacamos adelante con creces, Elías siempre busca las mejores opciones posibles y sin duda, Say a little prayer for you es una de esas. El público se pone en pie cuando comenzamos y no para de hacerlo hasta la última nota, cosa que nos anima a todos, dándonos confianza.

Después es mi turno junto a Edgar, apenas hemos ensayado la canción, pero nos conocemos tan bien que con un par de horas sabíamos que podríamos hacerlo. Todo es posible es otra canción que sube el ánimo y se nota, aunque el desgaste es enorme, menos mal que después tendremos algunos minutos de descanso.

Mientras la canto con Edgar, solo me imagino a Elías frente a mí, como si sin hacerlo le estuviera dedicando toda la canción con mi entrega, dedicando cada una de las letras que parecen estar hechas para nosotros dos.

[...Si hay un destino,
será contigo,
no habrá nada que pueda frenar,
la aventura de quererte aún más...]

Respiro con dificultad cuando terminamos, intentando seguir el ritmo de mis compañeros mientras Edgar canta su solo, ya nos queda poco, ¿cómo es posible prepararse tanto para algo que tan solo dura unos minutos? Sin duda ha merecido la pena, porque desde ahí veo que todo nos está saliendo a la perfección.

Miro de reojo a Elías, que disfruta del espectáculo hasta que se da cuenta de que le observo y me guiña un ojo, diciendo algo que no entiendo por el ruido y porque seguramente solo haya movido la boca sin emitir ninguna palabra.

Me preparo para mi solo, por fin cantaré Undo después de tanto ensayarla, después de comprobar que es una canción preciosa y de que tengo que intentar emocionar al público, de que tras la alegría viene la calma, que tenemos que trasmitir tantas cosas en tan poco tiempo.

Salgo de entre el grupo de mis compañeros, recibo alguna que otra palabra de ánimo y algún toque o apretón cariñoso, Edgar ha dejado el nivel por las nubes tras su actuación y tengo que estar, cuanto menos, a su altura.

Pienso en todos los consejos de Elías en estos días mientras el suave piano comienza a sonar, el público ahora guarda silencio cuando comienzo a cantar y lo mantiene durante cada minuto de la actuación, justo al terminar la última estrofa y cuando la música cesa, todo se viene abajo, o es lo que parece que veo desde ahí arriba. Nos despedimos agradecidos y con los aplausos todavía sonando en nuestra espalda.

Me dirijo sin pensarlo a Elías, que a unos cuantos metros me recibe con una sonrisa enorme en la boca y los brazos abiertos, corro hacia él cuando un brazo rodeándome la cintura me detiene y me gira completamente.

— ¡Has estado espectacular! — Exclama Mario, al que ahora tengo a unos centímetros.

— Gracias Mario, tú también — Intento zafarme moviéndome a ambos lados pero me tiene bien agarrada — Me gustaría ir con los demás.

— Claro, pero antes déjame hacer algo — Con la mano que tiene libre, roza mi mejilla hasta llegar a mis labios y así rozándolos con su dedo pulgar, en unos segundos puedo ver cómo se inclina hacia ellos, pero estoy rápida y pongo ambas manos en su pecho, echándolo hacia atrás.

— Esto no está bien, ya lo sabes — Susurro, arrugando la nariz y notando cómo deja de sujetarme, hasta que me libera del todo.

Me doy la vuelta para ahora sí, ir en busca de Elías, pero la sonrisa que tenía se me borra de la cara cuando veo que ya no está esperándome, que otros han llegado antes y son los que hablan y celebran lo que hemos hecho con él.

Sé que debería estar contenta, pero sin embargo siento que Mario me ha arrebatado mi momento con Elías y que no es justo. Me siento en el sofá, cogiendo una botella de agua y dándole pequeños tragos hasta calmarme un poco.

— ¡Vamos a ganar! — Diana viene dando saltos como loca, me abraza apresuradamente y observo divertida que va haciéndolo con cada compañero, gritando sin parar, emocionada.

— Hazle caso a tu amiga, creo que tiene razón — Elías se sienta a mi lado, me mira a los ojos — Ha sido perfecto Julieta, eres increíble.

— Gracias... — Me muerdo el labio inferior observando cada parte de su rostro... es tan guapo, tan increíble en todo lo que dice y hace, y yo tengo tantas ganas de abrazarle, de besarle... — Siento lo de Mario, yo quería...

— Lo sé — Me interrumpe, asintiendo — Guarda ese gran abrazo que quiero darte para más tarde, ¿vale? Además, aquí me habría cohibido delante de todos. Aunque no te escriba una nota, quiero verte esta noche.

— Me gusta la idea — Tengo que bajar la cabeza como siempre, no puedo evitarlo — Y lo de la nota... ¿sabes algo? Leerlas me hace creer que esto es de verdad.

— Nunca dudes eso, Julieta.

Diana viene de nuevo pegando saltos, me levanta para que siga con su celebración y Elías nos mira soltando una carcajada, recostándose en el sofá y disfrutando a su manera, mientras nos observa, de lo que estamos consiguiendo.

Tardan al menos una media hora en llamarnos al escenario por fin, yendo hacia ahí compruebo que me da igual si esta noche ganamos o no, estoy más que orgullosa de todo lo que hemos hecho en nuestro primer año.

Los tres grupos esperamos nerviosos el resultado y, como la otra vez, primero dicen el tercer clasificado que por suerte no somos nosotros. Solo quedamos dos y unos segundos para que todo cambie; o nuestro recorrido termina aquí o vamos directos al campeonato regional.

Cierro los ojos con la mano de Diana cogida, yo aprieto con fuerza pero ella todavía más, no sé quién de las dos la tendrá después más dañada, pero ahora eso no importa. Contengo la respiración mientras el miembro del jurado habla y alaba nuestras interpretaciones y por fin... en el primer puesto lo dice, el nombre de nuestro orfanato, hemos ganado.

Abro los ojos por fin para comprobar que todo el mundo aplaude, que así nos quieren decir que somos justos ganadores.

Diana me estrecha entre sus brazos mientras sus lágrimas, o las mías, mojan nuestras mejillas sin parar. Los otros grupos nos felicitan pero yo solo busco a Elías entre toda la multitud. Lo encuentro celebrando con algún que otro compañero pero cuando me ve venir sus ojos se iluminan.

No le da tiempo a hacer gran cosa porque de un momento a otro estoy entre sus brazos, con la cabeza apoyada en su pecho. No quiero esperar a más tarde para recibir su abrazo, no quiero hacerlo aunque estemos rodeados de gente, aunque esa gente nos conozca. Me pasaría así, cobijada en él, todo el tiempo que hiciera falta.

El sueño de Julieta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora