Me escabullo en cuanto termino de cenar, disculpándome con mis amigos. Lo más raro e intrigante de todo ha sido que Elías no ha estado en el comedor, no ha cenado después de enviarme la nota y eso me preocupa.
Cuando compruebo que nadie puede verme, abro la hoja y respirando hondo, leo:
Hola Julieta.
Cuánto hace que no te escribía, ¿verdad? Aunque lo cierto es que me gusta más tenerte frente a mí que hablar a través del papel.
Me gustaría que nos viéramos esta noche, a las 23.00h en la sala de ensayo.
Quiero hacer lo posible por volver a verte sonreír.
-E.
Me muerdo el labio inferior, ilusionada. Sí, ya sé que nos vemos a diario, pero hacía tiempo que no me dedicaba unas palabras y lo ha hecho. Miro mi reloj, solo faltan unos minutos para la hora acordada así que me siento en la sala de juegos, veo la tele junto a unos pocos compañeros mientras se va despejando, cada vez queda menos gente y solo son cuatro los que quedan cuando me dirijo a la sala de ensayo.
Me extraño cuando veo que todo está a oscuras, como si no hubiera nadie. ¿He leído mal la nota? No, es la hora, pero no parece que Elías haya estado ni mucho menos vaya a estar por aquí. Pienso que puede ser una broma, pero tampoco, porque reconocería su letra siempre.
— Cierra los ojos — Un susurro y sus labios rozando el lóbulo de la oreja, hacen que me estremezca de pies a cabeza — Solo un segundo.
Asiento, respirando profundamente. Escucho algo pero no reconozco el qué, solo creo que todo sigue apagado. Espero paciente hasta que siento que está a mi lado de nuevo.
— Puedes abrirlos — Dice ahora, esta vez un poco más alto.
Tenía razón, las luces del techo y los focos siguen apagados, pero eso no quiere decir que no vea nada, porque Elías ha preparado un camino de velas hasta el escenario, donde hay unas cuantas haciendo la forma de un círculo. Me coge la mano y me lleva hasta ahí, justo en el centro. Miro arriba, también hay velas, esta vez como pequeñas bombillas, colgadas del techo. Como si de estrellas se tratase.
— Julieta, ya sabes que soy muy escueto en palabras — Comienza a decir, dejándome en el sitio y colgándose la guitarra — Pero eso no quiere decir que no sienta nada, que no quiera gritarte cada cosa que me pasa por la cabeza, simplemente... a veces es demasiado difícil. Pero, ¿sabes qué? Tú me has enseñado algo, aprendo de ti cada día, y es que la mejor forma de decir todo lo que sientes es cantándolo, contándolo con música.
Ahora, por muy difícil que parezca, la que me quedo sin palabras soy yo, trago saliva sin poder siquiera moverme. Solo observando a Elías ahí, muy cerca de mí, iluminado solo con las luces de las velas y reconociendo el mágico brillo de sus ojos verdes.
— Así que, si me lo permites, quiero contarte algo a través de una canción — Sonríe de forma dulce — ¿Me dejas a pesar de todo?
Asiento, ¿cómo no iba a hacerlo? Sí, sé que quizá es lo que menos me conviene, que lo mejor sería pasar de una vez la página, pero hay veces que el libro entero se queda pegado, que es imposible.
Se concentra, pone sus dedos sobre las cuerdas de la guitarra y levanta la mirada, haciendo que sus ojos coincidan con los míos. Comienza a tocar y conozco la canción, la ha elegido sabiendo que reconocería Yellow, de Coldplay.
[...Look at the stars,
Look how they shine for you...]Señala al techo, donde las pequeñas velas parecen estrellas, después me señala a mí y yo sonrío sin parar, saboreando la felicidad.
[...I came along;
I wrote a song for you...]Vuelve a mis ojos y asiente, para decirme que todo eso va por mí, que por fin está queriendo decir todo lo que tenía escondido, expresándolo de esa manera.
[...You know, you know I love you so,
you know I love you so...]Y ahí está, lo que tanto tiempo llevaba esperando. Lo que llevaba preguntándome durante meses, durante casi todo el curso, desde que coincidimos por primera vez después de clase y supe que estaba enamorada de él.
Dejo que termine la canción, lo hace con los ojos cerrados, cantando sin perderse ni un momento, haciéndolo tan increíble como siempre. Cuando acaba, respira hondo, parece aliviado de repente, y me mira, sonriendo.
— No te imaginas cuánto tiempo llevaba guardando esto — Susurra, tragando saliva — Pero ya está, Julieta. En la vida hay que asumir lo que viene, lo que te golpea constantemente aunque lo ignores una y otra vez... y yo intentaba no pensar en que te quiero, en que estoy enamorado de ti desde que vi cuánto podías decir solo cantando.
— Esto... esto quiere decir — Tartamudeo, y me trabo una y otra vez, sí, se que lo ha dicho, cantando y con sus mismas palabras, pero sigo sin creérmelo. — No parece que esté pasando.
Arruga la nariz y me coge ambas manos, acariciándolas con los pulgares mientras observa cada parte de mi rostro.
— Haría lo que fuera por no volver a verte llorar, y menos sabiendo que es por mí — Susurra, ahora el que parece dolido es él — Así que ya está, Julieta, si tengo que gritar a los cuatro vientos que estoy loco por ti, lo haré, pero no vuelvas a derramar ni una lágrima por este estúpido.
¿Lágrimas? Creo que en un momento como este se me acaba de olvidar lo que es eso y todo lo relacionado. Necesito abrazarle y lo hago, me tiro a sus brazos, que rodean mi espalda mientras hunde su cabeza en el hueco de mi cuello.
— No eres estúpido — Mi voz suena ahogada sobre su pecho — Solo un poco cerrado.
— Pues he dejado de serlo — Siento su mano en mi barbilla, levanta mi cabeza y nos miramos, después se acerca a mí — Te quiero, Julieta — Murmura, a milímetros de mis labios. Cierro los ojos para recibir los suyos, que, durante unos escasos segundos, se posan sobre los míos.
Se separa de mí, con una sonrisa de oreja a oreja que me contagia sin querer. Si su misión esta noche era hacerme sentir feliz, lo ha conseguido con creces. Lo único que necesitaba desde hace semanas era salir de esta incertidumbre, aunque fuera para darme de bruces contra un muro y saber que Elías no me quería.
Aunque sí es cierto que esto es mucho mejor. No pensé que se podía llegar a sentir de esa manera, tan profunda, tan plena y a veces tan hiriente, pero así es, el amor todo lo puede y, en nuestro caso, la música ha podido y ha vencido.
— ¿Y ahora qué? — Pregunto, sin saber muy bien dónde acabamos de meternos, ni el camino que estamos siguiendo.
— Vivamos el día a día, ¿te parece bien? — Juntos, nos sentamos en el escenario, apoyo mi cabeza en su hombro — Ahora ambos hemos sacado lo que hace mucho sabíamos. Es tiempo de disfrutar.
NARRA ELÍAS.
Si alguna vez me preguntan qué es la felicidad, diría que he vivido momentos con ella. Como estar aquí con Julieta, habiéndole confesado todo sin pensar en que mañana seguirá siendo mi alumna. Diría que Julieta es la felicidad cuando sonríe, cuando habla, cuando se mueve, pero sobre todo cuando canta, que ella me hace rozar el cielo cuando se sube a un escenario y me hace bajar al suelo cuando roza mi mano. Que he estado enamorado antes, pero ella me ha enseñado lo que es de verdad amar a alguien incondicionalmente, traspasando lo que haga falta, saltando y esquivando lo que pueda venir después.
¿Que qué es la felicidad? Es sencillo, Julieta es la felicidad.
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El sueño de Julieta.
RomanceJulieta es una adolescente que toda su vida ha vivido en orfanatos, pero es la chica más feliz del mundo haciendo lo que más le gusta: cantar. Cada noche sueña con ello, con cantar junto a una persona que aparece cada noche en su mente, aunque todav...