Capítulo 53.

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En las siguientes dos semanas, además de estudiar sin parar porque los exámenes están al llegar, todos seguimos preparando cada canción elegida. Cada uno tiene la suya y, esta vez en la final la norma dice que solo habrá una canción grupal, un dueto y una canción solista. Tres en total.

Como grupal Elías propuso The time of my life y todos aceptamos encantados, es una canción conocida por todo el mundo y podemos dar un buen espectáculo. Como dúo, nuestro profesor después de la última actuación se decantó porque lo hiciéramos Edgar y yo, se trata de la canción Tan solo tú, que es más que preciosa y tal como nos entendemos mi amigo y yo, puede salir bien.

Mi canción es otra historia. Todavía recuerdo aquel lunes en el que Elías me la mostró, ya la tocaba a piano y se detuvo, quería que fuese una sorpresa... y vamos que si lo fue. No sé el motivo de que haya escogido justo esa, pero cuenta tanta verdad que soy incapaz de cantarla al completo tras dos semanas, siempre tengo que detenerme debido a la emoción, a que me pongo a llorar sin consuelo que valga.

Hoy en clase hemos ensayado las otras dos, la otra la hemos dejado tras intentarlo varias veces sin éxito. Diana y Edgar me animan antes de salir de clase y respetan que quiera quedarme, no quieren hablarme mucho para que pueda contenerme, y lo agradezco.

Me tumbo en el borde del escenario con las piernas colgando, mirando los focos ahora apagados del techo, ¿qué demonios me está pasando? Me lo pregunto cada día a pesar de saber la respuesta, y es Elías.

Todo sentimiento que pueda tener hacia él está en el límite, a punto de explotar. Nunca pasa nada más entre nosotros, seguimos bien, pero estoy enamorada, mucho más que eso, yo lo dejé salir, pero él en cambio o no lo siente, o simplemente lo tiene escondido y no pretende dejarlo escapar nunca. Siento que quiere alejarme, dejarme ir. Y eso me duele en lo más hondo, y justo de eso mismo habla mi canción.

Me mira y me dice sin hablar muchas cosas, a veces creo que lo expresa cantando, tal y como yo hago, aunque a cambio de mí, Elías no deja que la emoción pueda con él.

NARRA ELÍAS

Observo a Julieta desde la parte de atrás del escenario y se me cae el mundo encima. Le he dejado elegir entre otra canción, cualquier que no le duela como lo hace, cualquier que no la tenga en un pozo cada día. No quiero recibirla a mis clases con ojeras, y arrastrando los pies, pensé que esa canción le vendría como anillo al dedo por el sentimiento que expresa, pero solo he hecho todo lo contrario, solo hago que perjudicarla, hacerle daño de una manera o de otra.

Estas semanas he hablado con Lola sobre muchas cosas, y, a parte del futuro de Julieta y demás alumnos, también hemos hablado de mí, de estos tres próximos meses de verano que tengo por delante. Creo que es el mejor punto y aparte que puedo poner entre lo que siento por Julieta. La quiero con todas mis fuerzas y por eso mismo sé que tengo que dejar que siga con su vida, yo solo hago que no avance, que vaya marcha atrás como hace ahora, nunca le ha costado tanto una canción como esta, y sé que yo tengo la culpa.

— ¿Cómo estás? — Dejado el tiempo de descanso, salgo y me siento a su lado, ella se incorpora y me mira, sus ojos siguen siendo espectaculares, aun con todo el cansancio y trabajo acumulado.

— Lo siento — Dice con un hilo de voz — Acabaré sacando la maldita canción, ¿vale? Tengo dos semanas todavía, me sé la letra, todo. Es cuestión de tiempo.

— Julieta, no te he preguntado por la canción — Aprieto la mandíbula, aguantándome el dolor contagiado por ella — Estoy preocupado por ti, no estás bien y es lo que más quiero, que te recuperes, que seas la de antes. Y si una canción te va a quitar tu luz, la descartaremos.

— Dame hasta el domingo... — Ahora sus ojos negros se oscurecen — Si ese día no tengo la canción perfecta, la cambiamos.

Asiento, y sigo mirando su perfil. Se tumba de nuevo en el escenario e intuyo que quiere estar sola. Cojo su mano con ternura, acariciándola. Sustituyendo todos los besos que le daría y las veces que le diría cuánto la quiero por eso, siendo tan cobarde como siempre.

— Ve a descansar ahora, por favor — Le digo, sin soltar su mano.

— Me iré enseguida, te lo prometo.

Me levanto, alejándome a pesar de que dos manos invisibles me tienen agarrado por la cintura y me arrastran a ella, a su lado, a pasar todo el tiempo del mundo junto a esa chica preciosa, encantadora, increíble.

NARRA JULIETA.

Agradezco que Elías se vaya, quiero ensayar y con él aquí es imposible, lo sé, lo sabe y por eso se ha marchado, porque no voy a ir a descansar aunque se lo haya prometido, voy a cantar esa canción sea como sea. Esto no va a poder conmigo.

Decido cantar así, tal cual me encuentro. La melodía la tengo en la cabeza y es todo lo que necesito ahora. Million reason suena sin sonar y comienzo a cantar.

[... You're giving me a Million reason to let you go...]

Me atasco en la primera frase, aun así intento continuar cerrando los ojos, ahí tumbada las lágrimas recorren mis mejillas y acaban en el suelo de madera. Tengo que detenerme una vez más porque la voz deja de salir, sigo sin poder hacerlo, aun estando sola.

— Ven, vamos — Alguien me coge de ambas muñecas, levantándome y acogiéndome entre sus brazos, dejando que apoye la cabeza en su pecho — No sé qué es lo que te pasa últimamente, Juli, pero esto tiene que acabar.

Edgar, como gran e incondicional amigo, deja que llore un buen rato. Soy consciente de que no puede ser tan duro, es solo cantar una canción, ojalá fuera así. En estos momento desearía no sentir la música tal y como lo hago.

Entrelazando sus dedos con los míos, me lleva hasta la sala de juegos, donde no hay casi nadie ya que es la hora de la cena, algunos nos observan, incluido Mario que está jugando a la diana y se queda parado, aunque no acude a mí. De hecho dejó el coro durante los últimos días, cuando supo que no iba a cantar en la final. Intentamos convencerlo sin éxito, así que al final respetamos su decisión.

— Juli, escúchame — Edgar me seca las lágrimas una vez que me ve más tranquila — No sé si es el mejor momento, de hecho, no sé si te va a resultar o no raro, pero Elías me ha dado esto para ti.

Del bolsillo de sus pantalones negros del uniforme saca un papel doblado, me lo acerca y lo cojo con las manos temblorosas, claro que tiene sentido, aunque no sé qué querrá Elías si ha estado hace unos minutos conmigo.

— Sí, muchas gracias Edgar — Lo miro a los ojos, sus rizos despeinados me hacen sonreír — Por todo lo que estás haciendo.

— Te quiero Juli, eso es lo importante — Arruga la nariz, sacándome la lengua — ¿Vamos a cenar?

Asiento, acompañándolo al comedor donde ya nos esperan Diana y Fabio, acaramelados como nunca. Sí, ya están definitivamente juntos y felices, y me alegro muchísimo por ellos, por eso siento tanto no estar celebrándolo como se merecen. Ambos me observan preocupados, me preguntan qué tal estoy y yo les hago saber que bien, que ahora mismo mucho mejor, aun sin haber leído todavía la nota de Elías.

El sueño de Julieta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora