Capítulo 27.

353 47 20
                                    

Muchísima gente está reunida ahora mismo en una especie de sala de recepción colocada justo antes de llegar al lugar definitivo: el escenario.

Nosotros ya estamos todo lo preparados que se puede estar en un momento como este. Los otros cuatro grupos que hoy también actúan están desperdigados por toda la sala. De los cinco de hoy, solo tres pasaremos a la siguiente ronda, después hay mucho más, pero de momento ese el paso que nos toca dar. No queremos ser uno de los dos equipos eliminados.

Tras el sorteo, nos toca actuar en cuarta posición. Estoy sentada en uno de los sillones, con una botella de agua entre las manos y estrujándola sin parar. Escucho las actuaciones, que debo decir que son increíbles, y también escucho gente, muchísima gente ahí fuera viéndolas. Diría que si el auditorio donde se celebra el campeonato no está lleno, le falta poco.

Mario está sentado a mi lado, dándome pequeños apretones de mano a modo de ánimo, Diana choca las baquetas de la batería sin parar, Edgar está apartado, junto a Irene, Elías da vueltas de un lado para otro y de vez en cuando se asoma al escenario por la pequeña rendija que deja el telón de terciopelo granate.

— Ya queda poco, chicos — Nos dice una de las últimas veces que se asoma — Sois los siguientes.

Nos ponemos en pie, haciendo grupo los catorce y rodeando a nuestro profesor.

— Ahora vamos a dejar en esta sala los nervios, para que se los quede el siguiente grupo. Vamos a dejar la desconfianza, las inseguridades... y nos vamos a llevar al escenario que somos los mejores y que sabemos hacerlo, ¿está bien? — Un sí fuerte y general resuena por toda la sala.

Elías coloca su mano con la palma hacia abajo en mitad del círculo formado, sobre su mano van catorce más y con un grito de "¡Vamos allá!" salimos unos detrás de otros. Me da el tiempo justo de mirar por encima del hombro para ver que Elías me guiña un ojo con ambos pulgares arriba.

Todo es silencio cuando salimos. Decir que esto es grande es quedarse corto, me espera mucho menos para una primera vez y ya es demasiado tarde para quedarse atrás. Todas las personas ahí reunidas esperan a que nuestra actuación comience.

Las trompetas son lo primero en sonar y, si hubiera sabido esto no hubiera accedido a ser la primera en tener que cantar. Temo que no me salga la voz.

Bailamos al compás, de un lado a otro, hasta que es mi turno y Mario coge firmemente mi mano y salimos de entre nuestros compañeros.

[...Do you remember the 21st night of September?
Love was changing the minds of pretenders
While chasing the clouds away...]

Bien, cantada mi parte, puedo relajarme, ahora es el turno de Mario, tras eso dejamos al coro interpretar el estribillo y nos metemos entre los demás mientras Irene y Edgar cantan la segunda y última parte de la canción.
Tras el último estribillo y en cuanto los instrumentos cesan, el auditorio estalla en aplausos... prometo que no es mi imaginación y es justo lo que ven mis ojos.

Tras esa actuación, nos tomamos un par de minutos de descanso que la canción requiere. Ahora es el turno de Irene y Edgar con Yo contigo, tú conmigo. Aunque bueno, a decir verdad es Irene la que canta prácticamente toda la canción y mi amigo le acompaña en unas cuantas estrofas contadas, aun así no sale nada mal y me deja tiempo para descansar, a mí y a Mario, ya que somos los siguientes con Quiero que vuelvas.

Mario empieza con la canción a los pocos segundos de que el piano comience. Me preparo para mi parte. Me gustaría cantar una canción tan preciosa como esta con Edgar, o por supuesto con Elías que sería simplemente mágico, pero... ahora es lo que toca.

Cuando terminamos, también hay aplausos, muchos, muchísimos. Empiezo a sentirme realmente bien comprendiendo que gusta lo que estamos haciendo, que tanto trabajo sin duda ha merecido la pena. Pero ahora llega lo más difícil, mi canción como solista.

Tengo que ponerme en primera fila del escenario, justo debajo de un foco que ilumina todo mi alrededor formando un círculo. El público guarda silencio entre actuación y actuación y ahora no se oye nada de nada, excepto mi corazón que el ritmo que lleva parece que lo puedan estar escuchando hasta en la última butaca, la que más lejos se encuentre. Sin que me lo espere comienzan las suaves notas del piano de City lights, es mi turno.

[...All alone in the danger zone,
Are you ready to take my hand? All alone in the flame of doubt, Are we going to lose it all...]

Estoy apretando el micrófono con tanta fuerza que ambas manos me sudan, este es mi sueño, cantar delante de tanta gente y ver sus caras, ver que disfrutan con lo que yo hago. Comienzo a emocionarme sin poder evitarlo e intento controlar dos gruesas lágrimas que ya resbalan por mi mejilla. Involuntariamente giro la cabeza, miro por encima de mi hombro para encontrar los ojos emocionados de Elías, que no está a la vista del público pero sí de a la nuestra. Acabo la canción con nuestros ojos coincidiendo y el aplauso más grande que haya escuchado en mi vida.

Enseguida vuelvo junto a mis compañeros, que me felicitan comedidamente, ahora no es momento de excitación, nos queda la última actuación y ni siquiera puedo todavía comprender todo lo que está pasando porque las primeras notas de So happy togueter resuenan cuando todavía no estoy preparada.

Pasa tan rápido que apenas me doy cuenta de que hemos terminado, soy la primera en salir del escenario tras agradecerle al público todo lo que han hecho. Sin esperarlo estoy por los aires con los brazos alrededor de mi cintura, pero puedo saber que es Elías quien me tiene cogida por su olor, lo reconocería donde sea.

— Creo que eres la única persona capaz de hacerme quedarme sin palabras día tras día — Susurra contra mi pelo — Gracias por esto, Julieta. Gracias por ser la estrella que más ha brillado hoy sobre el escenario.

No me da tiempo a contestar sus palabras, porque todos los demás se nos echan encima en un abrazo grupal y porque estoy sin ellas, sin aliento, sin palabras, desbordada de alegría, de emoción...

***

Cuando finaliza el último grupo y, por lo tanto, la actuación y el campeonato. Solo queda esperar el resultado, tenemos confianza en pasar de ronda, pero no estará todo visto para sentencia hasta que el jurado delibere, y para eso todavía queda un buen rato. Todos los grupos estamos ahora en la recepción, a cual más nervioso.

— ¡Mi novia es la mejor! — Mario se acerca a mí pegando gritos y haciendo que todo el mundo nos mire, lo que me faltaba. ¿Es que su famoso plan ha cambiado?

Pero ahora sí, ahora es el momento, me levanto cruzada de brazos y me acerco a él mirándole con una sonrisa, esta vez sincera después de tanto tiempo.

— ¿Tu novia? — Pregunto, haciéndome la sorprendida — Así que de eso se trataba la apuesta, Mario, de que todos supieran que soy tu novia, ¿verdad? Bueno, quizá esa parte la has ganado, pero me he enterado de todo. ¿No había segunda parte de la apuesta? Me parece que te la has saltado.

Soy consciente de que todos los del grupo, absolutamente todos e incluido Elías, nos miran. Diana tiene una sonrisa escondida y se frota las manos esperando, ya le queda poco.

— ¿De qué hablas Juli? — Mario se pone frente a mí, bajando la voz y lanzándole una rápida mirada a Irene, que por su expresión no sabe dónde meterse.

— Lo sé todo, Mario, sé que querías contarme toda la estúpida apuesta antes de que saliéramos al escenario y que no fuera capaz de cantar, pero ¿sabes qué? Me da igual — Sonrío, encogiéndome de hombros — No te voy a negar que en el primer momento me sentí traicionada, pero... lo bueno de todo esto es que no has conseguido ganar la segunda parte, no me he enamorado de ti, no podría jamás enamorarme de alguien como tú.

Abre la boca, pero vuelve a cerrarla, supongo que por sus escasos motivos para replicarme ahora que hemos pillado su juego. 

____________

¡¡Holaa!!

Bueno, bueno... aquí os dejo un nuevo capítulo, ¡espero que os guste!

Como siempre, ¡os leo!

El sueño de Julieta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora