Capítulo 55.

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Todo el orfanato me mira esa mañana de forma extraña. Y es que aquí todos nos conocemos, todos sabemos el estado de ánimo de cualquier otro al verlo por los pasillos, en el comedor, o en cualquier otra sala del edificio. O claro, si no te enteras por ti mismo, ya acabarán contándotelo.

El caso es que hoy estoy bien por fin, me he levantado de la cama con ganas de vivir el día, no de querer darme la vuelta y taparme hasta la cabeza. Hoy es distinto, es algo nuevo.

— ¿Tú que has desayunado para tener esa sonrisa todo el rato? — Diana me mira con el ceño fruncido cuando terminan las clases, de camino a la sala de ensayo — Aunque si te digo la verdad, me alegro de que hayas dejado de ser el alma en pena de los últimos días.

— Supongo que todo eso ha pasado — Me encojo de hombros — Las cosas cambian y ahora espero poder cantar la canción como es debido.

Asiente, abrazándome por la cintura. Todos estaban preocupados por mí, llegué a un límite que ni siquiera sabía, incluso intenté disimular, pero hay cosas que no se pueden ocultar, y el dolor o los sentimientos por alguien son los ejemplos más claros.

Tengo que confesar que estoy algo nerviosa cuando entramos a la sala. Saber que Elías está ahí como cualquier otro día me altera, más si pienso que ayer me besó, aunque bueno, más que un beso fue un pequeño e inocente roce, pero la verdad que solo eso es suficiente, porque no es solo el beso, es el lugar, sus palabras, la canción. Demasiadas ilusiones que ahora hay que controlar.

Como cada tarde, empezamos con la canción grupal. La tenemos prácticamente perfecta, tan solo hay algunos detalles que limar a dos semanas de la competición. Tras ese ensayo, la mayoría de compañeros pueden irse a estudiar, es lo que Lola le ha pedido a Elías para este último mes y medio de clase.

El dúo que compartimos Edgar y yo sale bien, me gusta mucho cantar con él porque soy yo misma con mi mejor amigo y, aunque sean la mayoría de veces canciones de amor, nunca nos sentimos incómodos el uno con el otro.

Nos reímos mucho en el ensayo de hoy, además, Edgar está muy pendiente de mí desde que vio mi estado de ánimo.

— ¿Quieres que me quede a tu ensayo? — Pregunta cauteloso una vez que hemos acabado nosotros.

— No, ve a estudiar — Contesto. No me desagrada que se quede, en absoluto, pero quiero tener algo de tiempo a solas con Elías — Estoy mejor, ya me ves.

— Si te veo — Entrecierra los ojos mientras me observa — ¿No quieres contarme nada, de verdad?

Muevo la cabeza a ambos lados, cansada de repetirlo. Me gustaría compartir con él todo lo que me sucede, pero eso solo complicaría las cosas más de lo que ya son.

Cuando sale, miro a Elías, que medio escondido en la parte de atrás del escenario me devuelve la mirada, con las manos en los bolsillos de sus vaqueros y con una sonrisa.

— Estás mejor — No pregunta, confirma una realidad.

— Gracias a ti — Respondo, manteniéndome donde estoy, aunque querría ir hacia él sin duda.

— Me alegra que estés mejor pero, ¿sabes qué? — Da dos pasos, acercándose y llegando para coger mis manos — Estar bien o mal no debería depender de mí, ni de nadie que no seas tú. Eres increíble, Julieta, y lo descubrí hace mucho. Como te dije ayer, eres capaz de brillar, capaz de todo lo que te propongas... y no gracias a mí, sino a ti misma.

Me quedo pensando en sus palabras y, conociéndolo y aprendiendo de él tanto como lo estoy haciendo, quizá lleve razón.

— Pero ahora mismo solo soy una chica enamorada — Me encojo de hombros — Y sí, es posible que no deba dejarme llevar tanto por cada sentimiento, pero soy así, en todo.

Asiente, sonriendo y llevándome hasta el piano, donde deja mis manos sobre la tapa del instrumento y dándome con su dedo en la punta de mi nariz, se sienta frente a las teclas.

— ¿Te parece que ensayemos tu canción? — Pregunta, aunque está claro que mi respuesta es afirmativa.

Toca las primeras notas con los ojos cerrados y yo respiro hondo para empezar, consciente de que me enfrento a un reto y que solo la simple melodía me emociona.

Comienzo con la primera frase y, por sorpresa y aunque están a punto de salir mis lágrimas, puedo contenerlas. Creo que tener a Elías ahí me ayuda mucho.

Abre los ojos y me mira mientras interpreto la canción, hasta ahora no me había fijado pero él también siente la letra. Está conteniéndose tanto como yo y en su mirada incluso reconozco el orgullo.

— Impresionante — Parpadea rápidamente cuando he terminado — Pero, ¿intentarías algo por mí?

Mi cabeza se mueve arriba y abajo enérgicamente, sonriendo al comprobar que he podido cantar, acabar toda la canción sin ser un mar de lágrimas. Lo que tengo que hacer por Elías no es nada del otro mundo, solo subir unos tonos en el estribillo y romper la voz un par de momentos, cree que ese tipo de cosas puede gustar a la gente que nos vea en el campeonato.

La cantamos un par de veces más y Elías me convence con su peculiar ternura de que tengo que irme a estudiar, al final accedo, aunque por supuesto y como siempre, me cueste despedirme de él.

NARRA ELÍAS.

Cuando Julieta se marcha, canto su canción. Entiendo perfectamente que se emocione al hacerlo, y más cuando suelta tanto sentimiento, aunque sí es cierto que eso es lo que le hace ser tan increíble. Cuando acabo tengo que tragar saliva varias veces para que alguna que otra lágrima se quede en su sitio.

Hoy estoy más orgulloso de ella que nunca, y es que a pesar de todo lo que trasmite, de lo que hace llegar, ella se ha mantenido, se ha controlado como si de una artista se tratara, a pesar de no haberse subido a un escenario más de tres veces.

— Desde que me enseñaste esa canción, me parece maravillosa — Lola me estaba escuchando, cruzada de brazos y apoyada en el marco de la puerta, me ruborizo sin querer, no estoy acostumbrado desde hace mucho a cantar ante nadie — ¿Cómo la lleva Julieta?

— Le estaba costando mucho durante estos días — Me levanto del piano para dirigirme a ella — Pero hoy me ha sorprendido de nuevo, va a dejar boquiabierto a cualquier que esté en ese auditorio.

— Estoy segura de ello — Sonríe, esa sonrisa dulce que hace que algunas pequeñas arrugas se formen alrededor de sus ojos — Además, me alegro que vuelva a ser la de antes. Intenté hablar con ella en estas semanas y me fue imposible.

— Creo que ese problema está resuelto — Murmuro, pensando en la noche de ayer, en todo lo que viví con Julieta y en que si Lola supiera algo no me miraría con el cariño que lo hace.

— ¿Y el tuyo? — Pregunta ahora, añadiendo al gesto de cariño otro de madre preocupada — ¿Has tomado la decisión?

— Sí, creo que sería lo mejor — Contesto, metiéndome ambas manos entre el pelo, como si eso me ayudara a aclarar un poco mis ideas.

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¡¡Hooola!!

Solo quiero deciros que no queda mucho para el final, pero tengo que dar las gracias a todos los que me habéis seguido en esta historia desde el principio.

¡Gracias!

El sueño de Julieta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora