Capítulo final.

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Edgar entra corriendo al comedor, se dirige a mí con los ojos muy abiertos, observando todo a su alrededor. Me quedo en el mismo sitio sin saber qué demonios está pasando, asustada al verlo de esa manera.

— Julieta, ven conmigo — Dice una vez que ha llegado a mi mesa.

— Estoy esperando a Lola, tiene que contarme algo — Lo miro sorprendida — ¿Qué te pasa?

— Tienes que venir conmigo, por favor — No me muevo, una buena razón tiene que haber para dejarme sin mi explicación.

— Sé que no tienes ni idea de dónde está Elías — Habla deprisa, cansándose de mi actitud — Así que si quieres saberlo, tienes que acompañarme.

Me levanto temblando, sin ni siquiera mirar atrás para ver si Lola viene hacia la mesa o no, solo sigo a mi amigo, que me lleva hasta la parte de atrás del orfanato, hasta el pequeño bosque delimitado, metiéndose entre los árboles.

— No sé si esto es una especie de broma, Edgar, pero estoy preocupada — Protesto cuando por fin se detiene y coge algo de detrás del tronco de un árbol.

— Nunca bromearía contigo sobre algo así — Está serio, mucho, y eso solo aumenta mi inquietud, mi incertidumbre. Tiene una pequeña caja de color azul cielo en las manos.

Me fijo en ella, está cerrada con un candado, pero la llave está pegada sobre la tapa, junto a un sobre. Edgar me la ofrece y titubeo antes de cogerla, no sé qué significa todo esto.

— Ayer, después del campeonato, Elías me dejó esto para ti — Me explica mi amigo aunque no le he preguntado — No tengo ni idea de lo que puede haber dentro. Solo que tienes que leer la carta primero — Señala el papel pegado que había visto antes.

— ¿Dónde está Elías? — Son las únicas palabras que soy capaz de vocalizar, intentando asimilar lo que está sucediendo. — ¿Está en el orfanato?

Mueve la cabeza a ambos lados, tan lentamente que parece que no quisiera hacerlo, ni eso ni estar aquí conmigo en este momento.

— ¿Quieres que esté contigo cuando la leas? — Ahora quien niega soy yo — ¿Me quedo, aunque sea para hacerte compañía?

— Déjame sola, por favor... — Me sale la voz ahogada, ya casi ni puedo articular nada.

— Estaré cerca, ¿vale? Búscame para cualquier cosa.

No le digo nada, simplemente me siento en la hierba, apoyando mi espalda en el tronco del árbol donde estaba la caja, la dichosa caja que ahora mismo tengo entre mis manos sin saber qué hacer con ella.

Pienso un segundo, quizá sea bueno, ¿no? Una nueva sorpresa de Elías... pero la pequeña sonrisa que había aparecido se me borra enseguida, no es eso porque entonces ni Edgar ni Lola habrían actuado como lo han hecho.

Uniendo piezas, sé que Elías no está en el orfanato, que se ha debido ir por algún motivo sin despedirse de mí pero, sin embargo, sí ha podido dejarle algo a Edgar para que fuera él quien me lo diera, y eso no pinta bien. La cabeza va a estallarme de un momento a otro así que armándome de valor, decido hacer caso a mi amigo y leer la carta. Eso solucionará todo.

Leo conteniendo la respiración:

Hola Julieta.

No sabes cuántas veces querría pedirte perdón por esto, aunque siempre serían pocas.

Soy un cobarde por haberme ido así, sin una despedida, sin una explicación, pero si te hubiera tenido frente a mí, mirándome con tus maravillosos y atentos ojos negros, habría sido totalmente incapaz de hacerlo.

Como he intentado muchas veces que entendieras, tu felicidad no debe depender de verme a mí cada mañana o no, de que te confiese lo que siento o no lo haga. Quiero dejar de ser una prioridad en tu vida y no he encontrado una mejor manera de hacerlo.

Seguramente me esté equivocando, sé que durante estos cuatro meses que no estaré ahí contigo, sabrás aprender todo lo que yo no he sabido enseñarte.

Eso desearía que hagas, a pesar de que no soy nadie y ahora mucho menos para aconsejarte, pero, si he significado algo en tu vida, espero que me hagas este último favor: valórate, crece como persona y como artista, cree en ti y en nadie más, porque todo lo demás sucederá tarde o temprano, pero no dejes que alguien se interponga entre tú y tu sueño.

Sé que tú eres la persona que esperaba en mi vida, pero en cambio, yo no puedo ser la que interfiera en la tuya y la ponga patas arriba, no te mereces eso.

No puedo decirte nada más, porque entonces sería imposible terminar esta carta.

Te dejo una caja, en ella espero que encuentres respuestas a todas tus preguntas y a todas tus emociones, sé que sabrás sacarlas de la mejor manera.

No abras esa caja cuando quieras matarme, ni cuando pienses que soy el peor hombre del universo, solo hazlo cuando sea el momento adecuado, también vas a saber eso.

Nos vemos pronto Julieta, sigue persiguiendo tus sueños, persíguelos hasta que los alcances. Sigue haciendo brillar a las estrellas.

Elías.

Dejo la carta abierta a mi lado, sobre la hierba. Cierro los ojos sintiendo dolor por todo mi cuerpo, como si me estuvieran pegando una paliza.

Esto no puede estar pasando, Elías no puede estar despidiéndose de mí, diciéndome que entre nosotros nunca va a pasar nada, no quiero creerlo.

Pero entonces analizo los últimos instantes con él, varios recuerdos vienen a mí, como la noche en la que me cantó Yellow, cuando yo pensé que era una declaración y era el principio del fin, también recuerdo cuando me decía que viviéramos el día a día, o cuando me repetía sin descanso que pensara en mí, o cuando hacía lo posible para que las canciones me salieran a la perfección. En el fondo todo han sido pequeñas pistas que yo no he sabido interpretar, Elías quería mi felicidad, lo tengo claro, pero no a costa de nadie.

Por último, recuerdo la canción Say Something que cantamos juntos ayer, ¿cómo no pude darme cuenta después de eso? Entre millones de canciones de amor, eligió una que hablaba de irse. Y en la playa... su te quiero final.

Igualmente, no puedo hacer otra cosa que sentir rabia, no ha hecho las cosas bien, no puedes hacer creer a una persona que la quieres y después marcharte, dejando una carta y una caja cerrada.

Apretando la mandíbula y conteniendo las lágrimas, vuelvo al orfanato, donde Lola acude a mí en cuando cruzo la puerta de entrada.

— ¡Julieta! Me has asustado saliendo de esa manera — Me mira de arriba abajo, menuda cara tengo que llevar — ¿Qué te pasa?

— No es nada, Lola... — Suspiro, solo pensando en no echarme a llorar frente a ella — Edgar me ha contado que Elías ha tenido que irse y bueno, me da pena.

— Quería explicártelo justo antes de que salieras — Sigue preocupada, aunque en cierto modo le he contado la verdad — Elías se ha marchado para seguir aprendiendo, estará cuatro meses fuera, en un curso sobre interpretación, pero volverá con las pilas cargadas en septiembre, para conseguir el primer premio — Ahora intenta sonreír para así animarme.

— Eh, si, ya me ha explicado todo Edgar — Curvo mis labios hacia arriba — Entonces ha sido un buen plan, seguro que viene con ideas nuevas.

Quiere seguir hablando, pero busco la excusa que primero se me ocurre para largarme de ahí cuanto antes, si lo que Elías quería es no ser mi prioridad, lo ha conseguido, porque en cuanto llego a mi habitación, guardo la caja en el fondo del armario, para olvidarme de ella, y también olvidarle a él. 

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Bueno, pues hemos llegado al final...

Mañana o en los próximos días publicaré el epílogo y, ¡atent@s!porque hay sorpresa... ya que anunciaré algo que creo que os va a gustar.

¡Os leo siempre!

El sueño de Julieta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora