Hago que me siga hasta nuestra habitación. Ya que ni yo misma sé lo que me pasa, quizá ella sí... no sé, puede que haya experimentado estas cosas tan raras antes.
— ¿Vas a dejar de dar vueltas de una vez y contarme lo que está pasando? — Mi mejor amiga está cruzada de brazos sentada sobre su cama mientras yo pienso las palabras que voy a decirle.
— Es que no sé... — Miro al techo, después a los lados — ¿Alguna vez has tenido una sensación distinta al ver a alguien? Es difícil de explicar.
— Ya veo — Susurra, arrugando la nariz — ¿Una sensación de qué tipo? ¿Buena, mala...? Dame pistas si quieres que te ayude, Juli.
Me siento en mi cama, frente a ella y mirándola fijamente a los ojos. ¿Estoy exagerando demasiado? Quiero decir, ayer mismo Elías era uno más de mis profesores. Me encantaba que llegase la hora de su clase y mirar cómo tocaba, y observar cada uno de sus movimientos naturales cuando nos explicaba cualquier cosa, pero hoy ha sido tan distinto...
— Verás, hoy me ha pasado algo muy raro al ver a alguien — Intento explicarme con calma — Es una persona a la que veo cada día y nunca había significado nada, pero de repente hoy... — Me mira moviendo la cabeza hacia adelante, supongo que diciéndome que siga hablando, así que lo hago — Estábamos a solas y se me ha secado la boca, las manos me sudaban y no sabía qué hacer con ellas, era... era...
— Ya — Chasquea la lengua y me interrumpe — Todos sabíamos que esto tarde o temprano acabaría sucediendo. Es normal, Juli.
— ¿Es normal? — Me dejo caer de rodillas al suelo y apoyo mis manos en sus brazos — ¿A qué te refieres?
— Pues a Edgar y ti, ¿a qué va a ser? — Habla como si de verdad lo que estuviera diciendo tuviera todo el sentido del mundo. — Pasáis mucho tiempo juntos, era cuestión de tiempo que terminara gustándote.
Me levanto lentamente y ella me observa en todo momento. ¿Edgar? ¿Gustarme mi mejor amigo? ¿Cómo ha llegado a esa conclusión?
Me disculpo diciéndole que necesito despejarme y salgo de la habitación. En parte es cierto, parece que necesito un tiempo para pensar en esto. Edgar no me gusta, claro que no, pero ahora mi mejor amiga piensa que si. Aunque... ese no es el problema. ¿Me gusta Elías? Si la respuesta es afirmativa, ese es el verdadero problema. ¿Cómo va a gustarme mi profesor? Tengo que estar confundida, el... admirarlo ha debido trastocarme tanto que ahora pienso que me gusta, pero debo estar equivocada.
Tal como habíamos quedado, me reúno con Edgar a eso de las cinco de la tarde en la sala de ensayo. Cuando llego él ya está ahí probando algunas notas, hace pocas semanas se decidió a tocar la guitarra para tener una segunda opción aparte del canto.
— ¿Qué tal? — Me sonríe, alzando la cabeza al verme.
— Encantada de poder cantar de nuevo contigo — Le devuelvo una sonrisa amable sin dejar de pensar en las palabras de Diana, ¿me gusta Edgar y no me doy cuenta? No puede ser.
— No lo parece — Deja la guitarra a su lado para dirigirse a mí directamente — En la comida estabas distraída y no parece que haya cambiado mucho la cosa, ¿ocurre algo?
— No, claro que no — Sacudo la mano para quitarle al asunto tanta importancia como sea posible, tengo que olvidarme de todo esto de una vez y dedicarme a cantar, que es lo que más me gusta. — Enséñame eso que estabas tocando, sonaba bien.
Asiente y coge de nuevo su instrumento, parece que olvidándose un poco del tema. Toca algunas notas torpes... al igual que pienso que cantar lo hace como nadie, parece que no le ha cogido el truco todavía a la guitarra, aun así intento cantar lo que toca, aunque, cada vez que se equivoca y hace que me pierda, soltamos una carcajada y es casi imposible volver a empezar. Cuando él comienza a hacerme los coros, no puedo evitar mirarle sin parar, tiene un sonido de voz tan perfecto...
— ¿Os ayudo en algo? — No me había dado cuenta de que Elías estaba apoyado en el marco de la puerta, mirándonos. ¿Cuánto tiempo lleva ahí?
— Hola profesor — Edgar saluda con la mano mientras yo me limito a mostrarle una pequeña sonrisa — Estaba intentando sacar alguna canción con la guitarra, aunque de momento no sale gran cosa.
— Déjame ver — Se acerca a nosotros, Edgar se levanta y ocupa un sitio junto a mí en el suelo. Elías, cogiendo la guitarra de mi amigo, se sienta frente a nosotros — ¿Qué tal empezar con la canción el regalo más grande?
Ambos nos miramos y asentimos a la vez. Hemos trabajado con esa canción antes y la hemos cantado mil veces juntos, una más no estaría nada mal... aunque no es una más y ya está. Quizá ayer lo fuera, o hace tan solo unas horas, pero Elías está justo en frente, mirándonos mientras toca, y eso hace que no me salga la voz por mucho que lo intento. Edgar canta su parte, pero cuando es mi turno me quedo en blanco.
— No puedo, lo siento — Echo la cabeza hacia atrás en mi quinto intento frustrado — No... no me sale.
— ¡Venga Juli! — Edgar coge una de mis manos con las suyas y da un pequeño apretón a modo de ánimo — Cantas esta canción como nadie.
Elías asiente serio y se detiene. Respiro hondo consciente de que cuatro ojos están puestos en mí ahora mismo, diciéndome a mí misma que esto no es nada comparado con todo lo que puede venir en un futuro. Tengo que hacerlo.
— Vale, probemos de nuevo. — Digo.
Edgar abre mucho los ojos con ilusión mientras que creo notar que Elías esconde una pequeña sonrisa cuando vuelve a las primeras notas de nuevo.
El corazón me late como nunca antes cuando Edgar canta las primeras frases, pero me doy cuenta de que no lo miro a él, sino los dedos hábiles de Elías sobre las cuerdas de la guitarra y su cabeza agitándose levemente de arriba abajo, haciendo que algunos de sus mechones castaños claros se balanceen.
Cuento para mis adentros cuando es mi turno y suelto el aire antes de comenzar. Por fin la letra me sale fluida, como tantas otras veces. Tengo los ojos cerrados durante varios segundos, sin querer saber lo que pasa a mi alrededor, solo los abro cuando Edgar canta de nuevo. Sigue con mi mano cogida y lo hacemos como siempre lo hemos hecho, juntos.
— ¡Madre mía! — Elías deja la guitarra para aplaudirnos cuando hemos acabado y respiramos al compás — ¡Parece que lleváis toda la vida haciendo esto, chicos!
— ¿No es increíble? — Edgar me suelta la mano para señalarme, como si él no nos hubiera dejado sin aliento.
— Pero, ¿te has escuchado? — No puedo mantenerme callada — El mérito no es mío, es de ambos.
— Julieta tiene razón — Elías me mira directamente con sus ojos verdes — Si hacéis esto aquí, ¿os dais cuenta de todo cuanto podéis lograr en el campeonato frente a miles de personas? Tenéis que prepararos una gran canción para las pruebas, por favor. Si me convencéis, os prometo que será la que cantéis en la primera actuación, en las clasificatorias.
Si antes no tenía presión, ahora siento que no tengo tiempo para nada. Edgar y yo hemos cantado muchísimas canciones juntos, pero siento que tenemos que sorprender, que no tiene que ser una que ya nos hayan escuchado los demás. Debe ser algo nuevo.
Pasamos parte de la tarde ahí, Elías es el primero en irse. Él puede salir del orfanato siempre que quiera, nosotros los alumnos, tenemos algunas salidas programadas de vez en cuando, pero siempre acompañados de algún adulto.
Casi a la hora de la cena Edgar y yo decidimos dejarlo por hoy. Empieza a picarme la garganta de forzar algunas notas altas y mi amigo no está mucho mejor. Hemos probado varias canciones que pueden gustar pero se le ve saturado y falla en algunas ocasiones, supongo que la presión está pudiendo con él y es mejor parar y no forzar de momento.
Camino junto a él hacia la salida sin quitarme varias cosas de la cabeza. Recordando sobre todo de nuevo mi sueño, cada vez más convencida de que tiene que ser Edgar el que aparece en él.
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¡¡Hoooli!!♡♡
La historia avanza, ¿os gusta? ¡Espero que si! Os prometo más y mejor...
¡¡Os leo siempre!!♡♡
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El sueño de Julieta.
Roman d'amourJulieta es una adolescente que toda su vida ha vivido en orfanatos, pero es la chica más feliz del mundo haciendo lo que más le gusta: cantar. Cada noche sueña con ello, con cantar junto a una persona que aparece cada noche en su mente, aunque todav...