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Miraba por la ventana como los pies de varios callejeros paseaban por la acera encharcada. Sin importar que sus zapatos se empaparan y sin importar que el frío calase sus huesos. Realmente parecía que no les importaba nada de su alrededor, tan sólo pendientes de su teléfono móvil. Y yo les envidiaba desde mi posición. Sentada en frente de Clàudia en aquella cafetería que tantas veces solía visitar. Con un café americano en las manos que ni si quiera me gustaba, pero me recordaba a él cada vez que lo tomaba. Cómo cuando fumaba tabaco en momentos de estrés o en momentos de añoranza. Me hacía recordar a sus labios en altas horas de la noche. Cuando llegaba a casa con olor a vodka, cigarrillos y a sexo desenfrenado. Cuando simplemente estábamos juntos.

-Se te va a enfriar.- Murmuró Clàudia quien tomaba mi mano con cierta ternura. Ella era capaz de entender los sentimientos de otras personas sin ni si quiera pasar por ello. Pensar que tenía a mi mejor amiga a mi lado y que además era capaz de comprenderme, no lo hubiese cambiado por nada en el mundo. En cierto modo lograba sentirme mejor conmigo misma.

-Tienes razón.- Respondí yo dándole un largo sorbo al café evitando saborearlo.

Lo dejé sobre la mesa y lo aparté con la mano para poder poner mis brazos en forma de cruz y apoyar mi cabeza en estos. Quería continuar mirando el paisaje. Pero cuando mi cabeza volvió a toparse con este, todo había cambiado. El cielo se había vuelto aún más grisaceo y abrumador, evitando así que las calles tuvieses la típica iluminación natural que las caracterizaba. La lluvia se había vuelto más agresiva y las personas que decoraban las carreteras, habían desaparecido para buscar cobijo de esta. Pensé que en un momento cómo aquel, hubiese sido yo la única estúpida que se dejaría mojar por la lluvia y danzaría debajo de esta. Mientras tanto, cierto gruñón estaría quejándose de que su chaqueta de cuero está empapada y me forzaría para volver a casa y así conseguir tumbarse en la cama y no levantarse hasta el día siguiente, o hasta el otro, o el otro. Hasta que se cansase de dormir a mi lado o se avergonzara.

-Quizás elegí el camino equivocado. Debí aceptar desde un principio que Yoongi y yo no estábamos hechos el uno para el otro.- Mis ojos se volvieron algo llorosos, pero aún así las lágrimas aguantaban en su lugar perfectamente. -Debí dejarlo cuando me lo advirtió. Llegaría a ser feliz de alguna manera sin sentirme vacía por todo lo que me ha hecho sentir. Sin sentir que me falta algo esencial. Sin sentir que me falta él.

-Eres idiota.- Sonrió Clàudia mirándome directamente a los ojos. -Quiero decir, llevas meses tan feliz con Jimin y de un día para otro te siento apagada. Es cómo si una tontería te hubiese hecho cambiar la forma en la que pensabas. Has estado todo este tiempo sin recordarle, superando todo lo que habéis vivido y además sin tener a penas comunicación con él. ¿Qué es lo que te está pasando?.

-Si lo supiera no estaría así. -Apreté mi cabeza con mis manos muy fuerte. Sentía que las dos neuronas que me quedaban estaban peleando ahora mismo.

-¿Tienes la regla, verdad?. Estás demasiado sensible.

Aquella pregunta me pilló desprevenida. -¿Qué?...¡Claro que no!.- Me sonrojé de tal manera que tuve que cubrir mi cara con el café. -Es más, tengo un retraso desde hace varias semanas.

Sus ojos se abrieron cómo platos. Me miró de arriba a abajo y me examinó detalladamente. De un momento a otro sus ojos se volvieron brillantes, tenía una mirada llena de ilusión en los ojos. No podía significar nada bueno.

-Eso lo explica todo.- Aplaudió alegremente con ambas manos y soltó un pequeño grito que logró llamar la atención de todos los clientes de la cafetería. Mientras tanto yo continuaba cubriendo mi cara cada vez más roja. -No puedo creer que todo esto esté pasando en estos momentos. Que casualidades tiene la vida, yo me voy a casar, Jin y Namjoon van a adoptar y tú...

-Y yo...-Me costaba entender de que hablaba.

-¡Y tú estás embarazada!.- Nuestras caras no coincidían en absoluto. Mientras ella continuaba con su radiante sonrisa mi cara se acercaba más al miedo y la decepción. O mejor dicho al arrepentimiento. 

No estaba preparada para tener un hijo y mucho menos si el padre se trataba de una persona por la que ya no sentía a penas nada. Por mucho dolor que causara, yo no estaba dispuesta a vivir con Jimin sabiendo que en el fondo quien yo seguía queriendo estaba a kilómetros de distancia y no quería volverme a ver jamás. Siendo tan joven, tan inexperta y recién empezada mi carrera no podía continuar con el embarazo. Simplemente no quería tener un hijo en aquellos momentos.

-No me gustan estas bromas.- Respondí yo pidiéndole ayuda con la mirada. Ella tan sólo enarcó una ceja confusa y se cruzó de brazos.

-Existe la gomita.

-Usamos siempre gomita, siempre.- Me di tres o cuatro cabezazos en la mesa. Tan sólo esperaba despertar de aquella pesadilla. -Despierta, joder.

Sentí una pequeña brisa al lado de mi cabeza. Era cómo si la mano de alguna persona hubiese pasado justo por ahí. Después de aquello sentí cómo un objeto chocaba en el suelo y se rompía. Inconscientemente me giré hacia este y vi mi café americano esparcido por todo el suelo. Mi cara cada vez expresaba algún grado mayor de desesperación.

-Esto no es bueno para el niño, o la niña, o el huevo kinder. Lo que quiera ser eso que está en ti.

-¡No es nada! No hay ningún bebé dentro de mí.- Me miré la tripa por unos segundos y la señalé. -Son gases. Si engordo, significa que son gases. -Ni si quiera mis excusas servían para engañarme, quizás mi amiga no estaba tan mal de la cabeza y podía tener razón. Quizás estuviese a punto de crecer dentro de mí una nueva vida y yo no iba a ser capaz de soportarlo.

Me levanté de la silla con tanta fuerza que moví la mesa y el café de Clàudia casi se cae encima suyo. Suspiré mirando al techo tratando de tranquilizarme, pero no lo conseguí. Así que opté por huir por la puerta lo más rápido posible para impedir que me siguieran. Necesitaba estar sola, necesitaba pensar en todo lo que estaba pasando, ordenar mis sentimientos y llorar. Necesitaba romper a llorar de nuevo. La gente del establecimiento se me quedó mirando cómo si acabasen de ver a un asesino cometiendo uno de sus actos. Pero tan sólo era una chica inestable, con un fuerte ataque de ansiedad y vete a saber tú que más podía tener en aquel momento.

Corrí por las calles, dejando que mi cabello y mi ropa se empaparan por completo. Sintiendo cómo las gotas se clavaban en mi piel cómo agujas. La tristeza empezaba a consumirme desde la punta de mis pies a mi cabeza. Volvía a sentir aquel agudo nudo en la garganta que tanto dolía y que me impedía pronunciar palabras. Realmente me hacía daño. Y ahí seguía yo, tratando de no resbalar mientras perdía las pocas fuerzas que me quedaban por correr de aquella manera. Sin rumbo y con desesperación. Las lágrimas ya habían conseguido tapar toda mi visión en incluso habían conseguido que perdiese mi estabilidad. El seguir de pie se me hacía difícil, pero no más que el respirar. Trataba de hacerlo, pero sólo sentía que me ahogaba. Acabé tropezando con la acera de tal forma que caí casi de boca al suelo. Me quedé estirada ahí, con la cabeza apoyada en este y con las rodillas adoloridas y ensangrentadas. Apoyando todo mi peso en mis codos y continuando con la mirada gacha. Me sentía incapaz de levantar la mirada. 

"Lo siento. Te amo. Perdóname." Eran unas palabras que se sentían vacías si no las escuchaba decir directamente de su boca. Pero aún así llegaban a hacer una gran repercusión sobre mí. Cómo si el hecho de haber escuchado en modo repetición su carta tantas veces, lo hubiese convertido en algo importante para mí. 

Dejé caer un par de lágrimas al suelo, las cuales llegaban a confundirse con la lluvia. -Yoongi...-Me puse de rodillas aún que estás ardieran como mil demonios y poco a poco fui levantando la mirada hasta encontrarme con una sombra al principio algo confusa. Sequé mis ojos con las palmas de mis manos y volví a mirar a la sombra que estaba parada delante de mí. Pude reconocer ahora sí fácilmente el rostro de mi novio Jimin que se protegía con un enorme paraguas negro, pero aún así estaba completamente empapado. Este tan sólo me dirigió una mirada de decepción durante unos pocos segundos y se dio la vuelta para seguir caminando en dirección contraria a mí.
Ahora si sentía el peso de la situación, el corazón roto y cómo mi pecho se hundía. Las heridas de mi cuerpo no eran nada en comparación a aquella opresión. El dolor que sentía en aquel momento podía superar a cualquier otro sentimiento que hubiese tenido. A cualquier otro.

𝑂𝑛𝑙𝑦 𝐹𝑜𝑜𝑙𝑠 𝐹𝑎𝑙𝑙 𝐹𝑜𝑟 𝑌𝑜𝑢 ──𝐌𝐢𝐧 𝐘𝐨𝐨𝐧𝐠𝐢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora