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La primavera había llegado a Seúl en un día tan especial como es el cumpleaños de Min Yoongi. Parecía como un regalo divino, y aunque no fuese realmente creyente. Si que lo veía como un regalo de aniversario desde el más allá.
Yoongi parecía un niño pequeño completamente ilusionado, aunque tratase de ocultarlo tras aquella actitud de "Me importa una mierda cumplir años". Era la primera vez es siglos que veía aquellos ojos café brillar con tanta emoción. Y verle de aquella forma, me hacía realmente feliz.

-¿Noelle?.- Preguntó el chico acercándose a mí lado, justo en frente de la ventana. Tenía la mirada perdida en aquellos preciosos árboles rosados. Pero si hubiese podido decidir que era más bello en aquel momento, sin dudarlo, habría elegido la sonrisa de Yoongi.

-Dime.- Traté de disimular mis mejillas algo sonrojadas girando mi cabeza hacía otro lado.

-¿Qué me vas a regalar? Cumplo 25 años, espero que tengas algo muy especial para mí.- Concluyó cruzándose de brazos y arqueando una ceja de forma algo impaciente.

Yo sonreí. Inevitablemente, no podían salir palabras de mí boca. Tan sólo pequeñas sonrisas de alegría. Estaban pasando tantas cosas maravillosas, que no podía llegar a creérmelas del todo.
De repente, sentí sus frías manos abrazando con lentitud mi cintura, acompañadas poco después por su cabeza apoyada en mi hombro. 

-Es hermoso. ¿No crees?.- Susurró mientras continuaba asombrado por las pequeñas flores de los árboles revolotear debido al aire. Parecía un festival de flores con distintas tonalidades de rosa. Y tenía razón, era hermoso. -Nunca había tenido la oportunidad de mirar detenidamente este tipo de cosas, creo que me he perdido mucho estos años.

Crucé mi mirada con la suya, para conectarme profundamente con él. Apoyé mi mano en su espalda, rodeandole el cuerpo con la otra y abrazándole hasta quedarnos frente a frente.

-A partir de ahora, lo verás todo de esa forma Yoongi.- Sonreí de una forma algo tierna y deposité un pequeño beso en sus labios. -Te lo prometo.

-¿¡Quién tiene ganas de fiesta!?.- Gritó Clàudia abriendo la puerta de entrada de la cafetería. 

-¿Habéis traído brochetas de cordero?.- Jungkook parecía tan idiota como siempre.

-Tengo hambre.- Respondió mi hermano Taehyung al comentario de JK. -Es tú culpa.

Los tres chicos se acercaron hasta nosotros con las manos ocupadas debido a las bolsas de comida y bebida que traían.

-¿Dónde dejamos esto? Pesa un poco.- Sonrió Taehyung mientras agarraba con más fuerza las bolsas y las extendía hacia mí para mostrarmelas. 

Señalé la barra de la cafetería para indicarles donde debían dejar todo antes de preparar la fiesta. Sentí un golpecito en el hombro, y segundos después, otros cuantos con un poco más de fuerza.

-Yoongi, ¿qué te pasa?. -Aparté su mano y dirigí la mirada hasta su posición.

-Pensaba que esto sería una especie de cena romántica. Tú y yo solos. -Se acercó a mí para susurrarme en el oído y suspiró. -Yo quería echar un polvo, joder.

Puse los ojos en blanco durante unos segundos. -¿No querías qué te sorprendiera por tú cumpleaños?.- Guiñé un ojo de forma juguetona mientras veía como los chicos se acercaban a nosotros después de haber guardado las cosas. -Feliz cumpleaños, idiota peliteñido.

-Sois unos amigos de mierda.- Yoongi se apoyó en la pared y lanzó un leve suspiro. -Habéis traído cerveza y no whisky, que asco.

Todos se encogieron de hombros como acto reflejo, yo sin embargo sabía perfectamente que Yoongi se sentía más agradecido de lo que nunca antes hubiese podido sentir. Lo conocía como si hubiese vivido con él toda su vida. Ahora podía decir que realmente conocía a aquel chico del que tanto llegué a enamorarme aquel día.

La puerta volvió a abrirse nuevamente, pero esta vez venían Namjoon y Seokjin cogidos de la mano y conjuntados con la misma chaqueta americana en distinto color. Estaban muy cambiados, quizás sus cabellos habían sido teñidos por enésima vez. Y aunque no estaba segura que veía de diferente en sus rostros, podía decir con seguridad que estaban preciosos. 

Todos, absolutamente todos, parecían felices. Me preguntaba cuanto tiempo había pasado desde aquella última vez que pudimos disfrutar todos juntos algo. Realmente ni si quiera recordaba un momento especial en el que les vi sonreír de aquella forma al unísono, pero sentí un ambiente tan acogedor, que no quería terminar aquel día jamás. 
Miré a Yoongi que se encontraba a mi lado y sus ojos parecían corroborar mis sentimientos y comprenderlos como nadie más. Estaban brillantes, casi podría decir que llorosos. Y supe en aquel mismo instante lo mucho que estábamos llenando el corazón de Yoongi y lo muy emocionado que estaba por vivir aquella situación con todos nosotros. Porque sí, pasaron cosas horribles y estuvimos mil veces a punto de quebrar. Pero a pesar de todos los problemas que hubiésemos pasado entre todos nosotros, el destino quería continuar manteniendonos unidos. Porque así es como debía acabar aquella triste y cruel historia, con un final merecido después de tanto sufrimiento.

Yoongi me abrazó por la espalda, en un pequeño acto de ternura y de desahogo mental. No estaba triste, ni decepcionado y aunque su cara de mierda diese a entender otra cosa, tampoco estaba enfadado por aquella fiesta. Simplemente no sabía de que forma actuar, no sabía ni que hacer, ni que decir. Era la primera vez en su vida que alguien hacía tanto por él y no esperaba que fuesen sus amigos los que continuasen a su lado después de tanto. 

Lo podía notar en la forma en la que me abrazaba, ya no tenía miedo a perderme. No lo hacía con fuerza como si me pudiese escapar de sus manos. Lo hacía con amor y con cariño, porque ya no se sentía tan solo y tan vacío. Y ahora sabía que nos tenía a todos a su lado dispuestos a ayudarle cuando lo necesitase y que también teníamos nuestras puertas abiertas para él para cuando quisiese compartir sus pensamientos y opiniones con nosotros. Ahora éramos todos una pequeña familia.

Cuando me quise dar cuenta, Namjoon estaba parado justo delante nuestro. Tenía una expresión algo triste y su mirada no dejaba de observar el suelo. Los demás al contrario, continuaban con su trabajo de poner la mesa y la comida. Fue una sensación extraña, pero pude entender en aquel momento que lo que necesitaba era hablar a solas con él.
Me aparté de los brazos de Yoongi, dando varios pasos hacia mi lado. Y los vi. Vi como sus ojos se encontraron mutuamente y en cuanto lo hicieron, ambos rompieron a llorar.
Namjoon corrió a los brazos de Yoongi, apoyando la cabeza de este en su pecho y repitiéndole una y otra vez lo mal que se sentía por todo lo que había pasado. 
Yo me quedé en silencio, algo sorprendida y a su vez shockeada. No tenía claro que hacer, porque sabía que aquello era necesario, pero también me rompía el corazón ver como Yoongi soltaba todos aquellos sentimientos en su cumpleaños.

-Suga, tío, perdóname.- Namjoon abrazó al castaño más cerca de él y apretó sus dientes con fuerza. -No quiero acabar con esto, no quiero perder todos esos años y no quiero volver a hacerte daño. Pero tuve que hacerlo, porque si no hubiese dicho nada, jamás habrías sido capaz de abrir los ojos como lo hiciste.

Y por eso no podía guardarle rencor a aquel hombre. Porque todo lo que hizo, lo hizo con razón y buena fé. Y aunque en un principio hubiese pensado que era el fin de nuestra relación, si no hubiese sido por Namjoon, tampoco hubiese sido capaz de abrir mis ojos y crecer lo suficiente como para mejorar esto. Porque no, no podía conformarme con lo que pasaba. No podía dejar que Yoongi continuase mal, continuase drogándose o continuase acostándose con otras mujeres tan sólo porque estaba roto. Y gracias a él, fuimos capaces de mejorar nuestra relación lo suficiente como para llegar a este punto. Realmente no tenía palabras para agradecerle todo lo que había hecho.

-Eres imbécil- Sonrió Yoongi mientras sonreía aún con lágrimas en sus ojos.- Siendo mí mejor amigo y aún continuas llamándome Suga, nunca cambiarás.

Fue aquello un gran acto de madurez. Demostrando que Yoongi volvía a ser el chico que había estado encerrado por tanto tiempo. Ya no se ocultaba tras su faceta de chico malo y tras ese apodo de "Suga". Ahora podía ser él mismo y sentirse aceptado por serlo. Ahora podía ser feliz sin fingir nada y por supuesto, ahora nunca más volvería a sentir que no merecía la pena vivir. 
Porque todos le habíamos regalado esa chispa de esperanza que tanto tiempo había necesitado.

𝑂𝑛𝑙𝑦 𝐹𝑜𝑜𝑙𝑠 𝐹𝑎𝑙𝑙 𝐹𝑜𝑟 𝑌𝑜𝑢 ──𝐌𝐢𝐧 𝐘𝐨𝐨𝐧𝐠𝐢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora