♡50

93 10 6
                                    

-¿Y entonces?.- No dejaba de escribir cosas en su libreta, empezaba a pensar que me estaba volviendo loca y él se daba cuenta.- ¿Qué hiciste?.

-La sentí.- Pasé mi mano derecha por mi abdomen, recordando aquel mismo instante.- Sentí como me llamaba.

-¿Quién te llamaba Noelle?.-Me echó una mirada sorpresiva por encima de sus gafas de culo de vaso.

-Nuestra hija.- Parecía que estaba escribiendo un drama, pero aquella era la realidad.- Se movió, en aquel justo momento. 

-¿Por esa razón no te tiraste del puente?.- No dejaba de escribir cosas en su libreta, me miraba y, lo repetía nuevamente.

-Sí.-Respondí de forma seca, tan sólo quería acabar aquella sesión e irme a casa de una vez por todas.- Ahn me salvó la vida.

Suspiró, volvió a revisar las palabras que había estado escribiendo durante aquella hora y asintió con la cabeza. Cerró su libreta de un golpe frágil, dejó sus gafas sobre la mesilla que teníamos al lado y se cruzó de piernas.

-Creo que eso es todo por hoy.

Yo respondí con una pequeña sonrisa y me levanté de aquel sillón sin pronunciar palabra alguna. Tantos recuerdos dolorosos conseguían hacer estallar mi cabeza. Era la primera vez en cuatro años que contaba mi historia a alguien. La primera persona que lo supo y no vivió todo aquello antes, era mi psicólogo. 
Decidí esperar a que Ahn creciese un poco más, lo suficiente para que no tuviese que depender de mi. Desde aquel momento en el que estuve al borde de la muerte, ella fue mi apoyo más grande. Cuando nació, tenía miedo de no ser una buena madre. Porque criar a una niña sola y tan joven, se me hacía un mundo.

Salí por la puerta y en la sala de entrada se encontraba mi pequeña junto a su tío.

-¿Cómo ha ido todo?.- JB cogió a la niña en brazos y me dio la mano de forma cariñosa y con amabilidad.

-Doloroso.- Respondí yo mientras saludaba a Ahn con un beso en la frente.- Menos mal que hemos salido.

Nos dirigimos los tres juntos hacia el coche. -¿Y cuándo tienes que volver?.

-No volveré.- Sonreí tratando de colocarle el cinturón de seguridad a la niña.

-¿Por qué?.

-Estoy bien.- Me senté a su lado y planté un corto beso en su mejilla. -Tan sólo tenía que dejarlo ir, todo.-El asintió con la cabeza y arrancó el coche. Nunca me hubiese imaginado estar en aquella situación. 

Él fue el primero en encontrarme, descalza, empapada y al borde del puente. Me ayudó a bajar con cuidado y me hizo prometerle que jamás volvería a intentar algo así. Y lo hice. 
Desde aquel día nuestra relación fue haciéndose cada vez más fuerte y bella. El amor que teníamos el uno por el otro, no era un amor romántico. Era el amor por otra persona el que nos unía. El amor por Min Yoongi.
Él se ofreció a quedarse a mi lado y ser un padre para Ahn pero yo le dije que padre sólo tenía uno. Tan sólo me respondió diciendo que no le importaba, que él quería cuidarnos. Y jamás rompió aquella promesa. Jaebum decidió venirse a vivir conmigo antes de que la niña naciese. Junto a la ayuda de nuestros amigos y de mi hermano, conseguimos continuar hacia delante. Todos juntos.  A veces habían días en los que solo tenía ganas de gritar y llorar en mi cama, otros, no sentía nada. Pero aún así, él siempre estuvo a mi lado. 

Y llegó aquel esperado 9 de marzo, el cumpleaños de Yoongi. Y ahora también, el de Ahn. Parecía que todo era causa del destino y que los lazos de sangre continuaban presentes aunque él ya no estuviese conmigo. La recuerdo tan pequeña, tan pálida, con la misma nariz que su padre, pero en pequeña y con una preciosa sonrisa sin dientes todavía. Cuando nació nuestra hija, pude volver a conocer aquello que era conocido como la felicidad.

Y ahora, después de cuatro años, las cosas parecían haber mejorado desde entonces. Yo ya tenía veinticuatro años, había dejado la carrera, el trabajo en la cafetería e incluso el piso donde vivíamos. Me mudé a una casa cerca de Clàudia y Taehyung, poco después Seokjin también lo hizo. Ahora estábamos todos un poco más cerca y a su vez más lejos del pasado. Cada día estaba ocupada debido al esfuerzo que significaba haber tenido un hijo. Pero no estaba sola, nunca más lo estuve. 
Taehyung le propuso a Clàudia tener hijos, para conseguir la pareja para mi Ahn. Ella se negó en rotundo, diciendo que, después de uno, iban a venir cuatro más. Y así era, el sueño de mi hermano siempre fue tener cinco hijos en total. Llegaron a un acuerdo, iban a tener cinco hijos al final, pero no precisamente humanos. Adoptaron a una familia de cinco preciosos gatos de la calle. Quizás no era lo que nos esperábamos los demás, pero era lo que les hacía felices.
Seokjin se puso a trabajar de cocinero en un hospital de niños, decía que hacer feliz a los pequeños, le transmitía también paz y tranquilidad. En su tiempo libre, se pasaba por las habitaciones de los pacientes para hacer más amena su tarde y evitar que les deprimiera aquel lugar. Todo lo que hacía siempre, era dar lo que le gustaba recibir. Amor, cariño, prosperidad y alegría. Aquellos actos fueron los que le ayudaron a salir del dolor por la perdida de su novio Namjoon. También estaba Jungkook quien se puso a trabajar de entrenador personal en un gimnasio. Sus problemas desaparecían cada vez que hacia deporte, o eso juraba y perjuraba siempre que hablábamos. Le gustaba venir por las tardes a casa y jugar con Ahn. Decía que le recordaba mucho a Yoongi y que estaba contento de ver como todo nos iba tan bien. Llegó a confesarme que alguna vez estuvo enamorado de mi, pero si le hubiese dicho antes, se hubiese ganado una buena paliza por parte de Yoongi.
Jackson se despidió de todos nosotros por última vez a finales del año pasado. Se iba a quedar en China para siempre con su familia y con su futura mujer. Porque sí, había encontrado el amor. Dijo que no podía invitarnos a su boda, pero que aún así, no nos había olvidado a ninguno.
Hoseok se disculpó por todo días después de lo que pasó con Kris, se iba de vuelta a su ciudad natal y quería olvidar todo. Nos prometió que volvería en algún momento a Seúl, pero hasta ahora, no pudimos saber nada más de él. 
Por último y no menos importante, quedaba Jimin. Él se había enterado de todo mientras continuaba trabajando en Busan, no pudo venir a tiempo, pero acabó volviendo durante al menos dos años. Había cambiado mucho desde la última vez que lo había visto. Ahora estaba hecho todo un hombre, y, aunque no aparentaba su edad, si que parecía un supermodelo. El fue el que se propuso a pagar todo lo que Ahn y yo necesitásemos, como disculpa por todo lo que había ocurrido anteriormente. Y viendo que, yo no podía trabajar y Jaebum tampoco, no tuve más opción que aceptar su dinero. Se conformaba con venir de vez en cuando a casa y hablar conmigo, él realmente amaba conversar.

Al final las cosas parecían acabar bien. Todos eran felices. Todos encontraron realmente razones para seguir hacia adelante, pero yo nunca fui capaz de olvidar a Min Yoongi. El estúpido pelimenta que tanto llegué a amar. Aquel que aunque estuviese muerto, consiguió cumplir su sueño de convertirse en productor de música. Porque sí, después de cuatro años después de su fallecimiento, gracias a nuestro pequeño esfuerzo, continuaba escuchándose su música en las radios.

***

Bueno, no tengo mucho más que decir. Hemos llegado ya al final de esta aventura llamada "Only Fools Fall". Han pasado casi dos años desde que empecé su primera temporada, y por fin después de tanto tiempo la he terminado.
Espero que hayáis disfrutado leyendo, tanto como yo he disfrutado escribiendo. Y, sólo recordaros qué, aunque esta historia ya se haya acabado en mi perfil podéis encontrar una nueva que estoy escribiendo.
Un placer y gracias por apoyar esta maravillosa y dramática historia de dos.

𝑂𝑛𝑙𝑦 𝐹𝑜𝑜𝑙𝑠 𝐹𝑎𝑙𝑙 𝐹𝑜𝑟 𝑌𝑜𝑢 ──𝐌𝐢𝐧 𝐘𝐨𝐨𝐧𝐠𝐢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora