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Inconsciente y repentinamente comenzaron a ocupar su mente aquellos recuerdos que parecían haberse perdido con sus memorias olvidadas. Mientras continuaba con el alma descansando en el silencio aturdidor del hospital. Quería despertar, pero por ella. Porque no había nada más doloroso que recorrer su vida de principio a fin, otra vez. No había nada más doloroso, exceptuando el estar atrapado en dos mundos y escucharla llorar sin poder hacer nada para detener sus lágrimas. Le habría llamado por su nombre, unas 100 o 200 veces. Pero no de la forma en la que lo solía hacer. Si no, con una amargura y una desesperación en el corazón. Noelle pensaba que le perdía y aquello hacía que su cuerpo explotase en pequeños pedacitos que se perdían entre su tristeza.  Y aunque no podía, continuaba siendo valiente ante todo. Aceptando que todo aquello iba a marcarle todavía, pasase el tiempo que pasase. Y que dolería, casi cómo el primer día.  Pero continuaba tratando de borrar esas cicatrices de la peor forma posible, porque no sabía de que otra manera lo podría lograr.


  


Hay algo que siempre escondió. Algo que era difícil de adivinar tan sólo a primera vista. Pero fuese lo que fuese aquello que aún le atormentaba, le hacía imposible el hecho de continuar el camino. Así que ahí me encontraba nuevamente después de varios días. Sentada en aquel sillón de cuero rojo, sin dejar de agarrar su mano ni por un segundo. Porque era la única forma de sentir que aún estaba aquí. Y sí, le odiaba. Le odiaba demasiado por volverme a engañar y por haberse comportado como un completo imbécil. Sin embargo, no podía ser capaz de dejarle solo en un lugar cómo aquel. Sabiendo el rencor y el miedo que le tenía Suga a los hospitales, juraría que despertarse en una habitación de estas, sin nadie a su alrededor, sería algo que no podría superar nunca.

En algún momento, sin darme cuenta que el sueño me estaba ganando una batalla. Me quedé profundamente dormida encima de su mano. Aquella que helaba mi oreja, pero aún así amaba su tacto. 
Pero no duró mucho mi descanso. Al menos hasta que empecé a escuchar gritos y golpes alrededor. Rápidamente y casi involutariamente, me desperté y miré justo en la camilla donde debía encontrarse Yoongi. Pero lo que me detuvo el corazón, no fue el hecho de no verlo ahí tumbado. Fue el hecho de encontrarlo de pie amenazando a una de las enfermeras con la jeringuilla del suero intravenoso. Cómo acto reflejo me lancé a su espalda y cogí su mano con fuerza.

-¿Qué cojones estás haciendo?.-En cuanto se dio cuenta de mi presencia, automáticamente dejó caer la jeringuilla al suelo y soltó a la enfermera.

-Es culpa de está imbécil.- Sentenció inexpresivo mientras señalaba a la enfermera de forma amenazante. Me miró de arriba a abajo y apoyó su cabeza sobre el puño. -¿Por qué estás tan fea?.

Gruñí en forma de indignación. Él tan sólo respondió chasqueando su lengua un par de veces y dejando sus ojos en blanco. No parecía afectarle en absoluto el haber estado a punto de ensartar a una mujer inocente.
Me interpuse entre los dos, viendo que aquella señora estaba a nada de desmayarse por la presión y la ansiedad. La ayudé a incorporarse un par de veces y le pedí explicaciones de la forma más educada posible. No podía ser normal que actuase de aquella forma sin haber pasado antes nada.

-Le dije al señor Min Yoongi. -El chico hizo crujir los huesos de sus manos y le lanzó una mirada asesina a la enfermera. -Le dije que debería quedarse en el hospital en observación por un tiempo. Debíamos hacerle pruebas y sobretodo, sería recomendable que visitase a un psicólogo. Pero viendo su actitud, creo que la mejor opción sería encerrarle directamente.

-Oh no, no. No hace falta llegar a ello.- Calmé a la señora, para evitar que aquel idiota se metiese en un lío mayor. -Estará encantado de hacerse todas las pruebas y de visitar a un profesional.- Sonreí yo.

𝑂𝑛𝑙𝑦 𝐹𝑜𝑜𝑙𝑠 𝐹𝑎𝑙𝑙 𝐹𝑜𝑟 𝑌𝑜𝑢 ──𝐌𝐢𝐧 𝐘𝐨𝐨𝐧𝐠𝐢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora