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-Yo...-Ni si quiera tenía la menor idea de cómo actuar en un momento cómo aquel. 

Sentía cómo si los recuerdos de Yoongi se hubiesen trasladado a mí cabeza. Cómo si pudiese entenderle más de lo que hacía anteriormente. Estaba rota, mientras me ahogaba entre las tristes memorias que jamás pensé que fuesen posibles. Me agarré a las barras de metal de la camilla, apretando mis puños y mordiendo mis labios con tanta fuerza que acabé por destrozarmelos por completo.
Intentaba llorar, pero ya no me quedaban más lágrimas para continuar hacerlo. No me quedaba nada más que un vacío y un sentimiento de culpabilidad que invadía lo más profundo de mi ser.

-Lo siento, lo siento mucho.- Musité mientras caía de rodillas al suelo. Acabé por abrazarme a mí misma, entre un silencio ensordecedor y mis labios manchados de sangre. 

Ni si quiera sabía por quién me estaba disculpando realmente. Si por el egoísmo que había demostrado por tanto tiempo, por mi masoquismo al intentar una y otra vez arreglar algo imposible hasta el momento o por todo el daño creado entre ambos. Aunque muy en el fondo, sentía ese pequeño toque de esperanza en mí. Después de todo lo que habíamos pasado y vivido juntos, sabía que debía hacer para llenar ese pequeño vacío en su interior. Para después acabar marchándome sin sentir pena por dejarle aún más roto que nunca. Porque Yoongi sólo necesitaba que le protegiera en mis brazos y de esa forma recomponer sus pedazos. 
Había entendido que no era amor, sólo una necesidad. Pero aún estaba dispuesta a dar el siguiente paso y acabar esto de la mejor forma posible para los dos. A pesar de saber que yo realmente le había amado cómo a nadie.

-Ve.- Sonrió aquella mujer con toda la amabilidad del mundo. Hablaba de una forma que parecía saber perfectamente que debía hacer. Sin embargo yo no sabía en absoluto que hacer de ahora en adelante.

Me levanté, secándome los ojos con las mangas de mi camiseta. Relamí mis labios, sabiendo que las heridas en este continuaban abiertas. La miré con los ojos empapados y distantes, mientras ella tan sólo me sonreía y conseguía oprimir mi corazón aún más.

-Gracias.- Vi cómo sus labios comenzaban a temblar y en menos de un segundo, rompía a llorar de la forma más triste posible. 

Le costaba incluso el simple hecho de respirar, ella había pasado por cosas horribles en su vida y aún así continuaba siendo fuerte. En cierto modo me recordó a la característica forma de ser de Yoongi. Aunque su forma de ser era mil veces distinta. Me acerqué a ella lentamente, para luego correr a sus brazos y tratar de reconfortarla cuanto antes. Y sin imaginarlo, la mujer se quedó en silencio, sollozando en mis brazos, mientras repetía lo agradecida que estaba.

-No he hecho nada, no debes agradecerme nada.- Cogí sus mejillas con delicadeza y levanté su cabeza para poder a llegar cruzar nuestras miradas. Tan sólo esperaba que pudiese ver mi sonrisa y de aquella forma llegar a animarla.

Se separó de mis brazos y apoyó la espalda en aquella almohada que tenía.- Nadie ha sido capaz de querer a Yoongi de esta forma. Nadie ha sido capaz, jamás, de hacerle sentir que le amaban. Nunca ha tenido la oportunidad de sentir que le importaba  a alguien o que no estaba solo. Pensaba que con el tiempo, acabaría creyendo que era un incomprendido más que no tenía derecho a ser feliz. Y que si no fuese por una persona cómo tú, no seguiría con vida.
Me iba a dormir cada noche, con el miedo de perder a un hijo más. De perder a Yoongi porque él mismo creó un infierno en el que vivía. Porque él mismo decidió sufrir a costa de los demás. Simplemente te agradezco qué hayas convertido a Yoongi en una persona nueva, aunque haya sido difícil. Gracias, por haber conseguido que siguiese en pie pese a todo...

De nuevo sentí aquella calidez tan familiar recorrer el corto camino de mis mejillas. Eran unas lágrimas, pero diferentes a las de siempre. Simplemente algo especial que me hacía sentir que no todo estaba tan perdido y que había conseguido de alguna forma ayudar a Suga. Aunque pensase que no había sido así.
Escuché la puerta abrirse repentinamente, y me detuve para girarme directamente hacia ella.
Vi entrar una sombra alta, con el pelo castaño algo cobrizo, pero no me percaté hasta que su mirada se clavó en la mía de quién era realmente.

-¿Noelle?.- Preguntó Yoongi quién parecía haber presenciado la escena más dolorosa de su vida. Sus manos empezaron a temblar mientras observaba a su madre sentada en la cama justo a mí lado.

-Yoongi...- Sin pensármelo más de dos veces, salté a sus brazos. Mientras yo no dejaba de abrazarlo con toda la fuerza que me quedaba, para sentirlo lo más cerca posible de mí, él tan sólo acariciaba mi espalda de principio a fin con suavidad. Apoyó su barbilla en mi cabeza y acarició unos cuantos mechones de mi cabello dejándolos resbalar por sus fríos dedos.

Carraspeó la voz.- Tengo que decirte algo...- Sentía su culpabilidad también en su pecho, debido a lo rápido que palpitaba su corazón en aquel justo momento. Pero callé sus palabras con un rápido y tierno beso que no le dio más opción que continuarlo. Abrazó mis penas, mientras yo besaba sus heridas. Pero por mucho tiempo que estuviésemos entre besos, él no se separaba de mí pese a nada.

-Déjame hablar a mí.- Musité mientras separaba con lentitud sus labios de los míos. Le había echado tanto de menos, que joder, prefería callarme y no dejar de besarle. Pero necesitaba decírselo, porque le quería. De forma nerviosa, el chico puso uno de sus cigarrillos sobre sus labios y me miró de forma preocupada.

-¿Hmh?.- Hizo un sonido para intentar hacerme hablar cuanto antes, se le notaba impaciente.

 -Me gustan esas ojeras profundas de tus ojos debido a tú falta de sueño. Me gusta tu tez blanca y tus helados dedos que consiguen erizar mi piel por completo. Me gusta tu cabello despeinado y sin arreglar, porque tienes otras cosas que hacer. Me gusta que te quejes de tonterías para hacerme reír y que no me de cuenta de que lo estás haciendo realmente por mí. Me gusta que seas diferente al resto y qué no te dejes jamás domar por los demás. Me gusta qué seas tú, joder. Tan frío, independiente, sarcástico, diferente, inestable, inseguro. - Hice una pausa, sonreír mirando al suelo y volví nuevamente a cruzar mi mirada llorosa con sus ojos esta vez no tan vacíos. - Soy una tonta.

Cogió el cigarrillo y lo separó de sus labios, para regalarme una tierna sonrisa incrédula. Sentía que le acababan de quitar un peso de encima.

-¿Una tonta?.- Preguntó él sin dejar de sonreír.

-Sólo los tontos se enamoran de ti, Min Yoongi.

Quise volver a besar sus labios. Pero el sonido de la puerta abriéndose de nuevo, me detuvo al instante. No entendía quién más podía venir, pero sólo esperaba que no fuese Jaebum. Pero me sorprendí a ver a aquella chica de pelo corto y brillante sonrisa en el rostro. Era Suran.

-Entonces yo también debo serlo.- Sonrió Suran inocentemente, mientras apoyaba sus manos en una aún más notoria barriga de embarazada. Daba a entender que ella también amaba a Yoongi y que obviamente no iba a dejar que las cosas fuesen fáciles para los dos.  No estaba dispuesta a dejarnos vivir.

Suga dio un paso hacia atrás y miró tiernamente a la chica que se acercaba a él con parsimonia. Gesto que me dolió en el fondo y tuve que fingir. Se agarró a su brazo y apoyó su cabeza en el hombro del chico. Sin dejar ni un segundo esa victoriosa sonrisa de sus ojos. En aquel momento me percaté de algo que hizo que volviese a hundirme de nuevo, aun si no lo hubiese deseado.
Ella tenía puesto el anillo que una vez Yoongi me regaló, en su dedo anular.


𝑂𝑛𝑙𝑦 𝐹𝑜𝑜𝑙𝑠 𝐹𝑎𝑙𝑙 𝐹𝑜𝑟 𝑌𝑜𝑢 ──𝐌𝐢𝐧 𝐘𝐨𝐨𝐧𝐠𝐢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora