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Chasqueó la lengua un par de veces antes de recoger su chaqueta. Se quedó inmóvil mirando la puerta y antes de marcharse, nos hizo un corte de mangas que dejaba bien clara su posición. 

-Buen viaje.- Poco después de pronunciar aquellas palabras, pegó un portazo que podría haber derrumbado perfectamente el hospital. Yo caí rendida en la cama de nuevo y suspiré con los ojos cerrados, mientras, con mi mano buscaba a Jimin.

Estaba quieto y con la mirada perdida, cómo si se sintiese culpable de lo que acababa de presenciar. O cómo si simplemente, le fastidiase aquel comportamiento por parte del peliverde. La diferencia era que yo ya estaba acostumbrada a ello, y no estaba dispuesta a volver a pasar por lo mismo.

***** 

Después de varias y breves peleas por parte de Jimin y los médicos, al fin me dieron el alta para poder irme a mi casa de una puñetera vez. Seguían empeñados en que la mejor opción era que continuase bajo observación, por si me ocurría algo más. Decían que desmayarme y tantos mareos, no era parte del aborto. Qué su recomendación era hacerme un análisis de sangre para tratar de descartar anemia. Pero siéndonos sinceros, con la maldita fobia que me daban las agujas, tenía claro que no iba a aparecer por ahí otra vez. Al menos no para que me pincharan.
Salí por aquellas enormes puertas de cristal. Respirando hondo y decidida. No tenía dónde caerme muerta, tan sólo podía volver al apartamento con Yoongi. Aunque eso significase miradas de odio, gritos y peleas de nuevo. Al menos hasta que Taehyung o yo pudiésemos alquilar un piso y largarnos, debía permanecer ahí. Jimin acababa de vender su casa para irse a Busan, la ciudad de su infancia. Jungkook andaba perdido en algún lugar, aún no había contestado a ninguna de mis llamadas. Así que también le descartaba, realmente no tenía más opción.

-¿Quieres qué te lleve?.- Preguntó Jimin abriendo la puerta del copiloto e invitándome a entrar.

Yo tan sólo asentí sin prestarle mucha más atención. En general el trayecto fue corto, sin a penas conversación. Miraba por la ventana quedándome con la nostalgia de todos aquellos lugares que había visitado. Una opresión en el pecho casi me impedía respirar con normalidad, después de aquello. ¿Cómo podía haber cambiado todo tanto en tan poco tiempo? Ni si quiera habían pasado 2 años. Apoyé la cabeza al lado de la ventanilla y me mordí el labio con fuerza, tratando de arrancarme alguna que otra piel muerta de estos. Quizás así conseguía aliviar mis pensamientos por unos instantes. Ahora que todo volvía a la normalidad, tendría que retomar mi trabajo en la cafetería y tendría que volver a la universidad. Con lo bien que estaba en casa sin hacer nada con la excusa de estar incubando un alienigena.  El único lado positivo que podía verle a aquello, es que pasaría aún menos tiempo en casa. Y que por ende, tendría que aguantar menos al cabrón de Yoongi.


Al llegar a casa, ni si quiera me despedí de Jimin cómo era debido. Tan sólo lo hice con mi mano y después con una pequeña reverencia. Mientras el coche se iba perdiendo en el horizonte y se convertía en un pequeño punto casi invisible, yo iba mentalizandome de todo lo que estaba pasando y sus consecuencias. El viento me acariciaba con agresividad, con un frío que llegaba a calar hasta mis huesos. Ahora que el otoño se estaba yendo, el invierno llegaba para no irse por un tiempo. O quién sabe, para no irse nunca más directamente.

Entré por la puerta y dejé mis llaves tiradas por donde me pillaba más cerca. Todo parecía normal. Taehyung estaba estirado en el sofá, durmiendo cómo siempre. Me acerqué a la mesa para coger el control remoto y apagar la televisión.Tenía ganas de dormir y no despertar hasta que acabase este año de mierda. Fui dejando prendas de ropa por el pasillo, necesitaba ponerme un pijama de aquellos calentitos y hacerme un ovillo en las sábanas. Me paré de golpe justo en la puerta del baño. Se escuchaba agua caer, cómo si alguien se estuviese duchando. Imaginé que sería Suga, así que tan sólo decidí pasar de largo y aprovechar para quedarme la cama. Encendí la luz de la habitación, observando detenidamente el lugar. La habitación estaba hecha un desastre, y sí, más que de costumbre. Parecía que hubiese entrado la policía en busca de un cadáver. Y si algo era seguro, es que no iba a ser yo quién recogiese aquella pocilga.

Me tumbé en la cama, a medio camino de desvestirme. Pero no me importó en absoluto, el calor acogedor y la comodidad del colchón podían conseguir que me quedase dormida en cuestión de segundos. Y así fue, al rato llegué a estar en el séptimo u octavo sueño. Babeando de lo relajada y tranquila que estaba. Pero mi felicidad no duró mucho.
Cogí el teléfono de mala gana, eran las cuatro y media de la madrugada. Y algún gilipollas se estaba dedicando a golpear el piano cómo si quisiese romperlo. Más que tocarlo, parecía querer practicar a base de cabezazos.

-Yoongi, me cago en tú vida.- Escuché a mi hermano gritar desde el comedor. Yo me tapé los oídos con la almohada, pero nada. Es más, juraría que el ruido hacía más eco en mi cabeza de aquella forma.

Me levanté de mala gana, tapándome con las sábanas a modo de túnica. Taehyung no dejaba de lloriquear y de pegar porrazos a la puerta abierta de la sala de piano. No se atrevía a entrar, pero tampoco quería quedarse callado. Yoongi a diferencia de nosotros, parecía estar pasándolo en grande con su juego. A lo largo de nuestra relación había conseguido putearme de muchas formas, pero aquella era de las más retorcidas. Me falto nada y menos para coger el jarrón de la mesilla y tirárselo encima. 

-Bueno, ya se ha acabado la fiesta. Vete a dormir ahora mismo.- Grité acercándome a él hasta cerrar la tapa del piano.

Sus ojos se quedaron mirando la escena. Cómo si le hubiese pillado por sorpresa. Volvió su cabeza hacia mi y pude ver aquellos ojos completamente negros. Tenía las pupilas más dilatadas de lo que era normal en un ser humano. Y parecía tener un tic nervioso que no dejaba de hacerle sonreír. Pero no de aquella tierna manera a la que tanto estaba acostumbrada, si no a una que lograba erizar mi piel por completo.

-Taehyung, llama a una ambulancia.- Traté de apartarme unos pasos del peliverde. -No hagas preguntas, sólo hazlo.

Mi hermano respondió al acto. Corriendo hacia el salón de nuevo para llamar lo antes posible a urgencias. Mientras me distraía con mi hermano, Yoongi había aprovechado para volver a abrir la tapa del piano. Le dio un golpe con todas sus fuerzas, consiguiendo que pegase un gran salto de la impresión. Su cabeza seguía fija en las teclas color marfil.

-Cómo llame la ambulancia, le pego una paliza.- Comenzó a reírse de forma casi maníaca. Retrocedí con lentitud, tratando de no chocarme con ningún objeto y no llamar su atención. Parecía estar protagonizando una película de terror.

Se levantó deprisa, buscándome con aquella mirada salvaje por cada rincón. Y yo tan sólo podía quedarme de pie con la espalda apoyada en la pared y deseando que aquello sólo fuese un mal sueño. Se acercó a mí, cómo cuando un animal quiere cazar a su presa. Cerré los ojos con mucha fuerza y apreté mis labios.

-No tengas miedo.- Acarició uno de los mechones de mi pelo con delicadeza. El no saber sus intenciones ni saber que mierda se había metido, me asustaba más que nada en este mundo.

-Yoongi, no estás bien.- Aparté su mano y le miré de nuevo a aquellos ojos perdidos. -Deja que te ayudemos. 

El sonrió y comenzó a tocarse la nariz frenéticamente. Aquella sonrisa que le llegaba de una punta de la cara a la otra, me hacía comprender que todo acababa de irse a la mierda. Otra vez.

-Estoy perfectamente, estoy mejor que nunca. Soy feliz.- Se rascó la cabeza un par de veces, y nuevamente la nariz. -¿No eres feliz tú? Puedo ayudarte a serlo. Podría, pero no debo. ¿O sí? No lo sé. 

-¿Qué te está pasando Yoongi?.- Toqué su hombro y se apartó dándome un fuerte golpe en la mano.

-¿Min Yoongi?.- Miró alrededor cómo si buscase algo con muchas ganas. -No está, ha muerto. Creo que lo he matado.

Me tapé la boca con las manos, evitando con todas mis fuerzas mostrar mi debilidad ante él. Me dolía verle así. Saber que había vuelto a caer y que aquella vez no era cómo las anteriores. Porque ahora estaba completamente roto y perdido. Y había sucumbido ante el poder de algo mayor a cualquier cosa. Ante el poder de una sustancia que había acabado con su cordura.

𝑂𝑛𝑙𝑦 𝐹𝑜𝑜𝑙𝑠 𝐹𝑎𝑙𝑙 𝐹𝑜𝑟 𝑌𝑜𝑢 ──𝐌𝐢𝐧 𝐘𝐨𝐨𝐧𝐠𝐢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora