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Hundí mi cabeza en su pecho completamente agotada. Él comenzó a rozar con la yema de sus dedos cada uno de los pocos centímetros de mí cuello. Lo hacía de manera tierna y delicada, cómo si acariciase los pétalos de una rosa que en cualquier momento podrían desprenderse de entre sus manos. Mi corazón palpitaba rápido, demasiado para un momento relajante cómo aquel. Quizás podía ser que había echado tanto de menos un momento así con él, que la costumbre se había esfumado y aquello se había convertido en nuestra primera vez, de nuevo. O también podría ser que el contacto de sus fríos dedos rozando mi piel, conseguía erizarla por completo. Notaba aquella sonrisa traviesa de satisfacción saliendo de su boca, le gustaba disfrutar ver cómo me estremecía ante sus caricias. No había perdido aquella chispa vacilona que tanto le caracterizaba, y eso me volvía loca.
Alcé la cabeza hacia Yoongi, hicimos un breve contacto visual y rápidamente volvió a apartar la mirada. Se quedó unos segundos observando la luna que aparecía luminosa desde nuestra ventana y nuevamente volvió a fijar su mirada en mí.

-¿Yoongi...?.- Tenía una forma distinta de mirarme. Ya no era cómo siempre. No había rastro de aquella mirada de querer mandarme a la mierda o de simplemente hacerme el amor de una forma rápida y salvaje, después de una larga discusión. Me miraba con ternura, o incluso me atrevería a decir que cariño.

Agarró mi cintura con ambas manos y con una extraña maniobra, acabó dejándome justo debajo de él. Continuaba sin separar aquellos ojos tan marrones y brillantes de los míos. Me devoraba con la mirada, cómo si me hubiese echado mucho de menos, cómo si anhelase fundir mí cuerpo con el suyo y transformarlos en uno mismo atado al placer. Pero a pesar de tantas dudas y de tantos recuerdos marchitos, yo también le deseaba. Muchísimo más qué todas aquellas veces que estuve con él en una misma cama.
Creo que mi rostro mostraba exactamente lo que mis deseos necesitaban, porque sin darme a penas cuenta, Yoongi ya había empezado a besar la comisura de mis labios. Lo hacía de forma juguetona, apartándose cada vez que intentaba darle un beso y haciendo la escena mucho más lenta de lo que esperaba. Era un cabrón al que le gustaba torturarme. Pero yo disfrutaba tanto cómo él aquellas nuevas sensaciones.
Me quitó la camiseta, sin ni si quiera darle importancia al hecho de que la había roto por completo. Continuó acariciando con un sólo dedo mi cuello, mientras, a su vez repasaba sus propias huellas a base de besos y marcas rojizas. A penas podía moverme, era cómo si mi cuerpo sólo pensase en disfrutar al máximo de aquel momento. Mientras sus besos se fueron transformando en pequeños mordiscos sobre mi pecho. Sentía una enorme ola de deseo recorrer desde mi abdomen, al hueco de mis ingles. Yoongi era cómo un veneno que mataba poco a poco a sus víctimas, porque eso era lo que estaba haciendo, matarme de la desesperación al querer sentirle nuevamente dentro de mí.

Se detuvo por completo, sin dejar de observar la parte superior de mi cuerpo. Era cómo un pintor orgulloso de una de sus más fabulosas obras. Porque aquel recorrido de marcas rojas y moradas, simplemente le hacía sentir la persona más orgullosa en este mundo. O así me lo transmitía con cada pequeña sonrisa. Se quitó la camiseta, dejándola tirada por el suelo y volviendo a centrarse en mí. Apoyo ambas manos a los lados de mí cabeza y me besó. No con fuerza, ni rabia, ni compasión, ni celos. Simplemente de la forma más única y hermosa que podía haber hecho. De la forma en la que se besan aquellos amantes que llevan años compartiendo un mismo camino y se quieren con locura. De esa forma que me demostraba lo mucho que me importaba Yoongi.

Me besó el abdomen una vez, para comprobar si continuaba retorciéndome al sentir aquel hormigueo. Y así lo hice, de forma inconsciente pero clara. Después de aquel gesto, Yoongi ya estaba preparado para casi cualquier cosa. Desabrochó los botones de mí pantalón, con parsimonia, dejando que me derritiera aún más en aquella cama. Conseguía que quisiese suplicarle que por favor acabase rápido de una vez, porque le necesitaba.
Pero después de bajar mis pantalones hasta mis rodillas, sólo recibí una sonora carcajada procediente de sus labios.

-¿Q-Qué?.- Pregunté algo confusa viendo cómo Yoongi estaba a punto de explotar de la risa. -¡Oye, no entiendo qué es tan gracioso!.

Él sonrió nuevamente y señaló mi abdomen. Y al bajar la mirada hasta él, pude verlo. Aquellas maravillosas braguitas de conejito que llevaba puestas. Abrí los ojos cómo platos, agarré los bordes de la sábana y me tapé entera hasta la cabeza. Necesitaba que en aquel justo momento la tierra me tragase.

-Sal de ahí, pareces un conejo en su madriguera.- Volvió a reírse, aún más fuerte que antes. Saqué una pierna de entre las sábanas y le pegué una patada que le hizo callar en seco.

-¡No es gracioso!.- Destapé mi cara por unos segundos, para ver la expresión en el rostro de Yoongi. Pero al contrario de lo que pensaba, no parecía importarle en absoluto aquella situación.- Es vergonzoso.- Continué.

Él me destapó por completo, clavando su fría mirada en la mía. Me observó de arriba a abajo durante varias veces y volvió a fijar su vista en aquellas braguitas.

-¿Qué problema hay? Siempre he sabido que eras una cría.- Golpeó mi cabeza con el dedo corazón y se encogió de hombros. -Y además, llevamos mucho tiempo juntos para qué te avergüences de unas putas bragas. Debería darte más vergüenza recordar cómo ibas vestida el primer día que nos conocimos, o cuando te emborrachaste por primera vez y te potaste enc-.

-Vale, vale. Lo he pillado.- Le corté. Me fascinaba el hecho de ver a Yoongi de aquella manera, cómo si algo le hubiese abierto los ojos y hubiese pasado de ser un puto capullo insensible a una persona que valora un poco más a las personas (Aunque en el fondo seguía siendo un capullo).

-Si tanto te molesta, déjame quitartelas.- Aquel comentario hizo que me sonrojara por completo. No había sido la primera vez que lo hacíamos, pero todo era tan diferente a lo qué podía recordar de nuestra primera noche. Me hacía sentir como la niña de 18 años que estaba ansiosa por hacerlo con su novio. Pero las cosas habían cambiado desde aquel día, para bien. Ya no habían complejos, miedos, incertidumbres o desconfianzas. Ahora tanto él cómo yo, habíamos conseguido abrirnos por completo y deshacernos de nuestras cicatrices pasadas. Dejamos de ser unos críos inmaduros, para luchar por algo que tanto habíamos querido. Nuestra extraña y especial relación.
Volvió a enderezarse encima de mí, mientras algún que otro mechón de pelo mojado por el sudor caía despreocupadamente. Se había desprendido completamente de nuestra ropa interior y ahora, no quedaba nada más que dos cuerpos desnudos entrelazados entre sí.
Y aquella noche, nuestros cuerpos se fusionaron de manera única en uno mismo, nuestras aceleradas respiraciones, inundaron cada rincón de aquella oscura habitación. Siguiendo el mismo compás y el mismo movimiento, una y otra vez. Haciendo que mis pensamientos se nublaran y me perdiese entre los brazos del chico. Cómo si nunca antes hubiese pasado.
Cómo si le hubiese conocido por primera vez.

Me lancé a sus brazos, aún con la respiración entrecortada. Mi cabello estaba empapado y a penas podía sentir mí cuerpo. Pero no le importaba, porque continuaba acariciando mi cuerpo desde el principio de mi nuca, hasta el final de mis caderas. Con una pequeña sonrisa y los ojos en forma de medias lunas, completamente satisfecho de volver a tenerme entre sus brazos. O de que él volviese a los míos. Susurró unas palabras que no pude escuchar. Pero sabiendo cómo era, lo habría hecho adrede. Conecté una vez más con él, de forma intensa y confiada. Y sus ojos me decían las palabras más bellas del mundo, porque todos sabemos que los ojos representan el espejo del alma.
Se giró hacia un lado de la cama, mirando hacia el techo y apoyando sus dos manos detrás de su cabeza. Yo aproveché para apoyarme en su pecho y dibujar pequeños círculos en él. No podía esconder aquella sonrisa, pero el tampoco podía. Cerró los ojos con fuerza y suspiró.

-Escúchame Noelle, tengo que decirte algo.- Parecía un poco más serio, pero no le di demasiada importancia. Estaba demasiado cansada cómo para prestarle la suficiente atención.

-Dime, claro...- Cerré los ojos.

-Q.....C....- Pero no pude escuchar sus palabras, porque justo en aquel instante. Caí profundamente dormida abrazada a él.



𝑂𝑛𝑙𝑦 𝐹𝑜𝑜𝑙𝑠 𝐹𝑎𝑙𝑙 𝐹𝑜𝑟 𝑌𝑜𝑢 ──𝐌𝐢𝐧 𝐘𝐨𝐨𝐧𝐠𝐢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora