Quarente- sept

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Benjamín:

La cagué pa' ser hueon.

-¡No te amarguís por hueas!- me apoyó el Alfonso.

Después de lo del camarín, tocó el timbre y salí de ahí. Me fui a donde mis amigos y le pedí al Alfonso un rato solos pa poder hablar de la huea.

-¿Por hueas? ¡La Ignacia no es un "huea"! Además, es tú culpa, porque vo' me dijiste que hablara con la Marti, igual estuvo re mal que le hablara así, ¡la traté de ahueoná po! Y eso que fue mi compañera en primero básico, me caía mal, pero ahora no po. Ahora estamos grandes y menos hueones.- me sentía pal pico. Estábamos en primavera y siempre en esa estación del año, me sentía más triste, más miserable.

-Ay, pero si era la verdad, la Ignacia obvio va a defender a la Martina.- me daba puros consejos malos.

-A ver, no me di más consejos. Siempre les hago caso y siempre termino cagándola.- ya sentía el nudo culiao de la garganta.

-Mira perrito, si hubierai dejado las cosas como estaban, la Martina se iba a seguir metiendo en hueas.- me golpeó la espalda.

-Puta, ¿sabís que? Voy a dejar de escuchar sus consejos culiaos, los demás igual me dan consejos malos.- me refería a los demás, como mis amigos.-Ahora la cagué, por hueon. Por escuchar sus malos consejos.- solo quería llorar, pero no podía.

-Ya hueon, deja de llorar. La mina ni te quería.- lo miré mal.

-Alfonso culiao, me voy porque me dan ganas de sacarte la chucha.- me acomodé la mochila.

-Tu mamá hoy día te va a sacar la chucha, porque hay reunión y porque te curaste raja el otro día.- me había olvidado. El corazón se me aceleró caleta, porque no alcanzamos hablar el otro día sobre mi caña.

Tocó el timbre, subí lentamente las escaleras con las manos en los bolsillos y pensamientos que vagaban por mi mente, entre esos pensamientos, la Ignacia. El pasillo estaba lleno de personas desconocidas para mí, personas que reían a carcajadas y otras totalmente solas. Empecé a caminar y a pasar entre cursos. Giré mi cabeza y ahí estaba, media apartada del grupo, alrededor de sus ojos estaba rojo. Levantó la mirada y solo habían pasado como quince minutos después de esa pelea y ya sentía que me odiaba.

¿Algún dia dejaré de cagarla tanto?

Llegué a mi sala y antes de entrar, la vi conversando con alguien más. Era el mismo hueon que salió con ella de la sala.

Sentí ¿celos?

Sentí una mezcla de emociones.

Entré a la sala y me senté al final. Estaba cansado y solo quería dormir.

-Señor Castro, ¿le ocurre algo?- la profe de Lenguaje me llamó la atención.

-¡¡PROFE, PARECE QUE LA POLOLA LO TERMINÓ!!- gritó un compañero y me quise matar. Los rumores corrían rápido parece.

-No, solo que estoy cansado. No dormí nada.- ignoré lo que gritó mi compañero y le respondí a la profe.

-Bueno, pero trabaje en la guía que le di.- tomé la guía entre mis manos y era solo lectura de relatos.

Soy tan yeta, que la protagonista del relato se llamaba Ignacia.

Intenté leer lo del relato, pero algo que decía un personaje me llamó la atención.

"Ella me desconcentraba más que cualquier droga que podía consumir en mis bajones emocionales, probablemente ha sido lo más fuerte que han presenciado mis ojos, lo más sublime y espontáneo que he sentido. Ella es lo más puro que he respirado.".

MANUAL: Cómo Superar A Un Ahueonao [CHILENSIS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora