Cinquante- sept

2.3K 143 30
                                    

Maratón 2/3

Ignacia:

Ya habían pasado dos días de que fuimos a ver al papá del Benja y él seguía bajoneado.

—¿Estai bien?— pregunté entrando a su pieza y sentándome a su lado. Estaba casi todo en cajas, porque se iban a mudar cerca del colegio.

—No, a mi mamá ya le llegó la citación al juzgado.— apoyó su cabeza en mi hombro.

—¿Cuándo tienen que ir?— hice un puchero y miré su perfil hermoso.

—El Viernes.— suspiró.—Solo quiero dormir y no despertar más.— cerró sus ojos y los abrió a los segundos.

—No digai tonteras.— le pegué en la cabezota.

—Estoy tan cansado de todo, menos de tí. Tu me haces bien.— lo abracé y sentí su perfume culiao rico.

—Si es tan mamón y tierno cuando quiere.— se separó de mí y me miró mal.

—Yo siempre soy tierno contigo.— pasó una mano por mi pelo.

Me llegó un mensaje y vi de quién era.

El Matías.

Yo simplemente ignoré la notificación.

—¿Quién es?— preguntó el Benja interesadamente.

—El Matías.— contesté desinteresadamente. Él solo se paró y comenzó a ordenar las cajas que tenía para la mudanza.—¿Te enojaste?- le pregunté. Vi que tomó un plumón y comenzó a escribir en grande un "Benjamín".

—Mmh, no.— respondió serio.

—¿Confías en mi?— le pregunté y paró de escribir. Se dio vuelta y me miró.

—Sí, confío en tí. No me dejes, no ahora.— susurró serio.—Ayúdame acá.— me pidió. Me pasó un plumón y me dijo que escribiera su nombre en las cajas.

Yo iba cambiando de letra, a veces la hacía en cursiva y le ponía un corazón al lado, o simplemente escribía en imprenta y le hacía cualquier dibujo a un lado. El Benjamín solo se reía e intentaba rayarme la cara, pero no me dejaba.

[...]

Ya habían pasado dos días y tenía que acompañar al Benja al juzgado. Él tenía que contar todo lo que había pasado con sus padres y esas hueas. Lo iba a ver todas las tardes, ya que como lo habían suspendido la semana entera, no soportaba no verlo en el colegio.

Me faltaba algo que mirar, como cuando era mi ap imposible, ah.

Fui entera de negro.

—Ni que me fuera a morir.— se rió, mientras me abrazaba con intensidad. Ya estábamos ahí, esperando con mi suegra.

-No tenía nada más que ponerme.- me encogí de hombros.

Me la pasé todo el rato afuera, no quería desconcentrar al Benjamín cuando dijera su testimonio.

Estaba sentada viendo mi celular y vi que la misma señora que nos había abierto la puerta, se sentó a mi lado. Habían pasado como dos horas de que el Benja estaba adentro y sentía que iba a estar todo el día aquí.

MANUAL: Cómo Superar A Un Ahueonao [CHILENSIS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora