Cinquante- quatre

2.9K 170 24
                                    

Benjamín:

Mucha paja el día Lunes.

Me cargaban los días Lunes, iba solo porque la Ignacia iba y ella casi nunca faltaba.

Iba pegado mirando el suelo, con las manos en los bolsillos y sentí que alguien me abrazo, levanté la mirada y era ella.

-¿Como estai?- me sonrió.

-Bien y ¿tú?- le hice cariño en el pelo.

-Bien po, ya te ví, así que estoy bien.- si es tan tierna, la amo tanto.

-Eri tan tierna.- esta vez ni se enojó, pero según ella no es tierna, pero es la más tierna, por la chucha.

-¿Por qué tení la corbata así?- se puso al frente mío y me empezó acomodar la corbata.

-Porque con suerte vengo despierto, imagínate vistiéndome.- se empezó a reír.-Además, tienes que tener experiencia en arreglar mis corbatas.- me miró raro.

-¿Por qué?- tuve que levantar más mi cabeza para que la acomodara bien.

-Porque cuando seas mi esposa y vivamos juntos, me arreglarás mi corbata.- le sonreí y me miró sorprendida, ah.

-¿Cómo estai tan seguro que vamos a durar tanto? ¿Cómo estai tan seguro que voy a ser YO tu esposa? Es imposible, no todo dura para siempre, por eso intentemos hacer todas las cosas posibles, juntos.- ví un poco de tristeza en sus ojos. Sus ojos siempre eran como tristes, pero cuando reía, eso desaparecía.

-Lo sé, porque quiero que sea así.- se separó un poco de mí, ya había terminado de arreglarme la corbata.

-Benjamín, recién tenemos dieciséis años.- le tomé de la mano y sentí que estaba cálida.

Nos quedamos un ratito hablando sobre el futuro y nos tuvimos que separar.

[...]

Clase culiá fome, odiaba Matemáticas.

-¡Señor Castro! A la pizarra.— me gritó el profe.

Me paré de mi asiento y justo tocó el timbre.

¡Puta que tengo buena cuea!

Salí corriendo de la sala y me fui a juntar con mis wachos, pero me acordé de la huea del Alfonso.

-Alfonso, ¿podemos hablar?- me miró y asintió nomás.

-¿Que pasó?- estaba tranquilo.

-Te quiero preguntar una huea, que creo que tengo la razón.- empezamos a caminar y nos fuimos a una parte donde siempre estaba vacío el liceo.

-¿Que cosa?- nos sentamos en una mesa y ahí me quedé un ratito callado.-Ya po, hueon habla.- me insistió.

-¿Ayudaste a la Mariana con esa mentira del bebé? Dime la verdad, en serio.- lo miré serio y su cara se desfiguró.

-¿De que chucha estai hablando?- se hizo el hueón y empezó a jugar con sus manos.

-Ya po, en serio culiao. ¿Lo hiciste o no?- le pregunté de nuevo.-¡YA PO HUEÓN, LO HICISTE O NO!- grité y el hueón estaba súper nervioso.

-¡Sí, hueón!- dijo y se calló al tiro.

-¡Por la chucha!- bajé de la mesa y me empecé alterar- ¡La Ignacia tenía razón!- me enojé.

-Le creí todo a esa hueona.- dijo eso y lo tomé de la camisa enojado.

-¿Por qué chucha lo hiciste?- se quedó callado y no contestó.-¡¡RESPONDE MIERDA!!- le grité.

MANUAL: Cómo Superar A Un Ahueonao [CHILENSIS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora