Trente- deux

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Benjamín:

Busqué a la Ignacia desesperado. Habían pasado dos días después de que la Mariana subió esa foto y necesitaba hablar con ella. Cuando la encontré, iba de camino al baño.

Me paré delante de ella, pero no se dio cuenta y chocó conmigo.

-Fíjate ahueonao.- se le escapó, pero cuando se dio cuenta que era yo, abrió los medios ojos.

-Te tengo que decir algo.- rodó los ojos.

-¿Que vai a ser papá? ya todo el liceo lo sabe.- respiré hondo. Vi que se cruzó de brazos y me dieron ganas de reírme, porque no cachaba esa faceta chora.

-Estoy seguro que ese hijo no es mío.- me miró raro.

-¿Qué?- me quedó mirando como si fuera lo peor.-¡BENJAMÍN, NO SEAI TONTO, ESE HIJO ES TUYO!- me gritó, menos mal que no había nadie y que estábamos en horas de clases. Yo en educación física y ella en álgebra. Hasta su horario me había aprendido.-Loco, no digai más hueas, por fa.- me pidió.

-Te demostraré que ese hijo no es mío.- me acerqué a ella.

-Benjamín, para.- estaba demasiado cerca.

-¿Te pongo nerviosa?- le sonreí y vi como sus ojos se dirigían a otra parte.

-No, no me pongo nerviosa. Lo que pasa es que no quiero meterme con personas que tendrán un hijo.- me empujó un poco.

Me alejé también, no podía creer lo que había dicho.

Fruncí el ceño, pero no por enojo. Solo estaba confundido.

La miré por última vez y me fui, me di la vuelta y me fui a la cancha. Tenía un nudo en la garganta, pero no podía llorar.

[...]

Salimos del liceo con la Mariana.

Eran como las unas, más o menos.

-¿Estai seguro que quieres ir?- me preguntó la Mariana mientras caminábamos a paso rápido.

-Sí.- respondí. Ya nos quedaba poco para llegar.

Cuando llegamos una señora nos atendió.

La Mariana entró a una sala y yo esperé una hora afuera sentado. Estaba angustiado, porque de eso dependía todo. Las noches anteriores no había podido dormir y cuando mi mamá me preguntaba algo, sentía una culpa tan grande, porque ella me había encargado de hacer todo bien y si esta huea terminaba siendo cierta, mi mamá me iba a matar.

Más tarde entré yo, me sacaron sangre y me pusieron un parche.

-Una pregunta, ¿cuando estarán los exámenes?- le pregunté a la enfermera, cuando estaba ordenando para llevarse las muestras.

-En dos días más.- respondió amablemente. Era muy joven, demás era practicante.

Cuando ya nos íbamos, nos pidieron la firma de un adulto. Extrañamente, la Mariana tenía la firma de su madre, pero, ¿de donde la sacó, si su mamá no estaba con nosotros?

Me pareció raro.

Me pasaron el papel con la firma a mí y aproveché de guardarlo en mi mochila.

Otra prueba más.

Nos fuimos de ahí y sentía que todo esto era innecesario, era obvio que yo no era el papá de esa criatura. Y si realmente había criatura.

[...]

Dos días llenos de angustias.

Han pasado dos días y tenía que ir a buscar los exámenes, pero antes fui a la casa de la Mariana.

MANUAL: Cómo Superar A Un Ahueonao [CHILENSIS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora