Katniss.
Suena una canción alegre que hace bailar a casi todos. La noche ha caído con aire festivo y brisa veraniega sobre la explanada del Distrito 13, y la música y el banquete no han tardado en aparecer.
Ajena a la música de maracas, triángulo y voz masculina aguda, las gargantas de los presentes tejen otra canción mediante risas, suspiros, y palabras construidas con alegría, acompañada por el alegre piar de las aves nocturnas, el susurro de la carne al ser cocinada en las brasas, o los pasos ajetreados de los niños al correr.
— Benditos sean los ojos —dice una voz en un murmuro cálido y suave—. Katniss Everdeen en un evento festivo.
Descubro a Cinna detrás de mí, esbozando una sonrisa suave, y ataviado en un traje de media etiqueta. Correspondo a la sonrisa y me encojo de hombros. Los dos nos fundimos en un abrazo.
— ¿Qué haces por aquí?
—Se ve que, como la guerra ha acabado, ya no tengo que asistir a más reuniones en las que discutir asuntos bélicos —respondo, con aire cómplice.
Cinna esboza una sonrisa y me toma de la mano.
—Estás muy lejos del meollo festivo —apunta, y es cierto: el banquete, y la pista de baile, están a unos cien metros. Yo estoy en la zona de los bancos, donde he estado esta mañana con Haymitch.
Vuelvo a encogerme de hombros.
—Me siento algo ajena al aire festivo que impera allí —explico, y los ojos oscuros de Cinna entristecen.
No dice nada, se limita a asentir con la cabeza y a acariciar mi mano con cariño.
—¿Ni siquiera un baile? —pregunta, esperanzado— Si te sientes incómoda, yo seré el primero que te acompañe a tu —observa con curiosidad el pequeño bosque de robles y sauces llorones—… guarida particular.
Sonrío, y no me queda otra que dejarme guiar por su mano cálida y suave hasta llegar al alma de la fiesta: una gran carpa en la que se disponen mesas en la que gente, ataviada en sus mejores galas, charla alegremente y cena. Hay otra parte en la que los niños corren y una gran pista de baile en la que decenas de parejas giran al son de una alegre melodía, esta entonada por una voz suave y clara de una mujer joven. No distingo a nadie conocido mientras Cinna me interna en el círculo viral de baile. Mi diseñador me hace girar en sus brazos con estilo inexperto, y ríe divertido cuando correspondo a sus idas y venidas por sorpresa. Incluso me lo estoy pasando bien cuando oigo una voz femenina que habla por encima de la música en el escenario:
—Bien, ¡todos atentos! —exclama, con voz musical— ¡Cambio de pareja a la una, dos, tres! ¡Ya!
Solo me da tiempo a intercambiar un aire sorprendido con Cinna antes de que este me sea arrebatado de los brazos por una chica menuda de pelo moreno. Me encojo de hombros, dispuesta a abandonar la pista de baile, cuando un tacto que me resulta familiar me toma de la mano y me conduce de nuevo a la pista de baile.
—Cambio de pareja, Katniss —sonríe Peeta con aire galán, entrelazando sus dedos con los míos.
Me quedo sin habla. Desde la muerte de Prim, he estado muy reticente a mantener contacto humano, y menos con Gale y Peeta. Hace meses desde la última vez que intercambiamos una conversación, años desde nuestro último beso.
—Ese vestido es muy bonito —opina Peeta, aún con la sonrisa colgada de los labios. Sus palabras me devuelven a la realidad—. Y ese pelo, así, recogido, te favorece mucho.
Es cierto que hoy me he preparado algo más de lo normal, y mis mejillas hacen amago de enrojecer ante el elogio de Peeta. Mi pelo está recogido en un moño alto, y algunos mechones caen sobre mi rostro. El vestido es de tono pastel, de vuelo, y algo por encima de las rodillas.
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Sinsajo. ¿Qué pasaría si...?
Hayran KurguCon la guerra ganada y el Presidente Snow muerto, todo el poder de Panem recae directamente sobre la rebeldía encabezada por el Distrito 13, que, a modo de venganza final, decidirá organizar unos últimos juegos del hambre en el que participarán los...