Capítulo 26.

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¡Hola a todos! Actualizo rápidamente, que esta noche tengo una fiesta! 

Espero que estéis bien y os guste el capítulo. 

Besos. 

Katniss.

—¿Alguna idea para detener esto?

Es la hora de comer y Reak y yo nos hemos sentado en la misma mesa por primera vez. Reak no para de farfullar algo sobre construir un plan y derrocar a Coin.

—Katniss —dice, decidido y casi enfadado. Le presto atención por primera vez en minutos—. Si no paras de mirar a la mesa del rubito mientras estás conmigo, nadie se va a creer que seamos novios.

No le falta razón. Desde que hemos empezado a comer, Peeta y yo no hemos dejado de robarnos miradas y salir huyendo para luego regresar a la escena del crimen, como haría un ladrón torpe e inexperto. Y volvemos a tropezar. Una y otra vez. Él está sentado con Haymitch, Wendy, Finnick y Annie, que mantienen una animada charla de la que él está casi totalmente al margen.

—Tienes razón —digo finalmente—. Lo siento, ¿qué estabas diciendo?

—Los juegos no tardarán más de dos semanas en empezar —murmura Reak, acompañando sus palabras de una sonrisa divertida que cumple la función de simular que hablamos sobre cualquier otra cosa sin importancia—. Debemos empezar a movernos ya. ¿Tienes alguna idea?

Arranco una sonrisa a mis labios para continuar con la función. Después niego con la cabeza casi imperceptiblemente. Reak suspira. Su aspecto ha empeorado algo desde que está en el trece. Como la mayoría, luce cansado y tiene ojeras. Ríe menos que antes, y sus labios acostumbran a estar tensos, como enfadados.

—Lo único que se me ocurre es acabar con ella, ya sabes. Matarla.

Esta vez río de verdad. ¿Matar a Coin? Reak debe estar bromeando. Solo me doy cuenta de que no es así cuando él no corresponde cómplice a mi risa, sino que se mantiene tenso; ya ni se molesta en fingir.

—No podemos matar a Coin, Reak.

—Piénsalo. Solo estás un escalón por debajo de Coin; si ella desaparece, todos los que le son fieles te pertenecerán, por decirlo de alguna manera. Serías la mandataria más importante, y podrías detener los juegos.

Niego con la cabeza.

—No si soy precisamente yo la que acaba con ella. Si…la mato, todos los que están con ella irán contra mí. Sería autodestruirme, ya que no solo tendría al Capitolio en contra, sino que también el trece y los otros distritos…

—Los otros distritos te son leales —me interrumpe Reak muy serio—. Ni siquiera saben quién es Coin.

—Puede. Pero esa gente ha estado años en guerra. No querrán meterse en otra, y mucho menos si es para protegerme solamente a mí. Si matamos a Coin, el trece nos matará a nosotros sin ni siquiera pestañear. La presidenta Coin será todo lo que quieras, pero ha sacado adelante a toda esta gente. Ella sola, sin la ayuda de nadie. Es normal que le sean fieles; yo también lo sería.

Reak suspira. Sujeta su cabeza con la mano, y me dedica una mirada interrogante.

—Podríamos envenenarla…algo que no dejara nuestro rastro.

—Es Coin. Está protegida por cientos de guardias.

—Entonces, ¿qué propones?

Me encojo de hombros. Lo que propone Reak tiene sentido: la única forma de detener los juegos es acabar con Coin, pero, ¿cómo matarla sin que a su vez su séquito me mate a mí? Necesitaría alguien que me apoyara, demostrar de alguna manera al mundo que mis intenciones siempre fueron buenas, mientras que ella siempre quiso destruir sin que nada le importaran las consecuencias…

Sinsajo. ¿Qué pasaría si...?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora