Sinsajo. ¿Qué pasaría si...?

Capítulo 52

¡Hola a todos!

Aquí os traigo un nuevo capítulo. Para entenderlo bien, os recuerdo cómo es la estructura de la Cornucopia: recordad que de cada tubo de lanzamiento sale un puente de cuerda que conduce hasta la cornucopia, un gran círculo que se sustenta sobre un gran tronco que sale del lago de abajo. No sé si me explico bien; espero que sí :P ¡En cualquier caso, que disfrutéis del capítulo!

Katniss

La tensión y los nervios son tan grandes que el alivio tarda más de lo normal en sustituir al susto en el gesto de mis personas, todas con la duda, la preocupación y el vértigo en la mirada. Todas allí, conscientes de que un mínimo fallo puede tener la suficiente fuerza como para romperlo todo. Las miro, una por una. Y las quiero. Las palabras de agradecimiento llenan mi boca, pero he de frenarlas porque sé que no es el momento.

Me doy cuenta de que están todos excepto Gale. Aunque haya contribuido a preparar el plan para complacerme, entiendo que no sea plato de buen gusto para él observar la caída de algo que preparó con tanto ahínco e ilusión. Niego con la cabeza, recordándome que todo lo relacionado con Gale, después de todo lo ocurrido, después de Prim, debería darme completamente igual.

—    ¿Está hecho? —me pregunta Haymitch, sacándome de mi ensimismamiento, desde el otro extremo de la habitación. Hay sobriedad y autoridad en su voz.

Calibro su pregunta: ¿está hecho?, ¿está Coin realmente muerta?

Sin embargo, no me da tiempo a responder ya que, de repente, todos vuelcan su atención en la gran pantalla de la sala de los vigilantes. Cuando yo también la miro, me doy cuenta: Amélie, Franz y Ares se están acercando al tronco de la Cornucopia. Me tomo unos instantes para contemplar el plano. El gran lago, limpio y puro de no ser por el gran tronco que se alza, potente e indestructible justo en el centro.

Doy la orden. Johanna, Emily, Finnick y todos los demás que están al mando se ponen en marcha: anulan todos los mutos que hay en el lago y empiezan a trabajar en los tubos, que están también bajo el agua.

—    Cuando nos des la orden las tubos de lanzamiento volverán hacia arriba, jefa —me informa Finnick, y todos se vuelven hacia mí.  

Miro la pantalla de nuevo. No deben de faltar más de treinta o cuarenta segundos para que los chicos alcancen el lago. Me pongo en su situación, vuelvo atrás en el tiempo y me pregunto si yo me fiaría...Si tuviera la promesa de que voy a salir de ahí y si todos los elementos de la arena apuntaran a que lo que me han contado es cierto....¿me fiaría? No. La respuesta aparece clara en mi cabeza. Si yo fuera cualquiera de ellos, pensaría que es solo una cruel trampa, ponerme el caramelo en los labios y después darme una bofetada. Estoy a punto de decirle a Finnick que no suba los tubos hasta que ellos estén sobre la Cornucopia cuando me concedo un momento para examinar las expresiones de Amélie, Ares y Franz. Aunque es obvio que todos están preocupados e inquietos, es la de Amélie la cara que lleva el miedo más cristalino pintado en ella. No confía, está asustada. Necesita esto. Ella no es yo, ella no desconfiará. Ella necesita una señal de que va a salir, de que van a vivir de verdad. Cuando ya están en la orilla del lago, le doy la señal a Finnick para que haga subir los tubos, insistiendo en que ellos los tienen que ver. Finnick y el resto siguen mis órdenes y dos segundos después, ante la atenta mirada de los tres tributos, veinticuatro tubos opacos empiezan a emerger del agua y, limpia y silenciosamente, suben por las plataformas que rodean la Cornucopia.

—    Esto está hecho —murmura Peeta, a mi lado, y esbozando una sonrisa de fe.

Miro a mi alrededor. En esta sala está todo el mundo que me importa. Los soldados de Coin están maniatados, y Amélie, Franz y Ares están a solo unos minutos de poder coronar la Cornucopia y volver a casa. Y, si todo va según lo previsto, también podremos sacar de ahí al resto de tributos. Empiezo a pensar que quizá Peeta tenga razón, que quizá todo sí que esté hecho.