Capítulo 30.

3.1K 87 17
                                    

Recordad que he subido dos capítulos; aseguraos de haber leído el 29 antes que este. ¡Gracias por leer!

Katniss.

Lo que más me llama la atención de la reunión extraordinaria que convoca Coin a la mañana siguiente no es el hecho de que todo esté más que preparado, ni tampoco el que el desfile y las entrevistas tendrán lugar de aquí en una semana, ni siquiera el saber que este año, dado que los chicos no saben hacer gran cosa, se omitirá la prueba individual. Lo que más me sorprende es algo que Coin comenta como algo secundario, pero que hace que Reak y yo compartamos una mirada de sorpresa. Gale ha abandonado la comisión. Y Reak lo sustituirá trabajando junto a Emily Burdock, que no deja de dispararme una mirada punzante, como si supiera que la retirada de Gale tenga que ver algo conmigo. 

Hace falta un solo gesto de Reak para saber que tenemos que reunirnos. 

Así lo hacemos cuando termina le reunión. Los dos acudimos a su habitación, intercambiando un par de sonrisas vergonzosas. 

—Te perdí la pista anoche —comenta Reak, mientras los dos nos sentamos en el suelo. 

Sonrío, cómplice. 

—Me fui pronto. Ya sabes, para que Coin no sospechara. 

Mientras él asiente con la cabeza, reflexiono por primera vez acerca de nuestro beso, de lo que significó, si es que llegó a significar algo. Los dos habíamos acordado en un primer momento fingir estar saliendo juntos, pero sé muy bien que ese beso no nació de una obra de teatro. Nació de algo más profundo que eso, a pesar de saber con seguridad que sigo enamorada de Peeta. Besé a Reak…porque me apetecía hacerlo. Porque era lo que dictaba el momento. Porque era un simple beso, que no supone compromiso, enamoramiento….simplemente contacto, instinto. Como cuando estás a dieta y no puedes decirle que no a un suculento pastel que te grita que lo devores. Algo así. Devoras el pastel, sabiendo que no estás abandonando la dieta, sino dándote un simple capricho. El estar esperando a que la tormenta sea menos intensa para poder arreglar las cosas se podría considerar estar manteniendo una pequeña dieta, supongo.

—Estás pensando en lo de anoche, ¿no es así? —pregunta Reak, sin poder evitar contener una sonrisa juguetona. 

Mi sonrisa tímida me delata.

—Desde luego, es algo en lo que pensar —coincide, pensativo y sin que su sonrisa se apague un ápice—. De hecho, fue algo tan…¿cómo decirlo? ¿relevante? Que disparo el puño de Gale directo a mi nariz, como un cohete. 

La sonrisa se me borra de la cara al instante, aunque la de Reak solo crece al ver mi cara de sorpresa. 

—Unos quince minutos después de…bueno, después de lo nuestro, Gale apareció hecho una furia farfullando algo como que era un traidor y un indeseable. Me miro a los ojos e hizo un intento de pegarme un puñetazo. Suerte que tengo unos reflejos de lince y mucha experiencia en eso de esquivar golpes de novios enfadados. 

Lo cuenta como si fuera una anécdota cualquiera, e incluso ríe. 

—Sabe que fuiste tú el que me contó lo de Prim —confieso, con un hilo de voz. 

El rostro de Reak adquiere una seriedad suave, con media sonrisa cerrada en los labios. 

—Eso imaginaba. 

—¿Estás enfadado?

Reak ríe con alegría. 

—¿Te parece que esté enfadado? 

Niego con la cabeza, sonriendo también. 

—Gale es un cabrón. Así, sin más. Me hubiera gustado que no nos hubieran separado para darle la tunda que se merece. 

Alzo las cejas con sorpresa y sonrío. 

—¿Tú? ¿Ganando a Gale? ¿Seguro?

—¡Mi honor está muy ofendido en estos instantes, Katniss Everdeen! —protesta él, fingiendo indignación, abriendo mucho la boca, que rápidamente baila en una risa musical. 

Los dos reímos hasta que Reak retoma el hilo de la conversación. 

—La cosa es que…Gale no fue el único aludido de lo nuestro. 

—¿Qué quieres decir?

—Que mucha gente se enteró: Johanna, Cinna…en realidad da igual; con que se haya enterado Johanna es suficiente para que a estas alturas ya lo sepa medio distrito.

Exhalo un profundo suspiro antes el que Reak vuelve a reír. 

—Detecto por ese suspirillo que no te gusta la idea de que la gente sepa que nos besamos. ¿Avergonzada? ¿Arrepentida, quizás? —tiñe sus palabras de un tono cómico que se esfuma cuando lo miro a los ojos. Sé que habla en serio; que de verdad esto le importa. 

—Ninguna de las dos —respondo, y soy sincera—. Solo me da rabia que algo tan común en una fiesta, un beso tonto y sin sentido, algo que seguramente habrán hecho decenas de parejas, sea noticia. Solo porque yo formo parte de ello. 

Reak asiente con la cabeza, comprensivo. 

—Era algo que me preocupaba —admite, mirándome a los ojos—; qué valor le habías dado a nuestro beso. 

Me encojo de hombros, algo incomodada. 

—Nada demasiado relevante. ¿Y tú?

—Lo mismo —sonríe—. El típico beso de las fiestas. 

—Me alegra haberlo hablado —le digo, y él asiente con la cabeza. 

Intento detectar si sus ojos dicen lo mismo que sus labios; que fue un beso sin importancia. No encuentro indicios de lo contrario. El tema enseguida vuelve a cambiar, y noto que el aire es menos denso y que los dos hablamos con más libertad.

—¿Qué es de nuestra rosita blanca capitolense? —pregunta Reak. 

Me encojo de hombros. 

—Ayer la viste, tal como yo. De momento no es más que una adolescente normal. 

—Quizás por eso exactamente deberíamos actuar. 

—¿A qué te refieres?

—Los juegos darán comienzo en una semana —dice Reak, ya sin haber rastro de su sonrisa inicial—. Quizás sea el momento de que le revelemos nuestro plan. 

El simple hecho de imaginarme frente a Amélie Snow y pedirle su ayuda hace que me estremezca. 

—Aún no —tercio yo. 

—¿Por qué?

—Porque no está lista. Ya la viste ayer; vive en una utopía de nubes de algodón de azúcar. Hablaré con ella. Pero no aún. Encontraré el momento. 

Sinsajo. ¿Qué pasaría si...?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora