Capítulo 51

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¡Hola a todos! Cuando empecé a escribir este fic lo hice con una determinación muy clara: terminarlo. La universidad y demás compromisos no me está permitiendo escribir tanto como me gustaría, y es realmente vergonzoso haber estado tanto tiempo sin actualizar. Y lo siento muchísimo. Pero, de vez en cuando, saco un ratito, me acuerdo de mi propósito, de vosotros, y sale un capítulo. Este es el que ha salido hoy. Espero que no tarde tanto en sacar otro. La historia tiene un final pensado, estructurado y a tiro hecho, solo tengo que sacar tiempo para escribirlo. Disculpadme otra vez y muchas gracias por estar ahí.

*Como ha pasado tanto tiempo y algunos habréis leído el capítulo anterior hace meses, os pongo en antecedentes: Katniss va a llevar a cabo el plan para sacar a Amélie que, si recordáis, consistía en volver a subir los tubos de lanzamiento. Amélie lo sabe porque Ares, que previamente se ha puesto de acuerdo con Katniss, ha ido a la arena y se lo ha contado todo a Amélie y a Franz. Para que Coin no se entere de lo de los tubos, Peeta, Haymitch y demás compañía van a fingir un ataque terrorista contra el trece. Con esa premisa, suponen que los guardias encerrarán a Coin y a Katniss de imprevisto y juntas en la misma sala. El plan es que Katniss mate a Coin en ese momento. Y ahí nos quedamos. ¡Que disfrutéis!


Katniss


La mañana y la noche que precede a esta son sorprendentemente tranquilas. Mi alteración, mi respiración agitada y mi nerviosismo son solo teatro cuando la urgencia del sonido de alarma inunda hasta el último rincón del trece y los agentes de Coin, como imanes, se pegan a mí y me arrastran hasta uno de los sótanos. Atraviesan con una prisa y preocupación que me resultan hasta divertidas lo que, a mi parecer, son, al menos, diez puertas blindadas que bien servirían para guardar a buen recaudo la fortuna más abundante del mundo. Tanta es la sofisticación que no puedo evitar sentirme decepcionada cuando descubro que lo que guardan esas puertas son un simple cuartucho iluminado por una pobre bombilla que parece a punto de apagarse. Me echan ahí, como un objeto, y me indican que no salga hasta que ellos me lo indiquen.

El sonido de todas las puertas de metal cerrándose mientras los agentes abandonan la habitación del pánico es el único ruido que me acompaña en los siguientes segundos, en los que acaricio el filo del cuchillo escondido en uno de los extremos de mi cinturón, consciente de que esa pequeña arma es mi salvavidas, el de Amélie, el de Peeta, el de Haymitch....el de todas las personas que me importan. Una vez más, el destino, las vidas de todos aquellos a los que quiero han vuelto a caer en mis manos como si fueran un paquete del que me intento deshacer y que siempre vuelve a mí, como si el cartero nunca fuera capaz de encontrar la dirección a la que quiero enviarlo.

Poco tiempo me da a pensar en ello, sin embargo, porque enseguida vuelvo a ir la orquesta de puertas abriéndose, el sonido de un coche, de un plan, que marcha según lo previsto. Apenas soy capaz de recobrar el gesto de miedo y agitación cuando los agentes del trece, con mucho más cuidado que el que usaron conmigo, dejan pasar a la presidenta Coin a la misma habitación y le dan las mismas instrucciones.

Va despeinada y lleva una gran duda con pequeños matices de miedo y de nerviosismo pintada en la cara. Cuando se sienta frente a mí, me doy cuenta, incómoda, de que apenas cabemos las dos sin que nuestrasb rodillas encogidas se toquen. Me pregunto si el momento es ahora, si matarla ya, sin darle oportunidad a hablar o a que el plan se desmorone es la mejor opción. Sin embargo, opto por divertirme un poco: esta es la Coin que quiero, indefensa, confusa, sin tener delante y estudiado el guion de lo que va a suceder.

- Imagino que la habitación del pánico es tan estrecha porque jamás pensó que a nadie se le ocurriría atentar nunca contra el trece -comento, mirando a nuestro alrededor-. Lo cual, a mi parecer y si me lo permite, es algo arriesgado si tenemos en cuenta que tenía sus acuerdos nada más y nada menos con el Capitolio. Doy por hecho que su relación con el presidente Snow era, cuanto menos, buena si no se preocupó por crear un refugio más grande para su gente.

Sinsajo. ¿Qué pasaría si...?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora