Capítulo 5

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A veces me pongo a pensar en como seria mi vida si mi padre no hubiera muerto, seguiría viendo deportes con él hasta tarde cada domingo. Iríamos a cada reunión familiar a comer y él bebería hasta donde no pueda más.

No me agradan los momentos en donde pienso en esas cosas y solo me lleno de tristeza, la cual se me hace bastante fácil cubrirla con enojo. Un enojo que solo sirve para espantar a a las personas que realmente me importan. Muy pocas personas se quedaron conmigo para saber la verdadera razón de mi enojo y soy yo, porque no acepto muchas cosas y muchas veces me desquito con los demás cuando no tienen la culpa de nada. 

¿No les pasa que se sienten en un hoyo negro en el cual no pueden salir? es justo como me siento en este momento.

Mis pensamientos son interrumpidos por el saludo de mi mejor amigo después de haber tocado la puerta de su departamento.

—Sigo confiando en tu palabra —dice Sam al verme.

—Siempre cumplo lo que digo —me encojo de hombros entrando al departamento.

Al entrar me encuentro con Ethan y Jacob.

—Sírvete lo que desees, estamos esperando a Darren y Luke. —habla Sam a mis espaldas. 

Me dirijo a la mesa después de saludar a los chicos y comienzo a comer como si no hubiera un mañana, realmente no me importa si piensan que me voy a acabar toda su comida.

En un momento veo a Sam con el celular en la oreja y está un poco enfadado. Luego me da una pequeña mirada y no me gusta lo que dice a continuación. 

—Tengo una idea, pero deben quedarse ahí —habla mientras me sigue mirando— está bien, no creo que tarde. —cuelga y me habla— No quiero que me mates, pero necesito tu ayuda.

—¿Ahora qué sucedió? —digo dejando mi bebida en la mesa.

—Sé que ya no sales hace medio año y que no vas a...

—Al punto, por favor —lo interrumpo alzando las manos y recibiendo las miradas de los demás.

—El lugar en donde compramos nuestro alcohol está cerrado y lo único que se me ocurre en este momento es que vayas a donde están ellos y los lleves a donde tú solías comprar. 

—Pero pudiste darle de dirección y ellos iban, no le veo el problema —digo poniéndome de pie. 

—Sabes que no es un lugar seguro. 

Claro, conmigo si lo es. —pensé.

Tengo una familia con un número bastante grande de integrantes, algunos de ellos tienen amistades y esas amistades conocían a mi padre, lo que me toca a mi, es ser conocida por la gran mayoría de esas personas al ser parte de esa familia. Tienen conocidos en casi todos lados y puedo andar libremente por las calles mas peligrosas de esta ciudad. Mi papá conocía a muchas personas porque era abogado y le gustaba estar siempre en familia. Debo admitir que las amistades de la familia no son la mejor influencia del mundo, como en todo lugar, hay problemas de drogas, alcohol e infinidades de cosas malas. Mi padre estaba muy al pendiente de ellos por el trabajo, pero se mantenía muy al margen de ello. No le gustaba ese estilo de vida.

Ahora que lo pienso es muy irónico porque mi ex es parte de ese mundo, me enseñó muchas cosas, como la venta clandestina de armas, droga y carreras ilegales de autos. Esa es una historia la cual no me interesa recordar. Hace un año me alejé por completo de todo eso, terminé con el imbécil de mi ex poco después de que mi padre muriera y él solo me dijo: Ahora eres libre de hacer lo que quieras y formar parte del negocio conmigo.

Mis pensamientos son interrumpidos por mi mejor amigo, mirándome con súplica,

—De acuerdo, lo haré. —suelto un suspiro— pero debes ir conmigo y tu auto.

—Perfecto, vamos —dice sonriente.

Lo que sigue es ir a donde están los chicos, fuera de un super mercado cerrado, me río al verlos. Parecen unos niños de 16 creyendo que ahí les venderán alcohol con sus identificaciones falsas. Cuando en realidad tienen 20. Son unos buenos chicos, tratando de ser un poco rudos. Suben al auto con nosotros y nos dirigimos a uno de los lugares donde iba a comprar con Dan-mi ex-, para una de las muchas fiesta que teníamos cada sábado. Si, me escapaba por mi ventana cada fin de semana y regresaba poco antes del amanecer. Bebía demasiado, habían días en donde ni si quiera recordaba como había regresado a casa sin que mis padres se dieran cuenta.

Llegamos, compramos todo lo necesario para la reunión y salimos del lugar. Saludo a algunas personas que reconozco. Por casualidades del destino o la vida que realmente me odia, veo a Dan recargando el hombro en el auto de Sam, con un cigarrillo en la mano.

—No sabía que ahora salías con perdedores, parece que tus amigos se reproducen como cucarachas —dice acercándose a nosotros. 

—La única cucaracha aquí, eres tú —dice Sam, mal momento para ser respondón.

Antes que Dan le responda, me pongo en medio y lo interrumpo.

—Es tu problema, métete en tus asuntos —miro sobre el hombro a Sam que está detrás de mi y le digo que se suba al auto junto con los demás.

—A la defensiva, como siempre —dice Dan cuando los chicos suben al auto y nos dejan a solas-. no has cambiado nada, eso me gusta.

—¿Qué es lo que quieres? —me acerco con la intención de intimidarlo, cosa que no logro.

—Lo que quiero, es tenerte devuelta, extraño nuestras locuras. Beber hasta perder el conocimiento, contigo —usa esa mirada, la cual me hacía ceder a cualquier cosa, pero ahora ya no funciona.

—Búscate otro juguete, yo me cansé de tus juegos.

—Contigo nada fue un juego.

—Claro, por eso te acostabas con medio mundo mientras yo estaba en casa.

—No vuelvas a decir eso de mi —me toma del brazo con fuerza.

No le respondo, traté de alejarme de él por las buenas, pero no me queda de otra que usar la fuerza. Le doy una patada en la entrepierna, lo cual hace que caiga y se retuerza de dolor. 

—¡Púdrete, imbécil! —le grito mientras subo al auto. 

Cuando Sam pone el auto en marcha, me doy cuenta que Luke y Darren  me miran sorprendidos y un poco asustados. Genial, este va a ser un largo viaje de regreso.

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