Una llamada de Alex me despierta, me di cuenta que era él cuando escuché su voz.
Esa maldita costumbre de contestar llamadas sonámbula, es una mierda.
—Blake, por fin respondes. No sé nada de ti.
—¿Alex? —bostezo— ¿Qué es lo que quieres?
—Me has evitado por casi cuatro días —suspira— ¿y me preguntas eso? He estado muy preocupado por ti.
—Gracias, sé cuidarme sola. No tengo ganas de esta conversación ¿si?
—¿Podrías dejar de comportarte así? No todo gira al rededor de ti.
—¿Qué es lo que quieres entonces?
—A la mierda, Blake.
Cuando todo el sueño se me fue, fui consciente de lo que le había dicho. Nunca pienso lo que voy a decir cuando recién me despierto y a veces no lo recuerdo con claridad cuando me vuelvo a dormir después de una discusión como esa.
Desayuné sola, estuve igual en el almuerzo. Mamá se fue con mi tía a su casa, me dejaron una nota en la cocina. No me dijo cuánto tardarían y prefiero no cansarme esperando su llegada.
El orgullo será el causante de mi muerte algún día.
Y para mejorar las cosas, mi turno en el trabajo coincide con el de Alex, Emily no pudo cubrirme esta vez.
—Creí que no vendrías —dice malhumorado cuando me siento junto a él.
—No vine por voluntad propia, me pagan por venir aquí ¿Sabias eso?
—Que idiota fui al pensar en disculparme contigo —se burla— eso me pasa por preocuparme por alguien que no sea yo.
—Mira, lamento haber sido tan dura contigo, pero no acostumbro a que alguien no respete mi espacio. Quería estar sola, pero con tu actitud, me hiciste enojar.
—¿Mi actitud? —me mira a los ojos— tú hablaste primero.
—¡Pero tú me despertaste!
—Ni si quiera sabía que estabas dormida.
—¿Qué se supone que haga despierta a las 8 de la mañana, Alex?
—Olvídalo. —se pone de pie y se va al baño.
Parece meditar demasiado al tardar 30 minutos en regresar.
—Mira, lamento la discusión, lamento toda esta situación. Pero no estoy acostumbrado a que alguien un día me trate bien y al siguiente... Me ignore por completo. —se toma su tiempo para decir cada palabra y en un tono muy diferente al que tenía hace un momento.
—Lamento haberte gritado por teléfono.
—Discúlpame por parecer un acosador —sonríe— he sido un completo idiota.
—No, solo estabas preocupado por mi. —me abraza inesperadamente.
Debería sentirme mejor, pero eso no sucede.
—¿Interrumpo? —la voz de Darren me hace salir de mi trance y me alejo de Alex.
—Hola, Darren —intento sonreír, pero solo hago una mueca extraña.
—Hola, Blake —le hace un saludo con un movimiento de cabeza a Alex y vuelve a mirarme— vine a decirte que nos reuniremos más tarde en casa de Sam.
—Gracias, pero saldré un poco tarde y mamá no está en casa.
—Está bien, si puedes, nos avisas —sonríe— te dejo estos de aquí, gracias.
Deja dos libros en el mostrador y se va.
—¿Por qué sonríe si no iras a su reunión? —dice Alex a mi lado.
Sonríe porque sabe perfectamente que no importa si mamá está o no en casa. Es solo una excusa para estar sola y la acepta.
—No tengo idea —me encojo de hombros.
—Mamá no está ¿puedo acompañarte a casa saliendo de aquí?
—Lo siento Alex, probablemente llegue y no quiero tener problemas con ella.
—Está bien —se da por vencido después de mirarme por casi dos minutos— por lo menos te acompaño hasta la puerta y luego me iré ¿puedo?
No pude negarme, extrañaba su compañía de alguna forma, no entiendo estos sentimientos dentro de mi.
Fuimos por el camino largo, entre risas, muchos cigarros y dos latas de cerveza que compramos en una gasolinera. Cumplió su trato, me dejó en la puerta de mi casa y se fue.
Siendo las 10 de la noche, sola en casa, me aburrí, no fui con los chicos porque no quería enfrentar las preguntas de Sam, ni de nadie. Me encierro en el estudio de mi padre, al mirar todas esas fotos en el álbum de recuerdos de mamá, me doy cuenta que no todo era tan malo. Hay fotos de muchos cumpleaños, mamá y papá sonriendo. Fotos en la playa a la que suelo ir cuando me siento mal, justo como ahora.
No sé cuánto dura mi llanto, no tenía idea de cuánto tiempo pasé en esa habitación hasta que el sonido de la puerta principal me despierta.
—¡Blake, estamos en casa! —la voz de Lorena me confirma que no es una alucinación— sal a desayunar.
¿Ya amaneció? Mierda.
—Blake no está en su habitación, Lorena —la voz se va a pagando en cada palabra y luego escucho un llanto— te dije que no estaría, solo trato de hacer las cosas bien.
Cuando me acerco a la puerta para decirle que estoy en el estudio, escucho la voz de Lorena.
—Tranquila, son las 10 de la mañana, probablemente esté en el trabajo.
—No, ella no tiene horario tan temprano —sorbe por la nariz— te juro que intento ser lo mejor para ella, pero simplemente no puedo. Ese maldito psiquiatra no ayuda en nada.
—Cariño, estas cosas toman tiempo, comprende.
—¿Cómo quieres que me sienta tranquila? Si cada vez que ella sale, no tengo idea de en donde está, ni a qué hora va volver. ¡Hace unas semanas ni si quiera dormía aquí y es muy probable que lo vuelva a hacer!
—Pero hace semanas no sale mucho y solo anda con Alex o con uno de sus amigos.
—Estoy tranquila con Sam y su pequeño grupo de amigos, Alex no me convence, pero no quiero discutir con Blake.
—Decirle lo que piensas no creo que le moleste, Alexandra.
—¡Ella se molesta por todo, prefiero no interferir en sus decisiones! —la escucho llorar otra vez y sus voces se alejan, seguido del sonido de la puerta de su habitación.
Mierda.
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La cuarentena me hace pensar mucho en estos personajes.
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Rota
Teen FictionBlake, una chica de 20 años que está enojada con el mundo, un pasado problemático y una madre que no parece entenderla. Todo se torna doloroso cuando descubres lo mal que entendiste las cosas, confiar es difícil y depender de alguien no es una opció...