Capítulo 50

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Mi primera reacción es voltear lentamente, mirando a Sam en estado de shock.

—Sam, puedo explicarlo —dice Darren intentando acercarse a él.

—No, contigo no tengo nada que hablar, es con ella —le responde con frialdad.

—Pero Sam —intenta otra vez.

—No, Darren —lo interrumpe— ¿podrías dejarnos a solas?

Darren voltea a verme indeciso y yo solo me encojo de hombros.

—Me llamas ¿si? —me dice en voz baja y se va.

Sin decir media palabra, entro a mi casa y Sam me sigue. Siento que la sangre me está hirviendo y sólo quiero gritarle que se vaya, pero respiro profundamente mientras espero el drama que se avecina. Mis padres aún no llegan y eso me relaja.

Sam cierra la puerta detrás de él y empiezan los gritos.

—¡Te dije miles de veces que no debías meterte con alguien del grupo y mucho menos con él! ¿Darren? ¿En serio?

—No, la vecina —me cruzo de brazos.

—No estoy de broma, Blake.

Yo tampoco.

—¿Querías una carta de invitación o algo? —alzo las cejas.

—¿Qué es lo que te sucede?

—¿A mi? —me burlo— nada. Solo me causa gracia todo este teatro que te estás armando.

—Blake, soy tu mejor amigo —se cruza de brazos— nos contábamos todo.

—Claro, hasta que desapareciste por completo. No respondes a mis llamadas, evades preguntas y culpas al trabajo de no tener tiempo para compartir con tu mejor amiga.

—¡Pero quedamos en que no saldrías con él! —grita de repente.

—¡Tú no puedes decidir sobre mí vida! —le respondo con otro grito. Estábamos tan enfrascados en gritarnos el uno al otro, que no nos dimos cuenta de la llegada de mis padres.

—¿Qué son esos gritos? —dice mamá— chicos los escuchamos desde afuera.

—¿Señor Bruce? —Sam lo mira sorprendido.

—Hola Sam —le responde con frialdad— los dejamos solos.

Sin decir más, se van a su habitación.

—Claro, es que estabas tan concentrado en tus estudios y trabajo, que ni si quiera te enteraste de la resurrección de mi padre —me burlo_ vete, Sam. No quiero más reclamos.

—¡Pero Blake!

—¿Pero? —pierdo la paciencia— Siendo una de las personas que más me importan, no puedo soportar más esto. ¡Eres tan cínico! ¡Te concentras en culparme de todo, cuándo tú eres el que se alejó! ¡La persona que siempre estuvo para mí a parte de las chicas, fue Darren! ¿Y tú? —me río para no darle con mi puño en el rostro— ¡tú solo inventabas excusas!

—Blake yo...

—¡Nada! Prometimos no salir con el mejor amigo del otro, lo sé. Pero no tienes lugar a reclamo, sé lo tuyo con Meredith. ¡Que buen trabajo el tuyo, por cierto! —Intenta decir algo pero lo interrumpo— ¡Vete!

Camino a mi habitación y cierro la puerta a mis espaldas. Escucho los gritos de Sam, pero no le hago caso, luego de estar cerca de dos horas esperando a que salga, finalmente se va.

Darren me llama para saber cómo estaba y le cuento todo lo que pasó. Hablamos regular, me estuvo tranquilizando porque no dejaba de quejarme por el comportamiento de Sam. Es muy injusto, ni si quiera pensaba reclamarle lo de Meredith, pero se lo merecía.

A la mañana siguiente, voy directo a la biblioteca sin desayunar. El mal humor no se ha ido y se refleja perfectamente en mi cara, me siento peor al ver a Amanda al otro lado del mostrador. Hago lo que puedo para evadir cualquier tipo de conversación con ella y funciona, estoy leyendo una revista sobre los artistas pop cuando escucho unos sollozos a mi lado. Giro con disimulo y veo a Amanda con la cara inundada de lágrimas mirando la pantalla de su celular. Ella al ver que la estoy observando, se pone de pie y se va corriendo al baño. Llamo a Clarisse para que vaya a verla, pero insiste en que vaya yo creyendo que somos amigas.

De camino al baño, solo pienso en miles de cosas que le podría decir, pero no tengo ni la menor idea de qué decirle. Además... Ni si quiera me ha caído bien. Llego al baño y ella está encerrada en uno de los cubículos llorando sin control. Saco mucho papel toalla y se lo ofrezco por debajo de la puerta. Lo toma y luego de unos minutos dice:

—Ahora no necesito de tus burlas, Blake.

—¿Cómo supiste que era yo?

—Tienes un brazo tatuado ¿recuerdas? -se suena la nariz— déjame sola.

—Sé que quieres estar sola, pero no es lo que necesitas.

—¿Como alguien como tú podría saber lo que necesito y lo que no?

—¿Alguien como yo? ¿A qué te refieres?

—Tienes la vida perfecta, al novio perfecto y ahora a una familia perfecta —se aclara la garganta.

—No sabes nada de lo que estás hablando —me siento en el suelo recargando mi espalda en la puerta— nadie tiene la vida perfecta, Amanda. Todos tenemos problemas y temas de los que no hablamos con nadie, no soy la mejor compañía que puedas tener ahora, pero es lo que puedo ofrecer.

—¿Qué podrías pasar tú? —los sollozos cesaron.

—Por un año creí que mi padre estaba muerto. Viví toda mi vida ignorando que mi madre sufre de depresión y ansiedad —meto las manos a mis bolsillos y encuentro una cajetilla de cigarros, junto al encendedor de mi padre y enciendo uno sin pensarlo— ni si quiera sé por qué te cuento todo esto, no me caes bien.

—A mi padre le detectaron cáncer de colon. —susurra— me lo acaba de decir mi madre por mensaje.

—Como lo siento —le ofrezco un cigarro junto al encendedor y los acepta aun sin abrir la puerta— saliendo de aquí te acompaño al hospital.

—¿Por qué estás haciendo esto?

—No quiero que te sientas sola, Amanda —le doy una calada al cigarro— si mi presencia te molesta, te aguantas.

—No me molesta —abre la puerta y me pongo de pie, tiene los ojos hinchados, pero ya no está llorando— lamento mucho lo de tu mamá.

—Y yo lo de tu padre.

Inesperadamente me da un abrazo, se lo devuelvo sin ningún problema.

—Siento haber creído que tu vida era perfecta y suponer que eras una amargada sin corazón —se burla— gracias, Blake.

—Me obligó, Clarisse —me encojo de hombros y me burlo— descuida, no volveré a hacer ningún comentario que te cause molestia.

—A veces me causaba gracia verte enojada, pero también trataba de saber el porqué.

—Esto —me señalo— es solo una capa protectora para que nadie vea lo mal que me siento. El “enojo” hace que las personas no hagan preguntas. Solo soy una persona viviendo día a día, luchando consigo misma y cargando con problemas que no son mios, pero no puedo evitarlo ¿Sabes?

—Sé lo que se siente, el matrimonio de mis padres ha sido un infierno y lo único que han hecho es ponerme en medio. —sus ojos se le inundan de lágrimas otra vez, pero se contiene— todos creen que exagero, pero cada día me he sentido peor con la situación y ahora con lo de mi padre.

—¡Hey! —pongo mis manos sobre sus hombros— cada quién lidia con sus problemas como puede y nadie tiene el derecho de decirte que exageras, sólo tú sabes cómo te está afectando y cómo puedes lidiar con ello. ¡A la mierda esa gente!

Esta vez yo le doy un abrazo. Salimos del baño y seguimos con la última media hora que nos quedaba de turno. Llegan Meredith y Emily en nuestro reemplazo, me miran extrañada al ver que me voy con Amanda, pero no les digo nada.

Llegamos al hospital, la que supongo que es su madre, se acerca a Amanda en medio de lágrimas y se consuelan una a la otra. La escena me recuerda a mi madre y a mi, consolándonos, no pude evitar las lágrimas.

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