Capítulo 41

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Darren.

La mañana del domingo suele ser tranquila. Papá duerme hasta tarde, pedimos comida a domicilio y evitamos las discusiones a toda costa. Hoy es diferente, él llega de su viaje de negocios a las 8 de la mañana, quejándose del tráfico y el mal servicio a la habitación en su hotel. Llega directo a mi habitación y me despierta.

—¡Ven a tomar desayuno! —me grita desde la puerta.

—¡Son las 8 de la mañana! —me siento en la cama— no lo hagas difícil hoy, por favor.

—He tenido un viaje muy complicado y lo único que quiero es pasar tiempo con mi hijo —se cruza de brazos— quiero ver tus notas y tus trabajos terminados.

—Hoy los terminaré, pero en casa de Blake.

—Lo único que has hecho últimamente es pasar tiempo con esa chica —se acerca— deberías concentrarte en los estudios, ya se acerca el fin de semestre.

—Para eso falta mucho, no necesito que me digas qué hacer, ya no tengo 5 años.

—¡No me respondas de esa forma!

—¡Estoy harto de que me trates como tal! —me pongo de pie— me cansé de no poder tener mis propios pensamientos estando cerca de ti, de tener que darte explicaciones de a donde y con quién salgo. Por poco y me pones un rastreador en la pierna.

—¡Lo hago porque eres mi hijo!

—Soy tu hijo, pero no tu propiedad. Desde la muerte de mi madre me has tratado así y ya me cansé.

—¡Solo intento protegerte!

—Claro —suspiro— agradezco mucho que te preocupes por mi, pero también debes preocuparte por ti. No has salido con nadie, tu imagen personal está totalmente descuidada y solo te enfocas en hacerme la vida imposible.

—Eso no es cierto —baja la voz— lo hago por tu bien —noto inseguridad en sus ojos.

Ninguno dice nada y al ver que no continuará con la discusión, me meto al baño. Todos los días con la misma discusión, hasta la se de memoria. Debo aceptar que a pesar de todo, nunca nos ha faltado nada. Cuando mi mamá murió, mi padre asistió a terapia por algunos meses, pero con el tiempo lo dejó y con ello llegaron los problemas.

De vez en cuando vienen sus hermanos a visitarnos y en esos días, todo es totalmente distinto, una maravilla le podría decir. No hay gritos, reclamos, ni control en exceso. Todo termina cuando la visita cruza la puerta principal.

La época que más extraño es mi niñez, mi madre fue parte de ella y no habían problemas. Éramos la típica familia feliz, hasta que el vicio de mi madre acabara con ella.

Últimamente he estado distraído gracias a Blake, yendo al cine, comer hasta no poder más, estar en su casa mirando películas o escuchando música. Ayer fue una noche difícil, le pediré que me ayude con el último trabajo que no he terminado, solo es una excusa para saber cómo está.

Me doy una larga ducha y bajo a desayunar. Todo estaba servido y papá ya no volvió a gritar más. En el almuerzo discutimos otra vez por lo mismo y eso me obliga a salir de casa más temprano de lo que había planeado, ya no soportaba estar bajo el mismo techo que mi padre en ese momento y al llegar a casa de Blake ya me sentía más tranquilo.

-—¡Hola, Darren! —me sonríe la madre de Blake de oreja a oreja y le devuelvo la sonrisa— pasa, le diré a mi hija que estas aquí, siéntate.

—Hola, muchas gracias —me siento y miro la tele encendida. Están pasando un programa de espectáculos.

—Hola, Darren —Blake se sienta a mi lado, con sombras bajo sus ojos y con una expresión neutra.

—¿Qué te pasó?

—Nada, estoy bien.

—Blake, estaré en mi habitación. Si desean cambian el canal —nos interrumpe su madre.

—Está bien —le responde y se encoge de hombros.

—¿Sigues preocupada por lo que pasó anoche? —le digo cuando su mamá nos deja solos.

—En este momento no tengo ganas de pensar en eso, no tengo ganas de pensar en nada ¿si?

—Son las 2 de la tarde y sigues en pijama —me recuesto en el sofá— ¿comiste algo?

—Sí, mamá —voltea los ojos— si comí. ¿Por qué estás aquí tan temprano? Ni si quiera me llamaste para avisarme que vendrías.

—Emm... —dudo, pero le digo la verdad— he discutido con mi padre por millonésima vez y ya no soportaba tenerlo cerca, además... Iba a venir de todas formas, necesito que me ayudes con esto —saco lo necesario para el trabajo y ella solo me mira sin expresión en el rostro.

—Está bien —no protesta.

—¿Segura que estás bien? —intento ver cada detalle de su rostro— no me gusta llenarte de preguntas, pero te noto muy extraña. Te diría que tienes resaca, pero anoche no tomaste ni una gota de alcohol.

—Mierda, Darren, ahora no quiero tener esta conversación.

—Está bien.

No me responde y busco cualquier cosa para evitar su mirada, intento concentrarme en el libro que tengo en mis manos, en un principio es difícil, pero noto que Blake lee lo necesario para el trabajo y eso me relaja. Solo es un pequeño ensayo sobre un libro. Al terminar, vuelve la incomodidad y ella rompe el hielo.

—¿Recuerdas que no estoy libre los martes y jueves? —me mira aun con esa expresión neutra e indescifrable— voy a ver a un psicólogo, he preferido mantenerlo en secreto para evitar preguntas.

—No tenía idea —dejo lo que tenía en mis manos.

—Ya sabes el cincuenta por ciento de lo que sucede con mi madre, así que no hablaré de eso —se encoge de hombros— no tenía idea de lo mucho que me había afectado, hasta que tuve una crisis nerviosa en el hospital, la mañana que mamá salió de cirugía. A veces me acompañan Lorena y mi madre, pero he preferido ir sola.

—Quiero que sepas que puedo acompañarte cuando gustes y no debes pasar por todo esto sola. Tienes a tus amigas y me tienes a mi.

—Ellas son un amor, lo saben todo —acerco mi mano a la suya y no la aparta— lo siento si he sido grosera contigo. Pero también me recetaron una pastilla, la utilizo cuando estoy al borde de una crisis y anoche, cuando me dejaste aquí, estuve pensando demasiado en mi habitación, no dejaba de darle vueltas al asunto y sigo sin encontrar las respuestas. Solo quería apagar mis pensamientos, tomé un poco más de lo recetado y ahora ni si quiera puedo llorar. No siento nada.

—Papá y yo solíamos ir a terapia cuando mamá murió. —miro en otra dirección— no está mal ver a un especialista, es de mucha ayuda.

—Lo es, pero me ha costado mucho aceptarlo —se recuesta— ahora me siento cuando Timmy Turner desea no tener emociones y Cosmo las guarda en una caja.

—Siento que podría hacer cualquier cosa y tú no reaccionarias a nada —me burlo.

—Retame y recibirás un golpe —se une a mi risa.

—No creo que seas capaz de golpearme en ese estado.

—No estoy ciega, tampoco ebria, pero no te creo capaz de hacerme algo.

—¿Segura? —las risas se apagan y ella me mira tratando de descifrar mi expresión.

—Sí, estoy segura.

Sonrío y ella me devuelve la sonrisa, no pude contenerme más y sin pensarlo dos veces, uno mis labios con los suyos.

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Este lo subo, por la emoción de Kiara 7u7

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