Capítulo 26

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La fiesta tiene un buen inicio, personas que no veía hace tiempo me saludan con entusiasmo y se asombran de "lo grande que estoy".

Mucho alcohol, risas y bailes. Solo llegaron mis tíos y amistades de Lorena. Mamá hizo un buen trabajo con la decoración y se encargó muy bien de la comida.

—Tú debes ser Blake —un tipo alto, fornido, una mirada intensa y una sonrisa demasiado ensanchada, me mira de pies a cabeza.

—¿Y tú eres? —alzo una ceja.

—Soy tu tío Jackson, el hermano de Stephen, creí que te acordabas de mi —se encoje de hombros.

—Sí, creo que sí.

No tengo la menor idea de quién sea este tipo.

—Has crecido bastante y veo que cada día te pareces más a tu madre.

—Gracias —miro sobre su hombro y finjo que me han llamado— disculpa, creo que me necesitan.

Camino sin mirar atrás. Es muy extraño, no dejaba de mirarme y Stephen que estaba cerca, nos miraba de reojo.

Busco a mamá y la encuentro en la cocina, ordenando el pequeño desastre que quedó después de servir la cena.

—¿Sucede algo? —me pregunta al verme de pie sin decir nada.

—No, es solo que... ¿Conoces a Jackson?

—Sí, es el hermano de Stephen —termina de ordenar y continúa hablando al ver que no digo nada— estuvo fuera del país y llegó hace poco.

–¿No notas algo extraño en Stephen?

—¿Te hizo algo? —ensancha los ojos— dime si pasó algo.

—No, tranquila —alzo las manos al nivel de mi pecho— es solo que... Miró raro a su hermano cuando se acercó a mi.

—Hija, si sucede algo extraño o te pasa algo, solo avísame ¿si? Yo siempre te voy a creer.

—¿De qué estás hablando?

—Nada, solo me preocupo por ti y quiero que sepas que cuentas conmigo para lo que necesites.

—Está bien, pero ¿te encuentras bien? Te noto algo asustada.

—Sí, no te preocupes, vamos a disfrutar de lo que queda de la fiesta.

Esa conversación se me quedó en la cabeza toda la noche, no dejaba de mirar a Stephen, sentía que algo planeaba, actuaba de manera extraña.

Por otro lado, la fiesta cada vez se reducía. Las personas empezaron a irse a las 4 de la mañana, la mayoría estaba ebria. Llegó un momento en donde empezaron a contar anécdotas de la adolescencia de cada uno y no dejaba de reír con las estupideces que decían. Llegó el turno de mamá.

—Cuando tenía 17, había ahorrado lo suficiente para comprarme unos lentes de contacto, anhelaba tener los ojos grises —ella los tiene marrones— mi abuela me acompañó a comprarlos y estaba muy emocionada.

Lorena empieza a reír, no me sé esa historia, en realidad... No sé ninguna historia de mamá.

—Los compré a un buen precio y me enseñaron a ponérmelos, decidí salir del lugar con los lentes puestos —la risa de Lorena la interrumpe otra vez—, Basta, Lorena, deja que termine de contar.

»En el camino de regreso, tenía los ojos muy abiertos, quería que todo el mundo vea mis hermosos lentes, me gustaba atraer las miradas de otras personas. Algunos se me quedaban viendo raro y otros solo apartaban la mirada. Yo no entendía nada, el bus estaba lleno, no pude hablar con mi abuela hasta bajar. Llegamos a casa y luego ella me mira fijamente y ríe a carcajadas.

—¿Por qué se reía? —pregunto cuando se queda en silencio y Lorena vuelve a reír.

—Estaba al lado de la ventana del bus  y al tener los ojos muy abiertos para que todo el mundo me vea, se me salió uno de los lentes de contacto y solo tenia un ojo gris, el otro era de mi tono natural. La abuela me estuvo molestando por semanas, diciendo que parecía un pequeño lobo siberiano, con los dos ojos de distinto color. —se sonroja— desde ahí no he vuelto a comprarme unos malditos lentes de contacto.

Todos se burlan, mamá igual, ahora entiendo el por qué de la risa de Lorena y no dejo de imaginar a mamá con los ojos de distinto color. Alguna otra persona comenzó con su anécdota, pero no le presté atención, seguía recordando la historia de mamá. Imaginarla joven y con ese entusiasmo de querer comprarse algo, pero todo salió mal.

No recuerdo muy bien lo demás, a pesar de no haber tomado casi nada, tenía que ayudar a cuidar la casa, de un momento a otro aparecí en mi habitación, ya no había música y todo estaba en silencio. Aún no amanecía, la ventana en mi habitación me lo mostraba, pero me sentía extraña. Mis extremidades hormigueaban y me sentía mareada. La puerta de mi habitación se abre, con esfuerzo de no hacer ruido, pero lo escuché. Siento unas manos sobre mis piernas y de pronto una gran ola de pánico inunda todo mi cuerpo. No puedo moverme, intento gritar, pero me lo impiden.

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Holaaaa xd
Ya tengo Twitter, por si deseas leer cosas más deprimentes, graciosas o simplemente cualquier cosa que me pase. Me encuentras como @Skar_Black

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