¿En verdad el encuentro con un hombre podía ser tan bueno como lo estaba viviendo en ese preciso instante? Se entregó al beso, al juego de sus bocas con la misma intensidad que Ian le indicaba. Su cuerpo hizo a un lado las barreras mentales que había tratado de erigir en los últimos años, desde que estuvo con Luis.
Gimió cuando la boca del biólogo abandonó sus labios y empezó a humedecer con besos y delicados mordiscos su cuello, su garganta.
Carolina echó la cabeza hacia atrás permitiéndole completo acceso sobre ella.
Las manos masculinas se metieron bajo la tela de su camiseta por la espalda y descubrieron la perfecta desnudez de la joven. La estrechó contra si y sintió su movimiento de caderas, que se frotaban sobre su miembro excitado. Ian miró su rostro, fué glorioso verla tan apasionada, tan llena de ganas como él. Apretó la espalda contra su pecho y bajó la cabeza hasta sus senos por encima de la ropa.
Carolina gritó cuando le mordió un pezón erguido. No le reclamó. Tomó su rostro entre las manos y reclamó sus labios enloquecida.
Sus jadeos se volvían cada vez más intensos, más sensuales.Ian sentía que esas caderas lo llamaban con mayor fuerza, pero no quería solo un acto sexual rápido y sin emoción. Quería hacer el encuentro inolvidable para ella.
Aún así, no contuvo las ganas de meter las manos por delante para apretar esos pequeños senos.
Carolina gritó y se apartó. Lo miró enojada.
—Si me vuelve a pellizcar o morder, le va a ir peor
—le advirtió sin aliento.Ian sonrió malicioso.
—Del ombligo para abajo puedes morderme todo lo que quieras... o besar o chup...
Lo besó antes de que siguiera llenándole la cabeza de ideas perturbadas.
Carolina sabía que la provocaba, pero ¿acaso no se daba cuenta de que estaba a punto de perderse? ¿que su vientre parecía una gigantesca fuente de líquidos que si se descuidaba iban a empapar su pantalón?
Se paralizó cuando Ian miró hacia abajo. ¿Acaso ya lo había notado? Palideció, enrojeció y se puso helada.
—¡No! —exclamó al ver su intención de abrir el botón de sus jeans. Le tomó las manos justo en ese lugar.
—¿No qué?
Con dificultad se bajó de sus piernas y estuvo a punto de caer, pues en la posición en que estuvo la dejó con las piernas acalambradas.
Retrocedió con torpeza. Ian se levantó de un salto para ayudarla a no caer.
—Amor, ¿qué pasa?
La atrajo y acarició con una mano su mejilla.
—Es que hice algo y no sé si está bien... nunca me había pasado, bueno sí... aquella noche con don Fidel cuando usted me arrinconó en la barda.
Ian estaba intrigado.
—Carolina...
—¡Y la noche del calambre! —exclamó de pronto y se llevó las manos a la entrepierna.
Ian se imaginó aquello que trataba de decir.
—Carolina... —la acercó a su cuerpo y ella gimió débilmente —. Ven... —la jaló nuevamente hasta donde se habían besado, mas ella se resistió.
—No...
Ian rodeó su cintura y la pegó en su torso. Ya no le cabía la menor duda. Se inclinó a besarla y un gruñido doloroso le anunció que algo inusitado estaba por acontecer.
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¿QUÉ HARÍAS POR AMOR?
Romance¿FINGIRÍAS SER ALGUIEN MAS PARA PERDER AL AMOR DE TU VIDA? Todo comenzó con un chat. Carolina se hizo pasar por su mejor amiga para conseguir una cita con el único hombre que le recordaba que era mujer... Después de todo, él nunca pondría sus ojos...