51. SIN MÁSCARA

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—Vamos a cancelar la entrevista de radio, aún necesitas reposo.

Claire lo miró asentir. Ian se veía ligeramente irritado, su rostro estaba algo demacrado.

—Quiero ver a Carolina.

—¿Algún nuevo reproche en puerta?

—Si —dijo sin ánimo—. Que no me haya roto la cara por ser tan imbécil. Por dudar de ella, por haberle dicho las estupideces más grandes solo porque estaba muerto de celos.

Claire le tomó una mano.

—Vaya, al fin reaccionas. Se pondrá muy contenta cuando te vea llegar.

—Iré a buscarla. Está haciendo examen en uno de los salones.

—Perfecto, pero enseguida te regresas para irnos.

Ian sonrió sintiendo que su corazón se emocionaba y la adrenalina corría por todo su ser.

Minutos después, regresó al auto con su prima.

—Vamos al hotel... —le dijo al chofer.

—¿Encontraste a Carolina?

—No estaba, avisó que no continuaría el examen. No se sentía bien. Dijo la maestra que parecía haber llorado.

Claire recordó cómo la encontró afuera del auditorio universitario.

—Mmhh... qué mal.

—Estoy seguro de que no se pudo concentrar por lo que pasó.

—Supongo que tienes razón, porque cuando la encontré afuera de donde dabas la presentación, la pobre chica estaba echa un desastre llorando desesperada.

—¿Estuvo allí?

—Afuera, en el pasillo. Salí a hacer unas llamadas y la miré. Me dió mucha pena. Jamás conocí a nadie que sufriera tanto por ti. Anoche también me conmovió. Cuando llegó a la habitación del hotel, estaba tan arrepentida de haberte gritado lo que haya sido que se dijeron. Aún cuando pensaba que yo era tu novia. Por Dios qué absurdo, puedo ser tu abuela.

Ian sonrió sutilmente.

—¿Y qué pasó?

—No hablamos mucho, ella solo lloraba en silencio. Después aclarar algunas cosas supo que estabas enfermo y fué a acostarse contigo.

El biólogo recordó vagamente su cuerpo pegado en la espalda, tal como la encontró cuando despertó.

Se veía tan hermosa en su cama y cuando le sonrió tuteándolo por primera vez su voz fué tan dulce, tan delicada. Sus ojos brillaban con mucha esperanza. Estaba enamorada y dispuesta a mantenerse a su lado.

Cerró los ojos sintiendo un creciente dolor de cabeza. La rechazó, la insultó, despreció su amor... Se pasó una mano por la cara y nuevamente la angustia se apoderó de él.

—Dios, espero que no me odie tanto.

Claire lo miró insegura.

—Espero que si, porque si la hubieras visto llorar como yo, te habrías arrepentido de lo que sea que le hayas dicho. Cuando me vió, me pregunto si tú me habías mandado a buscarla, su querías verla y le dije la verdad. Le dije que la amabas pero que te dolía lo que hizo anoche. Y que debía ser paciente. Es como una niña pequeña... Estaba destrozada, llorando allí pegada al póster en la entrada.

Ian cerró los ojos. Carolina no era tan dada a llorar. Sin embargo, estaba sufriendo por su culpa. Inútilmente.

—Te juro que en cuanto la vea, la voy a abrazar y le pediré perdón por todo. Luego me voy a asegurar de que se vaya conmigo y sea mi esposa.

¿QUÉ HARÍAS POR AMOR?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora