30. VIRGEN

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—No me digas nada —le pidió Ian cuando se vistieron para regresar al hospital.

—No lo haré, prometimos algo y...

Sus palabras fueron calladas con un beso. La envolvió en sus brazos.

—No digas nada —insistió contra sus labios.

Carolina comprendió que debía callarse. Ése fué el trato. Harían de cuenta que no pasó nada. En el fondo, sabía que iba a ser una misión imposible, sin embargo era una mujer de palabra.

Se abrazaron como si fuera la última vez y salieron de la casa.

Llegaron al hospital y tuvieron noticias de Magui. Carolina la encontró en su habitación del hospital llorando, con desesperación.

—¡Carolina, volviste!

La capataz se preocupó al ver su rostro bañado en llanto.

—Magui ¿qué tienes?

La contadora la abrazó fuertemente.

—¿Por qué no estabas aquí cuando desperté? ¡Debiste estar conmigo!

Carolina la abrazó sintiéndose culpable.

—Perdoname... salí a... comer... —¿comer o coger? Se reprochó a si misma.

El llanto de la hermosa mujer la erizó completamente.

Ian se puso las manos en las caderas cuando Susan lo miró de pies a cabeza.

—¿Qué? ¿Me falta algo?

—No me hables así, no seas grosero.

—Es que tú cara me mira como si hubiera hecho algo terrible.

—¡Pues si lo hiciste! Te largaste con ella a pesar de mis advertencias.

—Sue...

—¡No me llames Sue! —exclamó recordando que lo hacía cuando quería enfadarla.

—Pues no intervengas en mi vida, soy un adulto y bastante mayor por cierto —replicó entredientes.

—¡Esa muchacha o muchacho, lo que sea, ha llevado una vida llena de locuras sexuales!

—¿De quién hablas?

—No te hagas el ingenuo —se le acercó y tocó el costado izquierdo de su cuello. Ian frunció el ceño—. Estas todo marcado, y de seguro fué ella.

Ian siguió tocando el moretón que dejó la boca de Carolina. No podía quejarse de ello, él le dejo otros tantos en el pecho, la espalda y caderas. Se excitó al recordar la manera tan salvaje en que repitieron el acto.

—No seas mojigata. Somos adultos.

—Siempre te he pedido que tengas cuidado con quién te metes y sabes muy bien por qué.

Ian resopló.

—Siempre he tenido cuidado. No te preocupes.

—Pues te veo actuar como un idiota

Ian sonrió.

—¿Será que estoy enamorado?

Susan se tensó.

—Por tu propio bien, enamorado, espero que esa niña malcriada, acepte hacerse unos estudios de ETS para descartar unas sospechas que tengo.

Ian frunció el ceño.

—¿Qué tonterías dices?

—Magui me contó unas cosas que no me gustaron... —señaló haciéndolo entrar en tensión. La miró atento, pero a la defensiva—. Sé que Carolina tuvo una aventura con un tipo de su rancho y según Magui, él solía frecuentar bares y mujeres de mala reputación.

¿QUÉ HARÍAS POR AMOR?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora