56. TIROS AL AIRE

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—Quiero un vestido muy bonito y con una cola biiien larga.

—¿En serio estás tan entusiasmada con la boda mi amor? —preguntó Ian conduciendo con ella a la casa que pronto dejaría.

Después de la amarga escena que habían pasado con Magui decidieron continuar hablando de sus planes de matrimonio.

Carolina entrelazó sus dedos con los de él y sonrió.

—¿No me cree, verdad? —pegó la mejilla en su hombro.

—Es que hablas con tanto ánimo del vestido, que me sorprendes. Nunca te he visto esas piernas fuera de nuestra habitación.

Carolina sonrió traviesa y le acarició el muslo, lo recorrió de la rodilla hasta el interior de los muslos.

Ian sonrió nervioso cuando sus dedos juguetearon por encima de la tela, poniéndolo tenso al instante.

—Pues en la tarde que nos casemos se las enseñaré y en la noche a solas, me pondré algo que le va a encantar —ronrroneó acercando sus labios a la barbilla. Le mordisqueó la quijada y pasó al cuello.

Su mano seguía acariciándolo suavemente. No paró hasta que lo escuchó gemir.

—Carolina... —murmuró sintiendo que abría el botón y le bajaba el cierre.

Una mirada demasiado perturbadora le anunció a Ian que iba a tener una experiencia orgásmica. Tragó saliva y debió hacer acopio de toda su concentración cuando ella se negó a que detuviera el auto mientras le daba una buena razón de por qué no quería que ésa boca cambiara nunca.

Fué al llegar que descubrieron lo sucedido con el techo y se toparon con Jonás, Nico y Rey

—¿Pero... cómo sucedió ésto? —inquirió Ian ya en el segundo piso, viendo tablas sobre la que fuera su cama. Parecía una zona de desastre.

Carolina entró a su habitación y los escuchó. Desde que se fué a México no había regresado.

—La verdad es que en parte fué porque es una casa vieja —dijo Jonás—, pero lo raro es que una de las vigas tenía varios agujeros pequeños —al escuchar éso Carolina se congeló y recordó sus balazos./—. Fué como si hubieran baleado esa viga en particular.

—¿No fueron termitas? —inquirió Rey.

Nico atrajo la atención de la chica que empacaba algunos objetos. Se paró en el marco de la puerta y se aclaró la garganta.

—Si fuera mal pensado, diría que esa caída de techo tuvo influencia humana.

—Pero como no lo eres —se le acercó amenazante y le jaló un mechón de cabello—, te callas —susurró y el muchacho la tomó de la muñeca.

—¿Y ésta porquería piensas dejarme?

Carolina soltó el cabello y siguió guardando algunos documentos.

—Nomás es en lo que dejas de moquear por la muerte de tu abuelita.

—¿Entonces fuiste tú la que madreó el techo?

Carolina escuchó que los hombres se acercaban y le dió una bofetadita a Nico.

—Ni se te ocurra...

—¿Qué haces Carolina? —inquirió Ian viéndola levantar un dedo frente a la cara del pelirrojo.

Bajó la mano demasiado tarde.

—Recojo unos papeles.

—Estabas amenazando a Nico.

—¿Yo? —inquirió fingiendo inocencia.

¿QUÉ HARÍAS POR AMOR?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora