44. LA REPUTACIÓN DE MAGUI

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—Le ofrezco una disculpa por haberle pegado... —Ian levantó ambas cejas, casi se ahoga con la comida al escucharla.

Escupió el bocado y Carolina se le acercó para darle unos golpecitos en la espalda.
Tosió y tosió sin control.

Extendió una mano y tomó el vaso de agua que tenía en la mesa.

—Cálmese, respire...

Carolina traía puesta la camisa que él usaría esa mañana para ir a un cita con un programa local y lo tenía a medio vestir, aunque usaba una camiseta blanca sin mangas.

—Estoy dormido aún.

—No se burle.

—Te juro que no lo hago, no quiero exponerme a ésta violencia de pareja que me das.

Carolina se avergonzó.

—Le prometo que ya no lo haré. Le doy mi palabra.

—Claro, lo que tú digas.

—Ya, deje de jugar.

—No lo hago.

Carolina bajó la mirada.

—Eso no está bien. Anoche me acordé de que mis papás peleaban cuando creían que yo estaba dormida. Recuerdo a mi apá maltratando a la señora... Una vez la empujó y ella se pegó en la cabeza. Solo así se arrepintió y luego al poco tiempo ella se fué. Y yo crecí como han dicho usted y otros tantos, como un animal que todo lo quiere resolver a golpes, sin pensar que si usted quisiera me podría quitar lo fiera.

Ian suspiró profundamente.

—Ven aquí —la montó en sus piernas y rodeó su cintura —Para empezar... —dijo serio y tomó un respiro poniéndola atenta—, me encanta que no uses calzones —dijo riéndose y ella sonrió aún contra su voluntad. Se cruzó de brazos y recibió un beso en los labios— y para terminar... —se miraron a los ojos—. Dios quiera que cumplas tu palabra de no pegarme más porque tienes una mano tan pesada.

Carolina lo miró con ternura. Acarició su rostro. Lo amaba tanto que no merecía esos actos de estupidez.

—Perdóneme y si lo vuelvo a hacer yo le juro que en donde estemos le abro el pantalón y allí mismo —se acerco a su oído y le ofreció sexo oral.

Ian se quedó sin aliento.

—¿Y por qué me lo dices al oído? —dijo excitado. Metió una mano bajo su camisa y acarició su trasero. Apretó sus nalgas, clavándole los dedos. Carolina se quejó.

—No me provoque.

—Aguanto una cachetada en este momento.

Carolina sonrió y levantó una mano hasta su mejilla. Le dió una palmadita y se removió sobre él, excitándolo más.

El hombre la miró con falso reproche.

—Me pegaste...

Carolina bajó las manos hasta su cierre y le abrió el pantalón. Cada vez lo hacía más rápido.
Se lamió los labios de forma atrevida.

Ian le tomó los brazos y la atrajo hasta pegarla en su pecho. La besó con el mismo descaro que vió en sus ojos. Carolina metió una mano en su ropa interior y acarició su erección. Gimió y se iba a deslizar al suelo cuando la puerta se abrió súbitamente y ambos se quedaron estáticos.

—¡Carolina! —la repentina presencia de Magui los dejó congelados. La imagen de Carolina sobre los muslos de Ian fué lo peor que pudo ocurrirle.
Se llevó las manos a la boca y ellos por fin se apartaron.

¿QUÉ HARÍAS POR AMOR?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora