50. PRESERVATIVO

3.2K 462 40
                                    

Por algo se llamaba ciudad universitaria, pensó Carolina mirando el inmenso conjunto de edificios. Ya había estado allí más de una ocasión, había acompañado a Don Fidel y hasta ahora entendía para qué la había llevado. La había preparado para ese día.

Suspiró exhalando tristeza. El día nublado como en todas las películas de romance, cuando la relación termina era algo que siempre le causó náuseas y se burló mil veces de Hortensia cuando lloraba. Ahora la situación era tan diferente.

Solía amar los días oscuros a punto de tormenta, tan comunes en esa época del año en su tierra; sin embargo, ahora que estaba lejos de sus amigos... ya sin Ian, se le partía el corazón.

Sentía su cuerpo como algo extraño, su mente lejos de allí. No sabía cómo se iba a concentrar en el exámen si no había cabida para nadie más que para su enorme decepción amorosa.

Apretó los labios recordando las veces que Ian le dijo que era tonto amargarse por lo que vivió con Luis. Tuvo tanta razón. Aquello fué un drama de adolescente comparado con lo que ése hombre le hizo. Le destrozó el corazón, lo hizo añicos y lo tiró a la basura sin darle la menor oportunidad a la duda.

Ian salió de su habitación y al pasar por la de Carolina escuchó unas risas de mujeres. Después vió a un par de muchachos saliendo del lugar, uno de ellos tenía la ropa fuera de lugar.

—¿Y es buena en la cama? —escucharon murmurar a uno de ellos cuando les tocó compartir el elevador.

—Una diosa —respondió el otro—. Pero la muy puta está contagiada de no sé que madres por eso nomás dejé que me hiciera sexo oral.

Claire e Ian se miraron. Como si éso lo protegiera de no contagiarse.

—Me hubiera gustado estar con la de anoche —dijo el de cuerpo atlético, un moreno de poco más de veinte años.

—¿La que te partió la madre? —se burló el otro.

Se rió escandalosamente y recibió un codazo.

—Te grabé y lo subí a YouTube —aún con el golpe siguió riéndose de el—. Te veías bien ridículo siendo pateado en las pelotas —aumentó su risa.

Ian recordó que Carolina alguna vez hizo algo similar.
De nuevo la duda llegó a su mente.

Se veía tenso, notó Claire. Ese día tendría una plática con alumnos en la escuela de veterinaria... justo donde Carolina presentaría su examen de admisión.

—¿Recogiste el anillo de la habitación? —musitó Ian en francés.

Claire lo sacó del bolsillo de su saco y se lo mostró.

—Aquí está.

—Quédatelo o deshazte de él. No quiero volver a verlo jamás.

Claire miró la cajita azul y suspiró.

—Tampoco lo necesito. Ya tengo al hombre.

—Bien por ti.

Salieron del elevador.

—¿Hablaste con Carolina?

Ian apuró el paso. Llevaba puesta una chamarra de cuero que lo cubrió del frío.

El auto los esperaba.

—Gracias a ti, debí hacerlo ésta mañana —dijo irónico.

—¿Te dió alguna explicación? ¿Vió las fotos?

—No había necesidad.

—En verdad estás ciego por los celos... —sonrió cuando el chofer abrió la puerta trasera del auto.

¿QUÉ HARÍAS POR AMOR?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora