23. ESPANTA NOVIAS

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—Hola fierecita... qué gusto verte tan alegre —la saludó irónico mientras depositaba un beso en su mejilla, estremeciéndola.

Carolina se humedeció los labios. Lo había sentido muy cerca de la boca. Si ya estaba inquieta, ahora estaba hecha un nudo de emociones.
Cómo deseaba odiarlo.

Pero lo extrañó tanto, que ahora que lo tenía cerca una vez más, podía admirarlo por entero. Su voz, su presencia, esa altura que le recordaba que era una mujer ansiosa de ser acurrucada contra ese duro pecho, envuelta por esos enormes brazos y ser besada por esa boca que era una tentación irremediable.

—Pendejo —susurró muy bajo.

Ian hizo una dramática y enorme O llena de fingida sorpresa con los labios.

—Niña mala, éso no se hace —respondió de igual manera, en un tono muy bajo para que el micrófono encima de sus cabezas no captara el intercambio de palabras.

—Entonces Ian, ¿qué nos dirás de este hermoso ejemplar? —preguntó la conductora en inglés.

Ian sonrió malicioso a la chica y le ofreció el leopardo

—Sostenme ésto —le dijo a Carolina, entregándole al adorable animalito.

Carolina se derritió al sentir ése pelaje exótico, pero apenas lo cargó, le cayó todo el peso de la realidad.

—¿No puedes? Pesa casi lo mismo que tú —se burló y siguió cargando al felino—. Siéntate —le pidió y ella se sintió como un perro al que le ordenaba. Lo miró con desprecio—. Deja que un hombre se haga cargo —susurro y la recorrió con deseo.

Carolina sintió entre las piernas esa traidora necesidad de obedecerlo ciegamente.

Ian acomodó el leopardo sobre sus propias piernas y empezó a hablar del animal. Carolina volvió a perderse en la belleza del cachorro. Lo acarició delicadamente y de vez en cuando rozaba la camiseta del hombre. Volteó a ver a Magui y la cara de pánico que tenía era de risa.

El felino puso una garra en su hombro y se quejó. Ian acudió en su auxilio rápidamente, pero ella no quiso que lo apartara. Incluso aceptó que él colocara a la pequeña bestia en sus muslos.

Siguió hablando y de vez en cuando se dirigía a ella, para  darle indicaciones de cómo tratarlo para mantenerlo en calma.

Una pausa llegó y con ello culminó la participación de Ian.
La conductora lo acaparó y Carolina notó que el interés de la mujer iba más allá de la mera curiosidad profesional. No le dió mucha importancia. Era imposible no embobarse con un tipo así. Magui seguía sentada entre la audiencia pues había muchos animales a la redonda y al parecer les tenía pánico.

Carolina comprendió que el novio de su amiga estaba ocupado y decidió retirarse.

Ian la miró de reojo y con un movimiento rápido se le acercó, la tomó de una mano, lo más suave que pudo y la atrajo.
Entonces, le dijo algo a la conductora algo que no entendió, pero estaba segura de que no era inglés.

—Oiga ¿qué hace? —preguntó en voz baja.

Ian la miró amigablemente y de la misma forma le sugirió:

—Finge que quieres estar conmigo, que eres una fan loca que quiere irse conmigo.

Carolina sonrió risueña, como si le hubiera contado un chiste.

—¿Yo? ¿Fan suyo? ¿Y loca además?

—Hasta donde sé... es verdad —respondió viéndola arrugar la cara. Señal de que se había molestado—. ¡Lo de que eres mi fan! —aclaró de prisa. Carolina se cruzó de brazos—. Y lo otro también —continuó volviendo a alterarla, a propósito.

¿QUÉ HARÍAS POR AMOR?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora