Ese cuerpo era imposible que pasara desapercibido, notó Carolina cuando llegó a los corrales con Ian ésa madrugada. Sus ojos lo recorrieron. Era el metro ochenta más bello que había visto en su vida. Sin embargo debía reconocer que tenia buen carácter, pensó tratando de convencerse de lo contrario.
Era carismático, amable, sencillo y siempre sonreía. Ella no. Y no podía decir que el hombre tuvo una vida fácil. Económicamente quizás, emocionalmente no. Aún así era terriblemente encantador y dulce. Tenía una paciencia de santo con ella y sobre todo era magnífico como amante. Todo su cuerpo era una máquina de placer.
Se mordió los labios y resopló. Debía olvidarse de los juegos de su boca entre sus piernas.
—¿Quieres dejar de desnudarme con la mirada? —le reprochó Ian, cuando se adelantó para enfocarla y tomarle unas fotos.
—Yo no hice nada...
Ian sonrió apuntándole con la cámara de su teléfono.
Estaba ruborizada.—Y éso que sólo usé la boca para hacerte gritar —decidió empezar su sesión fotográfica—. Imagínate cuando lleguemos a lo que sigue.
Carolina se sintió excitada e incómoda. No era el mejor lugar para que su entrepierna volviera a mojarse.
—¿Me está grabando? —inquirió ceñuda.
—Ahora si... —presionó la tecla y caminó hacia atrás—. Buenos días, son las seis de la mañana, ella es la señorita Carolina Vargas, una chica de veinti... ¿cuántos años tienes?
—Veinticuatro —respondió a disgusto. No quería que la grabara.
Ian hizo una pausa. Bajó el móvil y la miró.
—¡Demonios! ¡Eres tan joven! —exclamó observando su rostro.
Carolina tuvo una leve preocupación.
—Usted no andaría con alguien de esa edad ¿verdad?
Ian se quedó pensativo, hasta lograr ponerla nerviosa.
—Nunca.
Carolina se tensó y luego de mirarlo fijamente, empezó a caminar de prisa.
—Lo sabía —murmuró entre dientes.
Ian la alcanzó y la abrazó por detrás.
—Contigo haré una excepción —le pegó el sexo en la espalda y ella soltó un gemido sin querer. Ian apretó sus senos y pegó su boca en el cuello para probar la calidez de su cuerpo. Carolina se derritió y dejó que su boca la marcara.
—Eres mía... —le susurró y siguió besando su piel—. Y no quiero solo andar contigo, quiero amanecer contigo, dormir contigo, comer, coger y enseñarte tantas cosas que se que no sabes hacer.
Carolina se quejó sensualmente.
—Animal, nomás piensa en sexo.
—En tu sexo en mi boca, en mis manos dentro tuyo, en mi... —le hizo ver lo duro que estaba por ella—. Pues si, siempre pienso en eso contigo.
—No usó protección.
—Amor, hueles y sabes a inexperiencia, ¿no lo sabes?
Carolina lo miró de frente.
—¿Susan le dijo?
Ian la miró interesado.
—¿Qué?
—Pues eso... que soy... ya sabe...
—¿Inexperta? No.
Carolina sintió ansiedad.
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¿QUÉ HARÍAS POR AMOR?
Romance¿FINGIRÍAS SER ALGUIEN MAS PARA PERDER AL AMOR DE TU VIDA? Todo comenzó con un chat. Carolina se hizo pasar por su mejor amiga para conseguir una cita con el único hombre que le recordaba que era mujer... Después de todo, él nunca pondría sus ojos...