25. ¿QUIÉN SE FIJARÍA EN TI?

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La rubia doctora Dubrovnik, era una señora de aproximadamente cincuenta años y era evidente que conocía a Ian pues incluso le puso una mano en los hombros con mucha familiaridad.

Carolina arrugó la frente. ¿Por qué se dejaba tocar de esa manera cuando apenas minutos atrás estuvieron a punto de besarse?

Estaba incómoda, comenzaba a sentirse muy celosa y a la doctora, éso parecía causarle gracia. Volteó a verla cuando se apartó con el biólogo y le sonrió con burla.

Apenas desaparecieron de su vista. Volvió a pensar en Magui. El corazón se le estrujó. Sintió ganas de echarse a llorar por la rabia de saberla tan herida. ¿Cómo se le ocurrió irse a conversar con un desconocido? Solo debió salirse del estudio de grabación en lo que Ian exponía los animales con los que llegó al programa, pero nunca debió irse con un extraño.

Se estremeció al pensar en la fragilidad de la contadora. Ahora debía estar completamente traumada, después de sufrir ese atentado contra su cuerpo. Dudaba que pudiera superarlo. Magui era una chica delicada en todo sentido, no como ella...

El mismo Ian no la veía como una mujer con la que debía ser suave o respetuoso.
Su atracción hacia ella era meramente instintiva, no había sentimientos implicados en ello. ¿Valía la pena herir aún más a Magui diciéndole que se sentía atraída por el hombre que llegó a conocerla para quizás convertirla en su esposa?

Y te aseguro pequeña salvaje, que vas a caer rendida ante mi... Te voy a convencer tanto, que tu mente y tu cuerpo gritarán lo perfecto que soy...

De repente esas palabras brincaron a la mente de Carolina.

Ian sabía que le gustaba, demasiado; a pesar de que luchaba contra él y las sensaciones que despertaba en su cuerpo. Inclusive, podía reconocer que su estúpido desliz con aquel idiota de Luis, lo hizo llevada por el deseo hacia Ian, al que sin conocer personalmente ya se había convertido en su hombre ideal, y al no haber más consuelo, quiso creer que el joven vaquero era lo que quería.

Aún recordaba esa noche en que se tomó unas cervezas para darse valor e irse con él. Además, tenía curiosidad por saber que se sentiría, que la trataran como mujer íntimamente. Qué idiota fué.

Las mujeres son lo peor que nos puede pasar en la vida, mija... —dijo su padre, llorando mientras recordaba a la que los abandonó—. Nunca te enamores, nunca entregues tu corazón a nadie, lo van a pisotear, se van a burlar de ti... —la miró de pies a cabeza. —. Mirate bien, Carolina...¿qué hombre se fijaría seriamente en ti, así como te ves, así como eres, mija? —. Sonrió con cariño y le tocó una mejilla. Luego se apartó y le dió un largo trago a su botella de alcohol. Luego la miró—. Lo bueno es que tú no eres ni hombre, ni mujerseñaló con una naturalidad sumamente cruel y se empezó a reír—. Nunca vas a encontrar a tu pareja, porque no existe.

Carolina se sintió herida. Con ésas palabras creció toda su vida. Pero esa noche, poco antes de que su padre muriera, bajó la mirada y se observó. Tenía razón. En el pueblo eran contadas las personas que la veían con simpatía y esos eran los viejos amigos de su padre solamente. Los muchachos se acercaban por morbo cuando era adolescente y al crecer solamente los idiotas como Nico y su hermano se atrevieron a tentar su suerte.
Con Luis se equivocó. Creyó que era sincero y lo odió por éso. Ahora entendía que no sólo él fué un farsante. Ella también mintió, se mintió a si misma.

¿Por qué debía creer que un hombre como Ian se fijaría en una criatura así? Se preguntó mirando sus manos maltratadas por el trabajo. Era tan burda, tan altanera, tan común... Físicamente no era alguien que llamara la atención. Su carácter era espantoso ¿Qué tenía de atractivo para él?

¿QUÉ HARÍAS POR AMOR?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora