45. CONFUSIÓN

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—Froylán me dejaba sola y siendo tan joven me sentí abandonada y deprimida. Mi familia no era del pueblo, vivía en otra ciudad. Froylán trabajaba desde que amanecía hasta que oscurecía. Y los fines de semana no salíamos porque él estaba agotado. La verdad es que ni siquiera en la intimidad había diferencia —confesó ésto último con pena—. Me tenía muy abandonada. 

—¿Y por eso se refugió en una lunática como ella?

Ana bajó la cabeza.

—No me lo recuerde, por favor.

—¿Entonces es verdad que engañó al papá de Carolina?

—Si, pero nunca tuve intimidad con ella...

Ian se sintió incómodo.

—Eso no es lo que su esposo pensó cuando la encontró con Magui.

Sus palabras la dejaron boquiabierta.

—Solo nos tocamos...

—Señora, éso también es tener sexo, su hija y yo lo hicimos muchas veces antes de... —recordó lo que ocurrió minutos atrás— Discúlpeme. No debo ser indiscreto. Pero sé que Carolina ya le había contado de nuestra relación.

A Ana se le llenaron los ojos de lágrimas.

—Créame que es algo de lo que me arrepiento. Jamás me he sentido tan miserable como ahora que pude recordar por qué regresé.

Ian la miró intrigado.

—Usted sabía que Carolina era su hija desde que llegó.

Ana negó con la cabeza.

—Después de que Froylán descubriera mi infidelidad, supimos que estaba embarazada y me permitió quedarme con él —pausó sintiendo que las lágrimas acudían a sus ojos y la garganta se le cerraba—. Siempre estuvo pendiente del desarrollo de Carolina y fué entonces que supe que ése hombre tan bruto y aparentemente frío, solo había estado trabajando más duro que nunca para que a su familia no le faltara nada.

—Carolina es igual en ese sentido, trabaja muchísimo.

—Y en lo terca...

—¿Por qué dijo que no recordaba algunas cosas?

—Después de que mi hija nació, Froylán se juró que no sería una aberración como yo, así me llamó.

—Solo consiguió confundirla y bastante.

—Si, Carolina me contó que Froylán se emborrachaba mucho los fines de semana y que en su locura le decía que debió tener un hijo y no un estorbo como ella, que solo le traería problemas. Eso era alcoholizado, pero cuando recobraba el sentido le demostraba lo contrario.

Ian aspiró profundo.

—Con razón no sabe qué sentir, mucho menos lo que quiere.

—Froylán la amaba, pero mi recuerdo lo volvió loco, un amargado. Carolina me contó que se siente culpable de su muerte porque lo dejó solo.

—Murió de neumonía.

—Si, ésa noche había bebido como nunca, él le reprochó que anduviera coqueteando con un empleado, luego pelearon y ella se fué, sabiendo que estaba enfermo y no regresó en toda la noche, lo dejó solo y al día siguiente lo encontró muerto.

Ian se impactó con la noticia. Se aclaró la garganta y recordó que él mismo tenía algunos síntomas de resfriado y siempre era muy cuidadoso con su salud después de aquella vez que cayó hospitalizado. No quiso imaginar la agonía de Froylán esa noche y con el mal clima que había vuelto a la región debió ser terrible. Se erizó.

¿QUÉ HARÍAS POR AMOR?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora