48. MAGUI peligrosa

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Carolina se quitó el incómodo vestido y se metió a bañar, olía a cigarro y alcohol. Mientras tallaba con fuerza los rastros de esa noche, pensaba en que era obvio que su relación con Magui ya se había dañado. Estaba muy molesta, sin embargo su actitud al acompañarla a México era toda una contradicción.
No olvidaba cómo la insultó y esa sí era una clara declaración de odio.
Si estaba aceptando sus insultos era por remordimiento de conciencia, pero en otra ocasión no lo habría tolerado. La había traicionado con quien esperó tener una relación.

Aún con éso en mente, Carolina no imaginaba estar sin el hombre que se había convertido en su vida y podían aclarar los malentendidos que se dieron para recomenzar. Él la amaba y ella estaba loca por él.

Sería fácil, pensó con una sonrisa causada aún por los tragos que se tomó, y con éso en mente, salió minutos después de la habitación para buscarlo.

No se molestó en averiguar si Magui estaba dormida o no, solo salió y se encaminó a la que Ian le había señalado.

Marcó el número de su móvil mientras caminaba por el pasillo y esperó a que contestara.

No había respuesta. Insistió nuevamente sin éxito. Lo marcó una vez más. No se daría por vencida.

—¿¡Hola!? —dijo Carolina con angustia en cuanto escuchó que respondían.

—Carolina —respondió una voz de mujer con acento extraño.

Llegó muy rápido a su puerta y los nervios afloraron.

—Hola... —dijo un tanto cohibida—. Quiero hablar con Ian.

Insistió y pasó del nerviosismo a la rabia. ¡Esa mujer estaba en su misma habitación! ¡Dormían juntos!

De repente la puerta se abrió y Claire se quedó mirando un instante a la paralizada joven metida en una bata del hotel. Tenía el cabello húmedo y revuelto. Su gesto era de tensión.

Después de que Ian regresó, al poco tiempo de salir, no pudo contarle por qué regresó tan rápido. Supuso que se sintió terrible. Tenía mucha temperatura y llamó a un doctor. Ahora estaba medicado y dormía profundamente. Odiaba las inyecciones más que a las ranitas verdes de su casa, pero no quería detener su ritmo de trabajo.

—Buenas noches, Carolina —la saludó.

—Quiero ver a Ian.

Su voz aún arrastraba levemente las palabras.

—¿Para qué lo quieres? Creo que decidiste que no deseabas verlo —recordó su actitud al llegar al hotel.

—Eso a usted... —replicó y en seguida se contuvo—.  ¿Usted es su novia, verdad? —recordó de pronto y la puerta de la habitación se abrió de par en par.

—Será mejor que pases.

Carolina dudó antes de entrar. Sintió miedo por la verdad que descubriría. Había olvidado ése enorme detalle de la novia.

Incómoda por llevar abajo de la bata una camisetita de tirantes blanca y un pequeño boxer que él le regaló en un intento de hacerla usar de vez en cuando ropa interior, entró rodeándose el cuerpo con los brazos, pero sentía más ganas de verlo que vergüenza . La rubia además de flaca, era casi tan alta como Ian.

—Vamos a sentarnos —dijo Claire con ése acento extranjero que no lograba definir.

Carolina se estaba sintiendo ahora como una intrusa. Con Magui no pasó nada. Ella e Ian nunca tuvieron una relación, en cambio con la rubia... Sintió que estaba invadiendo su intimidad.

—Antes que nada, me llamo Claire —se presentó seria. Era obvio que la observaba detalladamente.

—Usted sabe cómo me llamo.

¿QUÉ HARÍAS POR AMOR?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora