41. MI FUTURA ESPOSA

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—Por favor Carolina deja de mirarme así, me apenas —le pidió Ian detrás de la cámara de su teléfono. Eso decía aunque su mirada comentaba todo lo contrario.

Había intentado grabarla para una entrevista, pero ella estaba peor que de costumbre desde la noche anterior y no le importaba que le dolieran hasta los huesos de tanto sexo. Era obvio que había disfrutado que la poseyera, pero que no le quitara la mirada llena de adoración de encima era demasiado. Aunque tenía excelentes razones para  adorarlo como a un dios. Fué tan bueno en la cama que el orgasmo le causó un desmayo.
Se rió de si mismo. Esa mujer lo estaba volviendo un pedazo de imbécil por la manera de ensalzar sus habilidades amatorias.

Aunque la noche pasada recibió un gran susto
Su corazón dejó de latir  cuando notó que Carolina no actuaba con normalidad. Perdió el conocimiento, la llamó una y otra vez sin recibir respuesta. Lo único que se le ocurrió fué llamar a Susan desesperado.

—¡Estaba bien, y de repente...! —decía en francés, dando vueltas al lado de la cama.

—¿Recibió alguna fuerte impresión?¿Discutieron?

—Ah... —se detuvo viendo el cuerpo desnudo de la capataz — pues... no...

—Ian te conozco —notó su duda.

—Ella y yo acabamos de tener sexo.

—¿Sexo?

—Si, estuvo muy intenso y luego tuvo un orgasmo como nunca, se quedó quieta, me sonrió y cerró los ojos...

—¿Le tomaste el pulso?

—No, pero está respirando y tiene buen color.

—¿Dices que sonrió antes de desvanecerse?

—Si —dijo con los nervios a flor de piel—. Parece dormida y...

Petite mort —musitó Susan interrumpiéndolo—. Eso debe ser.

—¿Qué?

—Carolina tuvo un megaorgasmo —contestó algo divertida—. Fueron muuy intensas las emociones o sensaciones que tuvo. Felicidades garañón.

Ian estaba confundido. Escuchó a la chica gemir. Estaba despertando.

—Pero, ya ha tenido otros orgasmos antes —confesó atento a la chica sin ropa sobre el lecho, cuyo cuerpo atraía su mirada como un imán.

Susan se rió al otro lado de la línea.

—¿Ah sí? ¿Pues que hubo de diferente esta vez?

—Solo había sido sexo oral  —respondió con la naturalidad que ella misma le enseñó cada vez que tocaban el tema —y manual —agregó—, nada vaginal... hasta hoy.

—Oh, eso quiere decir que ya sabes que era virgen.

Ian sonrió y se sentó cerca de Carolina en la cama.

—Si... —murmuró enamorado. Acarició una mejilla con los nudillos.

—¿Y?

—¿Y qué? —se inclinó a besarle la frente.

—¿Qué será de ella cuando te vayas? Porque no creo que te quieras casar y tener muchos hijitos.

Ian recorrió el bello y cansado rostro de su amante.

—¿Por qué no? Es perfecta para mi. La amo.

—Ian...

—Te lo juro Susan. Amo a Carolina con todo mi corazón. No es solo sexo... —apartó un mechón de cabello de su frente. —. Si hubiera sido así, hace tiempo la habría hecho mía y preferí esperar hasta estar seguro de su amor por mi.

¿QUÉ HARÍAS POR AMOR?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora