Carolina acabó con el último rastro de comida en su plato y en ningún momento se preocupó por cuidar sus modales para impresionarlo.
Ian se le quedó viendo. Nada en ella lo sorprendía de manera desagradable, hasta cierto punto era hipnótica. Había tantas cosas que quería saber.
—¿Y 'ora que me ve? —preguntó con su acostumbrada rudeza, mientras movía la boca tratando de remover algún trozo de carne entre los dientes.
Ian no podía creer tanta naturalidad en una chica.
Carolina llevó el dedo índice de su mano derecha a la boca y siguió urgando entre sus dientes con total desinterés por iesionarlo.
—¿Por qué trataste de seducirme? —preguntó dejándola pasmada un segundo.
Carolina dejó de picar con la uña entre los premolares inferiores.
—¿Qué dice? —inquirió fingiendo ingenuidad.
—Trataste de seducirme —insistió Ian, e hizo el plato a un lado.
Apoyó los antebrazos en la mesa para clavar su mirada en ella.Carolina sonrió cansada. El día de trabajo, su periodo y el huracán de emociones que había tenido en las últimas dos horas la tenían agotada, además de ésa maravilla que Ian le dió para calmar sus dolores menstruales.
—En sus sueños —respondió despectiva.
Se levantó tomando su plato vacío, para llevarlo al fregadero.
Frunció el ceño, reprochándose haberse dejado llevar por lo que sintió en su habitación. Enrojeció, mientras le daba la espalda. No quería verlo. Ian sabía la verdad, o al menos la sospechaba. ¡Qué vergüenza!
Bajó la mirada sintiéndose miserable. ¡Había pensado en seducir al novio de su mejor amiga!
—Lo siento mucho... —se disculpó sorprendiéndolo. Ian que había seguido sus pasos, ahora estaba detrás de ella, también con su plato en la mano—. No debí hacerlo.
—Carolina... —murmuró y pasó su plato por un costado de la figura femenina. Lo dejó en el lavabo—. No hablo de allá arriba.
Las manos en los costados de su cintura la inquietaron.
—¿Entonces...?
Ian sonrió suavemente.
—Tú sabes a lo que me refiero.
—Po's...
—Pues —la corrigió y con éso la enfadó.
—¡Ya, ya, no empiece! —levantó las manos. Se sentía nerviosa y acorralada, mas no se movió.
Ian puso las manos en los costados de la delgada silueta y no la dejó escapar. Apoyaba las palmas en el mueble, así que estaba a escasos milímetros de su espalda, casi pegado a su cuerpo.
¿Acaso pretendía violarla? Se preguntó Carolina. Su piel se erizó al imaginarse siendo sometida por la lujuria de ése hombre. Gimió presa del deseo naciente.
Maldición, replicó mentalmente, sintiendo ganas de que diera el primer paso para arrancarle la ropa.
—¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué me contactaste?
Carolina se vió forzada permanecer contra el fregadero.
—No hice nada, nunca hice nada de lo que usted dice... —aseguró seria.
Ian puso una mano en su hombro derecho y con delicadeza la obligó a girar hacia él.
Carolina lo miró sonreír sutilmente. Amaba esa sonrisa.
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¿QUÉ HARÍAS POR AMOR?
Romance¿FINGIRÍAS SER ALGUIEN MAS PARA PERDER AL AMOR DE TU VIDA? Todo comenzó con un chat. Carolina se hizo pasar por su mejor amiga para conseguir una cita con el único hombre que le recordaba que era mujer... Después de todo, él nunca pondría sus ojos...